Copa del Rey

La estampida de Dembélé puede con la Real (1-0) y mete al Barça en semifinales de Copa

Un gol del extremo, que firmó un partidazo repleto de desborde, derriba a un rival que dio la cara incluso tras la expulsión de Brais. Ter Stegen evitó el empate dos veces al final

Dembélé celebra el gol que dio el triunfo al Barcelona ante la Real en los cuartos de final de Copa
Dembélé celebra el gol que dio el triunfo al Barcelona ante la Real en los cuartos de final de CopaSiu WuAgencia EFE

Dembélé se desató en los cuartos de final de la Copa del Rey ante la Real Sociedad. Ya venía haciendo buenos partidos y esta vez lo bordó y completó la actuación con el gol que abría y cerró el marcador. Diego Rico sufrió sus carreras y sus regates en la primera parte, no pudo contenerlo, aunque el tanto no llegaría hasta después del descanso. El extremo francés es el maestro de lo imprevisible, para bien y para mal, por eso cuando ganó la espalda de la defensa vasca con mucha ventaja, todo el mundo esperaba que buscara el centro al área, a Lewandowski, al «killer», que ya corría hacia el palo más alejado, pero Dembélé decidió que lo mejor era tirar a portería. Fue un remate fortísimo que sorprendió a Remiro. Metió la mano el guardameta, pero se la dobló y el balón se fue a la red.

Llevaba un rato el Barcelona con un futbolista más sobre el césped por la expulsión de Brais cuando el primer tiempo estaba a punto de morir. Entró con los tacos por delante y por alto a Busquets, no dio a la pelota y sí a la espinilla del azulgrana. Había reaccionado la Real en ese momento a un buen arranque de su rival. Empezó el Barcelona fino, con movilidad, con precisión en la circulación del balón y con intensidad en la presión, para volcar el duelo en una dirección. No convirtió todo eso en un gol y los donostiarras se fueron soltando con la pelea de Sorloth, que se las tuvo tiesas con Araujo en un duelo muy físico, y la calidad de Kubo, que terminó estrellando un balón en el larguero cuando el encuentro todavía estaba empatado a cero.

Dembélé está en su mejor momento desde que llegó al Camp Nou y después de marcar incluso se atrevió a pedir a los aficionados apoyo, que animaran. Se le ha quitado la cara de asustado con la que jugaba cuando llegó. Era muy joven, eso es cierto. Pero la diana no hizo que la Real Sociedad se rindiera. Es un equipo en un momento exultante y optimista hasta en las peores situaciones, como podía ser esta. Es un conjunto tan compenetrado y con las ideas tan claras que incluso con un jugador menos no renunció a atacar. De hecho, tuvo unos minutos extraordinarios. Barrenetxea sólo pudo ser frenado por falta al borde del área cuando se disponía a disparar y Busquets vio la tarjeta amarilla. El tiro libre lo estrelló Kubo en la barrera. Después fue el japonés el que se escapó, obligando a la falta de Pedri, que fue amonestado, para cabreo de Xavi en el banquillo. El final de todo esto fue una oportunidad inmejorable de Sorloth, que remató por encima del larguero lo que era un gol cantado. Si lo hace aposta es difícil que le saliera un tiro así, pero impactó en la pelota con el tobillo y la mandó hacia arriba en lugar de hacia adelante, cuando Ter Stegen ya no era oposición.

Superó ese momento de crisis el Barcelona para llevar el duelo a una dinámica más esperable estando once contra diez. Tomó el control el conjunto de Xavi, buscando los desmarques al espacio ante la defensa adelantada de los blanquiazules y siendo peligroso cuando Dembélé conseguía encarar. Por su lado llegó la acción que terminó con el remate de Gavi al larguero. Tenía fuerzas la Real para salir de vez en cuando con las carreras de Sorloth, que obligaron a los centrales a estar muy atentos, porque el atacante noruego tiene una potencia y un peligro remarcables.

Se guardó Xavi con Kessié para el último cuarto de hora, pero no pudo evitar el susto final. Fue casi heroico lo de la Real, que obligó a que en los últimos minutos el protagonista fuera Ter Stegen, que evitó el gol de Robert Navarro, para corregir un error suyo en la salida de balón, y justo al final el de Olasagasti. Xavi no daba crédito.