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La inquietante revelación de la ex asistente de Maradona: “Hay una mano negra para que su muerte no se aclare”

Gabriela Camaño, asistente de Diego, relata a LA RAZÓN las irregularidades del proceso judicial y tacha la filtración del «affaire» cubano de «El Pelusa» como una «maniobra de distracción»

Gabriela Camaño, ex asistente de Diego Maradona, junto a el Pelusa
Gabriela Camaño, ex asistente de Diego Maradona, junto a el Pelusalarazon

Gabriela Camaño todavía se emociona cuando habla de «mi Dieguito». Se le saltan las lágrimas al recordar sus años juntos cuando ella trabajaba como su asistente personal, pero también al aseverar que lo que está ocurriendo en el juicio por supuesta negligencia en la muerte de Maradona «es una absoluta vergüenza». Gabriela atiende a LA RAZÓN desde Buenos Aires, a donde viajó hace seis meses. Ella reside en Dubái, allí trabajó en 2014 y 2016 para «El Pelusa», pero regresó a Argentina hace medio año para despedirse del que fue su jefe y amigo y darle el último adiós. También lo hizo animada por dos de las hijas de Maradona, Dalma y Gianinna, que de hecho la reclamaron para participar como testigo en el proceso judicial que investiga la muerte del futbolista. «Es terrible que casi un año después de su muerte no haya nadie entre rejas. Su muerte fue una absoluta negligencia, pudo haberse evitado, pero hay una mano negra que está haciendo lo imposible para que todo se ralentice. En cuanto me propusieron que acudiera como testigo no lo dudé. Y es que el periodo que Diego estuvo en Dubái ocurrieron muchas cosas que deben de ser tratadas, pero la justicia argentina está poniendo freno a que cuente lo que viví», asevera.

Hasta el momento son siete personas las que están imputadas, entre ellas el neurocirujano Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov, la médica que coordinaba los cuidados domiciliarios de Maradona y varios enfermeros que lo trataban, «pero todos se han exculpado y no se están presentando las pruebas correctas, y hay muchas irregularidades, es más todos ellos están felices disfrutando de viajes y fiestas, mientras que los que queríamos a Diego lloramos su muerte. Él dio la vida por su país y allí fue donde lo mataron, si hubiera permanecido fuera, en Dubái, esto no hubiera ocurrido. ¿Cómo es posible que no haya nadie preso?», reflexiona.

Según Camaño, en el país árabe«Diego tenía una vida de jeque, mientras que en Argentina vivía como un pobre, ni siquiera tenía más de dos sábanas para cambiar su cama». La que fue su asistente y mujer de confianza asegura conocer a Diego mejor que muchos de los que rodeaban y «se aprovechaban de él». De hecho, ella siempre se refiere a «su entorno» de una manera negativa y apunta a su responsabilidad el triste final del astro del fútbol. Entre los que se hacían valer como hombres de confianza de Maradona, están su guardaespaldas, Maximiliano Pomargo, «que no le protegía ni de una pluma», dice Gabriela, y su apoderado, Matías Morla. Es más, la ex asistente no guarda ningún buen recuerdo de ellos: «Cuando yo trabajaba para Diego, teníamos una relación muy especial, estaba completamente a su servicio. Hablábamos de todo, me preocupaba de su dieta, de su medicación, de sus visitas al médico, del complicado momento cuando tuvimos que ingresarlo. Teníamos muy buena sintonía. Es más, yo le encendía el Habano que se fumaba cada noche antes de dormir».

Pero llegó un momento en el que todo cambió «por culpa de su entorno». «La que era su pareja entonces, Rocío Oliva, y de la cual yo también me encargaba, se fue durante unos meses a Argentina. Diego, que no sabía estar solo, me pidió que me instalara en casa con él. Y así lo hice. Me pusieron en una habitación contigua a la suya. En esos ocho meses leíamos la Biblia juntos, rezábamos y hablábamos de todo. Pero un día, uno de los que manejaba a Diego me dijo que yo debía de ser su novia, ya que era la única persona que le calmaba. Pero yo me negué. Teníamos una amistad preciosa, pero nada más», relata.

La llamada «pre mortem»

Aquella propuesta no quedó ahí, es más, se lo plantearon hasta en dos ocasiones más: «Me decían que Diego era tímido y que no se atrevía a contármelo y que por eso lo hacían ellos (en referencia al intermediario, que habría sido Matías Morla, aunque ella evita concretarlo). Me dijeron que me pondrían un sueldo de por vida, me comprarían una casa o lo que quisiera, que pidiera lo que fuera porque sabían que había que tener valor para ser su pareja, pero aun así me negué». Tras negarle tres veces, Gabriela cayó en desgracia y poco a poco la alejaron de Maradona. «En varias ocasiones y sabiendo cómo estuvo en los últimos tiempos, les pedí por favor que me dejaran estar con él, ayudarle, yo sabía cómo tratarle, pero me apartaron, me sacaron la tarjeta roja y no me dejaron estar más a su lado».

Tras la muerte del futbolista consiguió por fin contactar con sus hijas Gianinna y Dalma a quienes, según dice Gabriela, no les resultó extraña la historia del aislamiento de su padre por parte de quienes se hacían llamar sus «protectores y que al final acabaron con él».

Sin embargo, ahora, la que fue su asistente asegura ser una pieza clave, por ejemplo, con el tema de la polémica herencia del futbolista, ya que en el periodo que ella compartió con Diego «ocurrieron muchas cosas»: «Allí se hizo el último cambio en su testamento y varias transacciones muy importantes. Dubái tiene una legislación muy particular, si negocias bien, puedes sacar buen partido a los negocios. Por este motivo se crearon entonces muchos negocios. Además, allí recibió regalos de muchísimo valor que todavía hoy están en disputa y muchos de los cuales han desaparecido. A Diego le llegaban cajas enteras de relojes que nadie ha sabido dónde fueron a parar», relata Camaño.

A este testimonio sobre su herencia, se sumaría la testifical de Camaño en el juicio por su muerte: «Estamos seguros al 90 por ciento de quién es el que está frenando el proceso, pero no podemos dar su nombre. Hay muchas personas involucradas detrás: políticos, empresarios, jueces... gente muy poderosa. Y para distraer la atención sacan ahora a la luz historias como lo de la chica cubana. No es una situación fácil la de la chica, pero no hizo nada obligada. Yo estuve precisamente con Diego en Cuba y todos vimos cómo eran las cosas».

En ningún momento Gabriela niega la historia relatada por Mavys Álvarez, pero sí cuestiona quien está detrás de su «destape» en este momento. «Quieren distraer la atención y difamar a Diego. En estos meses que he estado en Argentina he hablado en varias ocasiones con sus hijas y están desoladas. No entienden el porqué de esta historia ni la razón de ralentizar el proceso. A las personas que deberían dar la cara ni siquiera las han imputado. Lo bueno es que los cinco hijos de Diego están unidos por la causa y están convencidos de que a su padre lo mataron», asegura.

Y a la hora de hacer autocrítica, ella también reconoce que, quizá todos pudieron «haber hecho algo más por salvar al futbolista». «Dos días antes de que muriera, a través de un amigo en común, conseguí que me dejaran verle, pero fue demasiado tarde. Nunca me pude despedir de él y es un dolor que tendré que llevar conmigo el resto de la vida».