Tenis
Se cumplen 20 años del triunfo de Nadal en El Espinar: el susto con las motos de agua, el peine que no aparecía y el "no volveré a no ir a por una bola"
Varios protagonistas rememoran el paso de Rafa por El Espinar justo antes de que empezara la leyenda. Se ofreció a todos los actos, llenó las pistas y ya dejó muestras de lo que iba a ser después tanto dentro como fuera de la cancha
En el año 2003 el tenis español estaba de enhorabuena porque Juan Carlos Ferrero se proclamó campeón de Roland Garros, después de haber caído el año anterior en la final con Albert Costa. Había mucho nivel... Y lo que estaba por llegar, porque un joven Rafa Nadal empezaba a caminar por la élite, y lo hacía a toda velocidad. Se cumplen 20 años de su paso por el carismático e histórico Challenger de El Espinar, en Segovia, donde levantó el título y donde ya dejó constancia de algunas de las cualidades, además de su tenis, claro, que le han terminado convirtiendo en uno de los mejores deportistas de la historia. “Le fichamos como una de las estrellas y vino con una humildad increíble. Sabía de la dificultad del torneo, es pista rápida, a 1.200 metros de altitud, y vino con mucha anterioridad. Trabajaba todos los días por la mañana y por la tarde y después de cada partido y de cada entrenamiento atendía a todo el mundo, a todos los niños que le pedían autógrafos, fotografías... Hasta que no terminaba el último no iba a ducharse”, recuerda Javier Martínez, que era el director del torneo en ese momento.
“No fue nada fácil, Rafa venía de jugar en Umag en tierra, de hacer semifinales en un ATP 250, que perdió con Carlos Moyá, y de ser allí campeón de dobles [junto con Álex López Morón], su primer título de esta categoría en parejas”, cuenta Toni Colom, que fue el entrenador que le acompañó en El Espinar. “Rafa empezó esa temporada disputando Challengers, no planteaban que su carrera fuese tan rápida. Pero ya había dado muestras de su evolución en Montecarlo, en Barcelona en el Godó... Jugar este Challenger de El Espinar era como retroceder un poco, pero tendrían cerrado el acuerdo y lo cumplió. Además, era ir a jugar en pista dura y además en altura, cuando venía de tierra a nivel de mar. Tampoco a nivel personal era fácil. Aunque en años anteriores ya viajaba bastante con Futures, el calendario era más apretado e ir a Segovia era sacrificar una de las pocas semanas que él disponía en verano para poder estar en Porto Cristo junto a sus amigos haciendo vida como un joven de 17 años”, prosigue Colom, que asegura que Rafa puso todo de su parte para adaptarse después de que los primeros entrenamientos fueran "un desastre". “En altura a la mínima que metías un poquito la mano por debajo la pelota volaba y tuvo que ir haciendo varios ajustes: el restar un poco sobre la línea de fondo y no tan atrás, el intentar pillar un poco la pelota cuando estaba de subida y no de bajada... También adaptarse al calor”, explica Colom.
"La gente conectó con él, llenó las pistas todos los partidos"
“Pedro Muñoz me dijo: “Este chaval va a llegar muy alto, va a ser un número uno, fíjate en él”, rememora Pedro Merino, quien fuera y sigue siendo fotógrafo de El Espinar. Muñoz, fallecido en 2021, fue el fundador del torneo y después llegaría a ser presidente de la Federación. Nadal era por aquel entonces el número 51 del ranking. En el mundo del tenis todos hablaban de él, pero no era tan conocido para el gran público. Lo promocionaron como “este va a ser el jugador del futuro y nosotros vamos a tener la suerte de disfrutarlo”, afirma Javier Martínez. Le televisaron todos los partidos en directo por Televisión Española, por Teledeporte y por el Canal Internacional. Pusieron el foco en él. “Y la familia lo agradeció mucho”, dice Javier. “Y la gente conectó con él, porque enseguida las pistas se llenaban”, completa Pedro Merino.
“Era un torneo que tiene muchísimas actividades, un Campeonato Cadete, torneo de silla de ruedas, clínics. Le pedíamos que estuviera en muchos eventos y no me decía que no a nada, con esa cara de niño que tenía”, expone Javier Martínez. “Él era muy amable y en el momento que pedías algo, enseguida lo hacía. Prensa para entrevistarlo, sin problema. La fiesta de jugadores, sin problema. Era abierta al público y se relacionaba con la gente tan tranquilo”, insiste el fotógrafo Pedro Merino. Una de esas actividades no le hizo demasiada gracia a su entrenador Toni Colom. “Fue ir con unas motos acuáticas y yo estaba preocupado por si ocurría algo, las motos también te pueden cargar los brazos... Hubiese preferido que no fuésemos, para estar más tranquilo en este aspecto, pero a nivel mental para él poder desconectar era bueno. Como Fernando Verdasco [también estaba en el torneo, y Feliciano López] fue a lo de las motos, fuimos y tuvimos un pequeñito susto porque sin ir a mucha velocidad, el freno de la moto no se activó o algo y chocamos contra unas matas”, narra su técnico.
Su padre fue a "ver al hijo, no al tenista"
Rafa viajó a El Espinar con un amigo al que llaman el “Trapa”. “Tuvimos momentos más entretenidos de poder estar jugando a cartas, de poner tener él conversaciones con gente de su edad, eso hizo que la semana fuese más llevadera”, desvela Colom. También fue su padre, Sebastián, a visitarlo y Javier Martínez recuerda que le quiso poner un coche para que le fuera a buscar a Barajas, y el padre le dijo que no, que él alquilaría uno. 'Bueno, ¿te reservo el hotel?', le propuso también. Y Sebastián: 'No, yo ceno con Rafa y me vuelvo a Madrid'. 'Pues te reservo para cenar en un sitio bonito', insistió Javier. Recibió otro no por respuesta, y después la explicación: “Es que yo vengo a estar con mi hijo, no vengo a estar con el tenista”. Rafa se iba después a la gira americana e iba a estar dos meses sin verlo. “Sabían diferenciar muy bien lo que era la familia de lo que era tenistas y esa visita del padre fue muy simbólica”, opina Javier.
¿Y en la pista? Pedro Muñoz solía recordar que Rafa le decía: “He jugado muy mal, Pedro, no la siento”. “Los primeros partidos los ganó a base de batallar y de sacar su carácter luchador. Rafa no pudo desempeñar un gran tenis hasta prácticamente la final, donde salieron a relucir las horas de entrenamiento y la adaptación”, reconoce Toni Colom, que recuerda con claridad una conversación que tuvo tras la primera ronda. Rafa estaba entrenando con Verdasco y su técnico se le acercó: “Muy sutilmente, porque era consciente del esfuerzo que estaba haciendo en todos los sentidos, le dejé caer que en el partido de primera ronda sí había visto que igual en algún punto, cuando a lo mejor el rival lo tenía casi cerrado, Rafa no luchó ese último golpe. Le dejé caer que era la primera vez que le veía hacer eso, que era lógico no ir porque el punto estaba perdido, pero lo habitual era que Rafa fuera a por todas las pelotas. Él me respondió: 'Vamos a ver, Colombo, -que me llamaba así-, vengo de jugar en tierra, ando cansado, estoy aquí en altura, en pista dura...'. Yo le di la razón en que era lógico, pero insistí en que sólo se lo comentaba porque lo que le estaba haciendo a él diferente al resto es que no daba una bola por perdida. Entonces él levantó un poquito la ceja y aceptó lo que se le estaba diciendo: “Colombo, tranquilo que no lo volverás a ver. Gracias por ese comentario”. Una muestra de que desde niño supo escuchar los consejos.
Rafa ganó al checo Vik, al italiano Dell'Acqua, al luxemburgués Gilles Muller (con el que más adelante tendría varios duelos, sobre todo en Wimbledon), al australiano Baccanello y al checo Zib en la final. Toni Nadal no estaba con su sobrino, pero sí mantenía contacto con él. Le llamaba antes de jugar para pulir los últimos detalles: que jugase más metido en pista, que hiciese cambios de dirección, que no enroscase más de la cuenta la pelota. “Igual una hora antes estábamos jugando a cartas con su amigo, y era: 'Va Rafa vamos a prepararnos, ¿has llamado a Toni?'. Era como hacer un cortafuegos, de estar desconectado a estar conectado, entonces veías en la cara y en la mirada de Rafa que después de estar conversación estaba en modo ya guerrero y a por el partido”, desgrana Colom.
En busca del peine
“Antes de la final -desvela Javier Martínez- me pidió una televisión para ver un partido amistoso de pretemporada del Real Madrid. Era también una forma de relajarse y se demuestra lo madridista que es”. Ese año el Real Madrid había fichado a Beckham y era la primera gira asiática que hacía el equipo en agosto, cuando se usaban las pretemporadas también para hacer caja en la época de los galácticos. El Madrid jugó contra una selección de los mejores jugadores de China. Ganó 0-4 “Y después también una cosa muy curiosa, que el primer día no encontraba un peine y y le pidió a una azafata si tenía uno, y a partir de ese momento todos los días le pedía a la misma azafata el cepillo, y en la final no encontrábamos a la azafata, y puse a todo el mundo a buscarla. Demuestra un poco la personalidad, el método que le ha llevado al triunfo”, concluye Javier Martínez.
Ahí, en ese niño, estaba ya el Rafa que todos conocieron luego: trabajador, sabiendo escuchar, familiar, con sus manías y sus rutinas... El año siguiente, en 2004, ganaría en Sopot el primer torneo individual de su carrera, y se proclamó campeón de la Copa Davis sumando un punto importante al por entonces dos del mundo, Andy Roddick. En 2005 levantó su primer Roland Garros y empezó su leyenda.
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