Fútbol

África reclama su momento en el Mundial femenino

Llega a su récord de participantes en el Mundial con Nigeria, Sudáfrica y dos debutantes, Marruecos y Zambia

Zambia's Lushomo Mweemba kicks the ball down field during the Women's World Cup Group C soccer match between Zambia and Japan in Hamilton, New Zealand, Saturday, July 22, 2023. (AP Photo/John Cowpland )
WWCup Zambia Japan SoccerASSOCIATED PRESSAgencia AP

Como nunca antes, África reivindica un lugar de honor en el fútbol femenino planetario. Cuatro representantes tiene este continente en el Mundial: Sudáfrica, Nigeria y dos de las ocho debutantes, Zambia, arrasada ayer por Japón (0-5) en el grupo de España, y Marruecos, que se estrena el lunes ante Alemania.

Tanto de manera individual como en conjunto, los cuatro combinados –récord de participación– aspiran a prolongar la progresión del fútbol femenino africano en la escena mundial. El objetivo, al alcance de las jugadoras africanas, para las que romper barreras sociales y estigmas es el mayor de los retos en el día a día, es mejorar la actuación del Mundial de Francia 2019, cuando Nigeria y Camerún superaron la fase de grupos. Teniendo en cuenta su solvente victoria en el último Campeonato de África celebrado en Rabat en 2022, Sudáfrica es, en teoría, el combinado continental con más posibilidades de brillar junto a la apuesta segura nigeriana. Capitaneadas por la centrocampista Refiloe Jane, las sudafricanas se encontrarán en su segunda participación con Suecia, una de los favoritas, Italia y Argentina en el Grupo G.

Marruecos es la otra selección africana que aspira a llegar lejos en este campeonato. No en vano, las «leonas del Atlas» firmaron una más que meritoria segunda plaza en el Campeonato de África, cuya fase final acogió la capital marroquí hace justo un año. Como en el caso de Sudáfrica, Marruecos puede presumir de que una parte importante de sus jugadoras se desempeñan en la liga nacional.

Lejos de pasar desapercibida, la brillante actuación del combinado femenino marroquí provocó una explosión popular de orgullo que se manifestó en cafés repletos de público en todo el país para ver a las «leonas» y llenos hasta la bandera en semifinales y final en el estadio Mulay Abdallah de Rabat –más de 45.000 espectadores–, con un público entregado en el que había también muchas mujeres y niñas. El equipo femenino de Marruecos ha contribuido, en un breve lapso de tiempo, a romper barreras dentro y fuera de la cancha. Desde entonces, el fútbol marroquí –tanto el masculino como el femenino– vive en una burbuja de alegría permanente. Tras el éxito del combinado femenino, fue el turno de «los leones del Atlas» en el Mundial de Qatar, en el que concluyeron cuartos después de haber eliminado a España y Portugal. Hace apenas dos semanas, la selección marroquí sub’23 se alzaba con el Campeonato del África y las calles del centro de la capital magrebí volvieron a ser una fiesta hasta altas horas de la madrugada. Una progresión colectiva que no puede entenderse sin la apuesta personal del rey Mohamed VI por el fútbol base, cuyo mayor ejemplo es la puesta en marcha en los últimos años de una red de academias a lo largo y ancho del país en la que destaca la situada en la ciudad de Salé.

Las «leonas del Atlas», como sus colegas de la selección masculina, se han convertido en el último año, merced a su buen desempeño futbolístico y a la percepción por parte de la sociedad de que también representan unos valores apropiados para la juventud, en un orgullo colectivo. Sus rostros adornan a menudo marquesinas y vallas publicitarias, y cada vez es más habitual después de su éxito del verano pasado ver a niñas jugando al balón en cualquier plazoleta o vistiendo la elástica roja o blanca del combinado nacional.

El país magrebí es cruce de caminos y herencias, y no solo esgrimen con orgullo sus jugadoras su condición de africanas. También la identidad árabe, pues las marroquíes son las únicas representantes de una región –por extensión también se reivindica la realidad del Norte de África y Oriente Medio, que incluye también Estados no árabes– donde la práctica del fútbol entre las mujeres sigue provocando estigmas y riesgos. Las marroquíes son también las primeras representantes del mundo árabe en jugar la fase final de un Mundial.

Nigeria nunca falla

La participación africana de este Mundial femenino se completa con Nigeria y Zambia. El combinado nigeriano, quizás el que llega más en forma al campeonato de entre las continentales, completará en Australia y Nueva Zelanda su novena participación –no han faltado a una sola cita mundial, algo que no puede reclamar ninguna otra selección africana–. Ostentan con orgullo haber firmado la mejor actuación de un equipo femenino africano, unas semifinales en las que cayeron contra la selección de Brasil en 1999; un hito que este año confían en poder emular lideradas por la delantera del Barça Azizat Oshoala, tal vez la mejor futbolista del continente. En su primer choque en el campeonato empataron a cero con Canadá.

Al igual que el combinado marroquí, la selección de Zambia debuta en una fase final de un Mundial con la aspiración de cuajar una buena actuación. El combinado zambiano se midió dignamente a las mejores en los Juegos de Tokio 2022 y hace dos semanas batieron en un amistoso a Alemania, pero el Mundial es otra cosa y les pudo el peso del estreno con Japón.

En los otros choques de ayer, Estados Unidos goleó a Vietnam (3-0), mientras que Inglaterra y Dinamarca ganaron a Haití y China por un gol a cero.