Balón de Oro
España sería rica en Balones de Oro de no ser por Messi y Cristiano Ronaldo
En una realidad paralela sin el argentino y el portugués, jugadores españoles se hubieran llevado hasta cinco Balones de Oro, todos consecutivos
Lionel Messi ya tiene en sus manos su octavo Balón de Oro. El que llega tras cumplir su sueño, el de entregarle el Mundial a su amada Argentina, siendo el indiscutible MVP del torneo para poner el broche de oro a una carrera futbolística que ya ve como el momento de decir adiós queda cada vez más cerca.
Este, el octavo, parece que será inevitablemente el último de Messi (aunque ya saben, nunca se sabe), mientras que las opciones de que Cristiano Ronaldo vuelva a coronarse como el mejor jugador del mundo una vez más también son escasas. Ocho para el argentino y cinco para el portugués, un total de trece galardones que demuestran el dominio con puño de hierro del planeta fútbol por parte de los dos grandes monstruos de la época. ¿Pero cómo habría sido sin ellos dos? ¿Quiénes habrían sido los mejores?
España, gran beneficiada
Era 2007 cuando Kaká subía al estrado a recoger el Balón de Oro. Cristiano, 2º; Messi, 3º. Ya estaban aquí, avisando, preparados para derribar la puerta. Y así fue. En un universo paralelo, sin los dos grandes dominadores del fútbol en esta era, la historia habría cambiado y el destino le hubiera regalado un total de cinco Balones de Oro al fútbol español.
En 2008 Cristiano y Messi ya ocuparon las primeras plazas, seguidos de un Fernando Torres que se habría bañado en oro de no ser por ellos dos tras completar un año extraordinario en el Liverpool. Xavi Hernández, ganador del triplete con el FC Barcelona, habría sido el elegido en 2009, mientras que su compañero Andrés Iniesta se habría coronado en 2010 tras marcar el gol decisivo que le dio a España el Mundial de Sudáfrica. En 2011 y 2012 se repetiría la historia: tanto el centrocampista de Terrassa como el de Fuentealbilla se habrían convertido en dobles ganadores de la Pelota de Oro. Palabras mayores que no se convertirían en realidad por un dominio abismal de Messi, que con 25 años ya se convertía en el único jugador de la historia en alzar el premio cuatro veces.
Neymar se queda a las puertas
Era 2013 y el Bayern de Múnich se convertía en el primer equipo alemán en conseguir el triplete. Ribery, hombre clave en el hito de los de Múnich, se conformaba con el bronce por detrás de los dos tótems. Lo mismo le sucedió a su compañero Neuer en 2014 tras alzar el Mundial de Brasil; de hecho, en aquella ocasión el Bayern hubiera podido formar un podio con tres integrantes de su equipo, colocando a Robben y a Müller tras el arquero alemán.
El segundo triplete azulgrana le bastó a Messi para recuperar el trono perdido; de no haber sido él, Neymar habría conseguido su primer Balón de Oro en 2015. También Antoine Griezmann habría sido el mejor jugador del mundo en 2016 tras una gran temporada con el Atlético de Madrid y una brillante Eurocopa con Francia. Y tras él, 2017 habría significado el segundo de Neymar, que estaba a punto de hacer las maletas para cambiar Barcelona por París y desaparecer para siempre de los aspirantes al Balón de oro.
Modric rompe la tradición
10 años de dominio de Messi y Cristiano ... hasta que llegó Luka Modric y dijo basta. Tras llevar a Croacia hasta la final de Rusia, el madridista rompió con el binomio para ser el Balón de Oro de 2018. El año siguiente Leo Messi recuperó el oro tras una gran temporada, negándole la gloria a Virgil Van Dijk, ganador de la Champions con un imparable Liverpool.
Llegó la pandemia y provocó una decisión que sigue trayendo cola: el Balón de Oro de 2020 no fue entregado a pesar de que la temporada futbolística si que se completó. Un premio que de lo más seguro se habría llevado Robert Lewandowski. Y Messi volvió a reinar en 2021, con Lewandowski quedándose otra vez a las puertas de su merecido oro.
La última excepción llegó el año pasado, cuando Benzema fue el indiscutible rey de 2022. Ahora, por enésima vez, Messi ha recuperado el trono perdido y ha relegado a Haaland a una plata que tarde o temprano se convertirá en oro.
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