Opinión

Pau, el Hall of Fame y la era de Europa

La promoción del Salón de la Fama de 2023 sí desprende un aroma genuinamente europeo

Pau Gaso
Pau Gasol, durante su discurso de ingreso en el Salón de la FamaCJ GUNTHERAgencia EFE

Desde la histórica aceptación del ruso Serguei Belov (1992), un puñado de jugadores del Viejo Continente había accedido al Salón de la Fama, el sanctasanctórum del baloncesto estadounidense o, lo que venía a ser casi lo mismo, mundial. Sin embargo, ese ingreso, como el de los Gallis, Cosic o Meneghin… dejaba un perfume de concesión paternalista, casi de relación metrópoli-colonia, que ni siquiera amainó con las entradas de los Marciulionis, Divac, Petrovic, Kukoc, Sabonis o Radja, pese a que ellos sí dejaron cierta huella al otro lado del Atlántico.

La promoción de 2023, con Pau Gasol, Tony Parker (Dios guarde por muchos años a Eva Longoria) y Dirk Nowitzki, sí desprende un aroma genuinamente europeo, al tratarse de tres baloncestistas que dominaron la NBA sin haber pasado por universidades norteamericanas durante su etapa de formación. El alemán, incluso, fue elegido en la temporada 2006/07 mejor jugador de la liga, un premio que han copado en las cinco últimas campañas el griego Giannis Antetokounmpo, el serbio Nikola Jokic, con dos galardones cada uno, y el franco-camerunés Joël Embiid.

El peso específico de jugadores ya asentados como Luka Doncic, otro MVP potencial, o en devenir como nuestro Santi Aldama marca una tendencia que alcanzará su culmen, parece ser, con Victor Wembanyama. Sobre este parisino de 19 años, que en junio encabezó las elecciones del draft (se va a San Antonio para aprender de la mano de Gregg Popovich, ‘hallofamer’ también desde anteanoche y el técnico yanqui que mejor ha explotado históricamente el talento internacional) ha dicho el mismísimo LeBron James que es “un extraterrestre que cambiará la historia de este juego”.

El baloncesto es un deporte global cuyos mejores jugadores nacen en cualquier rincón del planeta y empieza resultar bastante pretencioso que las franquicias campeonas de cada temporada cuelguen en los techos de sus pabellones banderolas conmemorativas con el título de "World Champions". Los vigentes campeones del mundo, perdón por la impertinencia, son españoles porque ganaron en 2019 un torneo cuyos otros semifinalistas fueron Argentina, Francia y Australia. Dentro de unas semanas, veremos si España se sucede a sí misma o si lo hace Estados Unidos. O cualquier otra selección.