La clave

La única selección del mundo que se concentra junto a sus madres

A veces el éxito de un equipo, como se ha demostrado en este Mundial, va más allá del césped

Achraf Hakimi con su madre
Achraf Hakimi con su madre@TwitterLa razon

La selección de Marruecos, verduga de España y Portugal, se ha convertido en una de las grandes sorpresas de este Mundial de Qatar, el más atípico de la historia. Pero un éxito como el conseguido por Marruecos, primer semifinalista del mundo árabe y del continente africano en un Mundial, no se explica por solo por la suerte o la puntería.

Cuando Samuel Eto’o vaticinó que Marruecos y Camerún iban a disputar la final del Mundial Qatar 2022, todos se burlaron de él. Camerún se despidió del torneo en fase de grupos venciendo a Brasil pero el combinado marroquí sigue el camino que imaginó el exdelantero. Los Leones de Atlas vencieron 1-0 a Portugal y clasificaron a las semifinales del certamen. Mañana se medirán a la todopoderosa Francia por un lugar en la final pero ya se han ganado un lugar en la historia. Se han convertido en la primera selección africana que llega a las semifinales de una Copa del Mundo.

Fase tras fase, Marruecos ha pasado de ser una sorpresa a ser una realidad y son muchos los que ya lo ven candidato a ganar el título mundial en Qatar.

Trabajo e inversión

Un logro que no es fruto de la suerte sino del trabajo, el amor a unos valores y una fuerte inversión que ya dura años. Tras décadas de mediocridad, el Rey Mohammed VI apoyó económicamente la construcción de la Academia de Fútbol Mohammed VI, una institución que tenía como fin ofrecer educación y fútbol. Se buscaba formar grandes personas, pero también futbolistas para elevar el ranking del fútbol nacional a la cima de las listas africanas y competir a nivel internacional. Youssef En-Nesyri, autor del gol ante Portugal, Nayef Aguerd y Azzedine Ounahi crecieron ahí.

Asimismo, contrataron a ojeadores de toda Europa para que localizaran en el continente a todos los jugadores juveniles que cumplieran los requisitos. El lateral del PSG, Achraf Hakimi (España, 1998), y el portero Yassine Bounou (Canadá, 1991) son algunos ejemplos. De hecho,14 de sus 26 futbolistas convocados no nacieron en el país que representan.

Toda esa inversión empezó a dar sus frutos en los últimos años. Por primera vez en la historia,los clubes marroquíes son campeones de la Liga de Campeones africana masculina y femenina, así como de la Copa Confederaciones masculina, la Europa League africana. Y ya hemos visto de lo que son capaces en un Mundial.

Amor de madre

Pero áun hay más. En los cuatro meses que lleva como técnico de Marruecos, Walid Regragui tomó una serie de decisiones que explican por qué se ha convertido en la primera selección del continente africano que alcanza una semifinal de la Copa Mundial. Uno de ellos es la táctica. Los marroquíes se repliegan astutamente atrás para acto seguido apretar al oponente con el fin de forzar el error y lanzar rápidos contragolpes. Apenas han encajado un tanto en cinco encuentros y fue en propia puerta.

¿El otro factor? Las madres de los jugadores. Más allá de cualquier táctica, Regragui entendió el concepto de tener un buen ambiente en el seno de la selección, una sensación de identidad y qué mejor que el amor materno. El técnico de 47 años, con el aval de la federación marroquí, decidió que sus jugadores invitasen a sus mamás — incluyendo la suya — a la concentración, en un hotel entre los rascacielos de West Bay, el distrito financiero de la capital Doha, cubriendo todos los gastos. No existe otra selecciónque conviva con sus madres en este Mundial.

Tras cada logro histórico de la selección en este Mundial, los festejos han tenido como protagonistas a las progenitoras, una figura muy influyente en la cultura árabe. Después de transformar el penalti decisivo para eliminar a España en los octavos de final, el lateral Achraf Hakimi — la otra gran figura del equipo — corrió a besar y abrazar a su madre, que estaba en la primera hilera de las butacas del estadio Education City. La escena se repitió la noche del sábado en el Al Thumama después de que Marruecos doblegara 1-0 a Portugal. El volante marroquí Sofiane Boufal se puso a bailar con su madre en el césped.

Un baile que dio la vuelta al mundo y que demuestra que, tal vez, si el amor mueve montañas... también puede hacer ganar mundiales.