Liga de Campeones
El Atlético provoca el suicidio del Feyenoord
El equipo neerlandés se marcó dos goles y el equipo de Simeone se lleva la victoria y la clasificación para octavos
La suerte se puso pronto del lado del Atlético para derrotar al Feyenoord y cerrar su clasificación para los octavos de final de la Liga de Campeones. Un centro de Marcos Llorente al bulto, o a la melena de Witsel, acabó creando la confusión en el área neerlandesa y provocando el primer gol. Witsel renunció al remate, el portero no se atrevió salir y Geertruida, que no quería meterse en la pelea, acabó metiendo la pelota en su portería sin querer.
El gol desactivó al Feyenoord, que había encontrado en la banda derecha, por la que atacaba Minteh, un camino por el que hacer daño al Atlético. Le faltaba encontrar a su delantero, el mexicano Santi Giménez. El hombre que lleva más goles que partidos esta temporada no encontró balones que lo alimentaran y cuando lo tuvo en la segunda parte, después de una pérdida de balón de Witsel, se cruzó con él el otro Giménez para evitar que rematara con comodidad.
Le costó al Feyenoord retomar el ritmo. Al Atlético, aunque ahora sea un equipo más alegre, no se le ha olvidado defender un gol de ventaja. Con la presión de Griezmann y de Morata por delante y con las dos líneas colocadas perfectamente por delante del área no dejaba huecos para que el rival imaginara una jugada de peligro. Echaban de menos los neerlandeses a su medio centro, Zerrouki, el que hace jugar al equipo y que esperaba en el banquillo.
El Atlético, además, tiene a Griezmann, que a ratos es como jugar con uno más. Es como si hubiera elegido primero en el parque para llevarse al mejor. Con un sutil toque desvió una pelota lo justo para dejar mano a mano a Morata con Bijlow, pero su remate lo detuvo el guardameta neerlandés. Tuvo demasiado tiempo para pensar el capitán de España en el mismo estadio donde hace unos meses ganaba la Liga de Naciones con la Roja.
El equipo de Simeone se sentía cómodo. En defensa y en ataque, con esa sensación de que todo va a salir bien pase lo que pase. Griezmann avisó con un disparo al poste en el comienzo de la segunda mitad. Avisaba al Feyenoord de que el Atlético le podía seguir haciendo daño si se lo proponía.
Y Riquelme por la izquierda siempre encontraba la manera de hacerse presente en las pesadillas del Feyenoord. Se ha adaptado de manera perfecta a esa posición en la que el Atlético parecía que iba a echar de menos a Carrasco.
Pero el segundo gol llegó de la manera más inesperada. Barrios metió una pelota por encima de la defensa para Mario Hermoso y el central del Atlético, que probablemente quería prolongar la pelota al segundo palo, acabó rematando por encima del portero. Un gol espectacular aunque no fuera la intención del zurdo rojiblanco.
Con dos zarpazos de fortuna, el Atlético había liquidado el partido, aunque el Feyenoord no quisiera darse por vencido. Encontró el gol que tanto buscaba y le acercaba al empate cuando ya había comenzado a retirar a algunos de sus futbolistas más importantes. Trauner, el capitán, y Stengs, la figura más allá de Santi Giménez, se retiraron. Y el tanto llegó de la manera en que el Atlético acostumbra a sufrir, en una pelota parada, un córner que remató Wieffer, el mediocentro, de manera extraña. Sin levantar los pies del suelo entre un barullo de jugadores que se chocaban por delante de Oblak.
No fue suficiente eso para que el equipo de Simeone reviviera los fantasmas de la temporada pasada, cuando todo lo que podía salir mal salió mal para dejarlo fuera de Europa en el mes de noviembre.
Pero este Atlético es más sólido y tiene más confianza. Sabe lo que hace en el campo y tiene a la suerte de su lado. El gol que buscaba Santi Giménez lo encontró, pero en su propia portería. Riquelme sacó una falta y el cabezazo del mexicano, que quería despejar, cerró el resultado.
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