Opinión

El papá de todos se llama Sergio Scariolo

Ni siquiera la victoria sobre Grecia asegura los cuartos a este selección de baloncesto de la que Scariolo saca el máximo rendimiento con el mínimo de recursos

Sergio Scariolo, seleccionador nacional
Sergio Scariolo, seleccionador nacionalEuropa Press

Pocos pronosticadores imparciales, quizá ninguno, incluyen a esta selección española de baloncesto entre las candidatas al podio. Lógico: se jugaron la plaza olímpica contra Bahamas en casa y no respiramos tranquilos hasta los cinco minutos finales. Cabe alguna posibilidad –más de las que queremos admitir– de que ni siquiera se clasifique para los cuartos de final. E incluso así, uno no puede dejar sentirse conmovido en cada aparición del equipo de Sergio Scariolo. Porque no es una frase hecha: este equipo, con todas sus hazañas y también con sus escasos reveses como el fiasco mundialista del año pasado, pertenece a este malagueño de Brescia.

Rudy Fernández, sublimes sus dos triples en plena remontada griega justo antes de lesionarse, y Sergi Llull conforman una vieja guardia ejemplar; Santi Aldama asegura disponer de un talento ofensivo diferencial para el próximo decenio; y Lorenzo Brown es el mercenario entregado a la causa que conviene tener en todos los ejércitos; con estos mimbres y muy poquito más, se afana Scariolo en seguir compitiendo donde otros muchos ya habrían desistido. Él, que ha dirigido a la selección más deslumbrante de la historia del baloncesto FIBA, ¿tiene necesidad de mendigarle a Canadá una victoria sobre Australia? No, y ahí su grandeza.

Es muy tentador centrarse en los medallistas y dejar los comentarios sobre baloncesto para tiempos mejores, para cuando el horizonte más probable no sea ir al matadero de los cuartos de final contra LeBron y sus amigos. Pero es justo ahora cuando apetece homenajear a un grupo que, no en vano, se autodefinen como una «Familia». Son los primos grandullones que nos alegran cada verano. Cuando ganan, por supuesto, y también cuando pelean contra molinos de viento aun conscientes de sus limitaciones.