Champions League

Kiev

Salah acapara los focos

El jugador egipcio es el protagonista del partido que el Liverpool, favorito tras el 5-2 de Anfield, afronta en la capital italiana ante el Roma en busca de la final.

Salah vuelve a Roma, donde jugó la temporada pasada, dispuesto a clasificar al Liverpool para la final de la Liga de Campeones
Salah vuelve a Roma, donde jugó la temporada pasada, dispuesto a clasificar al Liverpool para la final de la Liga de Campeoneslarazon

El jugador egipcio es el protagonista del partido que el Liverpool, favorito tras el 5-2 de Anfield, afronta en la capital italiana ante el Roma en busca de la final.

Vuelve Mohamed Salah a Roma, a su antigua casa, y lo hace con la camiseta de los diablos rojos y con la intención de llevar al Liverpool a la final del próximo día 26 en Kiev. Es el egipcio, 25 años, el máximo atractivo y el centro de atención de un partido en donde los discípulos de Jurgen Klopp parten con la ventaja del 5-2 conseguido en Anfield.

Monchi, secretario técnico del equipo italiano, reconoció hace unos días que la fuga de Salah de la capital italiana fue por su culpa. Tenía el Roma que ajustar sus cuentas por mor del fair play financiero y la oferta del Liverpool era muy buena. Mohamed cogió las maletas, viajó a la ciudad británica, se puso a las órdenes de Klopp y comenzó, a base de goles, a ganarse el crédito, la estima y el reconocimiento del mundo del fútbol. Lo que no había podido hacer en el Chelsea, al que llegó de la mano de Mourinho, se fue haciendo realidad en la tierra de The Beatles, Llegaba con un zurrón de 15 goles y 13 asistencias en su última campaña en el conjunto «giallorosso», pero todo se ha multiplicado, todo se ha magnificado –las calles de El Cairo están llenas de fotos suyas– y ahora pelea con Messi por la Bota de Oro, tiene un gol menos (31) que el azulgrana y un futuro que le aleja de Liverpool porque el Real Madrid, el City y los más grandes le tienen en sus oraciones de mercado. Klopp apuesta por agarrarle de la zamarra para que se quede junto a él y todo puede depender de lo que suceda en esta Champions y en la hipotética final porque su cotización se ha disparado. Además, tiene el Mundial con Egipto, entrenada por Héctor Cúper, como el escaparate definitivo para consagrarse.

Antes tiene que echar una mano a su equipo, a un Liverpool que afronta el choque de esta noche con ventaja, con el papel de favorito para estar en Kiev, pero con el convencimiento de que enfrente estará el equipo de Di Francesco dispuesto a repetir la proeza conseguida ante el Barça. El técnico italiano, con fama de estudioso y buen estratega, buscará la fórmula de amargar la noche a Salah, Firmino y Mané, los tres puñales de los diablos rojos que destrozan defensas a base de velocidad y desmarques.

«Te puede hacer daño en cuanto les das una pulgada, pero quiero dejar claro una cosa: en una semifinal de la Liga de Campeones frente a 70.000 personas, ¿esperan que un equipo simplemente se rinda?», advirtió Di Francesco cuando se le inquiere por las posibilidades de su equipo, obligado, al menos, a marcar tres goles. Nadie se rinde, nadie baja los brazos y el recuerdo de la ida en la que el Roma hizo dos goles en los últimos diez minutos sirve o vale para que nadie arroje la gota de optimismo en el equipo que dejó al Barcelona con un palmo de narices.

Klopp ya ha tomado nota. Sabe que para el Liverpool una final, once años después, sirve para devolver al club ese gramo más de historia que siempre ha tenido. Va a apostar por los mismos que jugaron en la ida, con Wijnaldum por el lesionado Oxlade. Con el contragolpe como arma principal y con Salah, elegido ayer mejor jugador de la Premier por los periodistas, como referente. Un Salah pletórico, que se enfrenta, no se sabe cómo le recibirá, a su antigua afición.

En el Roma se han caído Strootman y Perotti por lesión. Schick y El Shaarawy serán los que acompañen a Dzeko en esa vuelta de tuerca que Di Francesco va a dar al sistema, para jugar un 4-3-3, muy ofensivo en busca del milagro en la noche en que Salah es el actor principal.