Alonso, tercero en Baréin, vuelve a dar clases magistrales

Y el sueño se hizo realidad. Lo que se venía rumoreando desde hacía meses, lo que quedó reflejado en los entrenamientos de pretemporada y lo que se fue confirmando este fin de semana conforme pasaban las sesiones tuvo su punto álgido durante la primera carrera del año. El Gran Premio de Bahrein fue un monólogo de Verstappen en la primera posición, pero la emoción y la lucha la puso Fernando Alonso con el Aston Martin. El asturiano no salió bien, le pasaron los Mercedes y hasta el Alfa Romeo de Bottas. Incluso, su compañero Stroll le dio un pequeño golpe a poco de salir. Sin embargo, poco a poco, fue cogiendo ritmo y desde ahí todo lo hizo perfecto. El ritmo, la estrategia, los adelantamientos, el control de la degradación de neumáticos. Todo. Además, el coche y el equipo funcionaron en las paradas en boxes y en el planteamiento táctico. Primero las tuvo con Russell; después con Hamilton, al que le dio una pasada de esas que no se olvidan y ponen de pie a cualquiera; y por último con Carlos Sainz, más agresivo que nunca, pero limpio y sin perder la perspectiva de una lucha dentro del reglamento. Era la batalla por el tercer puesto porque unas vueltas antes el Ferrari de Leclerc decía basta por una avería con la batería.

El español regresaba al podio de una forma “convencional”, natural, luchando de tú a tú con los Mercedes y con el Ferrari de Sainz. Dando auténticas lecciones de pilotaje y estrategia. Alonso ha vuelto como nunca, como el que hizo vibrar a millones de personas hace ya demasiados años. Y lo que está por venir…

Por delante, la carrera fue un monólogo de los Red Bull. No hubo batalla. No hubo nada, Verstappen ganó sin rivales por delante de su compañero Pérez, que al principio tuvo que bregar con Leclerc hasta que el Red Bull puso en su sitio a Ferrari y después una avería mecánica obligó al monegasco a decir adiós a la carrera.