Goleada

El Barcelona gana al Valladolid y vuelve a divertir al Camp Nou (4-0)

El equipo de Xavi juega de maravilla para derrotar al Valladolid con los goles de Lewandowski, la velocidad de Dembélé y la voracidad en la presión

Lewandowski celebra uno de los goles que marcó al Valladolid
Lewandowski celebra uno de los goles que marcó al ValladolidQuique GarcíaAgencia EFE

El Camp Nou gritó por fin «Lewandowski, Lewandowski», entregado a su nueva estrella, el fichaje que ha devuelto la ilusión a una afición deprimida los últimos tiempos. El polaco es la guinda de un pastel azulgrana que tiene que cocinar Xavi y al que deben dar sabor los jóvenes que piden paso y los que ya se lo han ganado, para que Lewandowski le dé el toque especial. El primer partido en casa del Barcelona, contra el Rayo, fue un pequeño naufragio. Llegaba el Valladolid con la intención de ser valiente, una característica del equipo de Pacheta, y no es que no lo fuera, es que no le dejaron serlo. Es sólo la jornada 3, pero el Camp Nou vivió una de esas tardes que ya casi ni recordaba, de buen fútbol, de ataque y de goles, basado en la velocidad, en el desplazamiento de la pelota y en la presión. La implicación de los jugadores en este arranque de curso se refleja en la voracidad que tienen para recuperar la pelota después de perderla. Por eso el Valladolid no pudo salir con ella dominada hasta el descuento del primer tiempo, cuando Eric evitó el gol de Anuar al meter la cabeza en el último instante tras una falta lateral.

Todo lo demás había sido un monólogo barcelonista en el que se vio todo lo que puede hacer un equipo: llegar por las bandas y romper por los pasillos interiores. Raphinha fue el primero en amenazar por la derecha. El brasileño es un futbolista que no se anda con tonterías, que va al grano, directo, al regate, a hacer daño, y su segunda gran conexión con Lewandowski terminó en el primer gol del partido. La otra no lo hizo por poco: el remate del polaco fue al palo.

Antes, Dembélé ya se había encontrado con la madera. Fue precisamente el francés el que tomó el relevo del brasileño como hombre peligroso. Se creció por momentos con taconazos que despertaban el «¡oh!» del estadio, y asistió a Pedri para que lograra el segundo. El canario sigue marcando goles, algo en lo que le ha insistido Xavi, sin olvidar su labor de dar continuidad al juego. Estuvieron muy finos y muy activos los dos interiores, Pedri y Gavi.

Sacó más de diez córners el Barça antes del descanso, no dejó de apretar y su entrenador pedía más, que chutaran, que fueran contundentes. No quiere el técnico que nadie se relaje y de momento está convenciendo a sus jugadores, porque el regreso de los vestuarios no supuso un alto el fuego. Pacheta buscó soluciones con la presencia de Roque Mesa y Óscar Plano, pero sin el balón para dominar y sin capacidad tampoco para montar contragolpes, se le cerraban todos los caminos.

En el Barça entraron Ansu Fati, Sergi Roberto y De Jong, y después Kessié, para unirse a una fiesta que Lewandowski llevó al momento de mayor éxtasis con su segundo gol, de tacón, con suerte, todo sea dicho, porque el balón toca en Joaquín, pero ¿cómo se le ocurrió rematar así? Su sintonía con el gol es indiscutible. Justo después del tercero se estiró el Valladolid por fin y no marcó porque lo evitó primero Ter Stegen y después Koundé, sobre la línea de gol a remate de Toni Villa.

Testigo de todo en el banquillo, también del último gol de Sergi Roberto, fueron Piqué, que sigue sin debutar este curso, y Jordi Alba, a quien le ha ganado el sitio Balde, el joven canterano que mostró su descaro especialmente en la primera mitad.

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