Pensiones

Un cheque de 12.000 euros solo para el 5% de jubilados que demoren su retiro

El incentivo más elevado para demorar el retiro apenas afecta a 300.000 de los actuales seis millones de jubilados. Un tercio cobraría unos 5.000 euros por seguir trabajando

Un hombre pensionista lee un periódico sentado en un banco de la Plaza Nueva en Sevilla
Un hombre pensionista lee un periódico sentado en un banco de la Plaza Nueva en SevillaJulio MuñozEFE

El cheque de 12.000 euros con el que el Gobierno quiere fomentar el retraso de la edad de jubilación para que la edad real media de retiro, situada en los 64,4 años, se aproxime a la legal, fijada este año en los 66 años, tan solo llegaría a ser cobrado por algo menos de un 5% de los actuales jubilados.

El esquema diseñado por el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, dispone de una batería de incentivos que incluye un «cheque» de hasta 11.000 euros por cada año de demora en el caso de pensiones máximas, que podría incrementarse un 10% adicional en carreras de cotización largas (más de 44 años y medio) acercándose a los 12.000 euros. Otra opción sería un incremento del 4 % de la cuantía de la pensión inicial por cada año de demora (frente al esquema actual que oscila del 2 % al 4 %), o una combinación de ambas propuestas.

Sin embargo, muy pocos jubilados alcanzarían esa cantidad en el caso de optar por el pago único propuesto en vez del aumento del 4% en la pensión inicial. De hecho, a 1 de marzo del presente año, algo más de 300.000 perceptores de una pensión de jubilación recibirían esos 12.000 euros si decidieran retrasar un año su retiro sobre los 6,1 millones largos que cobran una pensión de jubilación.

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Es decir, apenas un 5% de los jubilados cumplen en la actualidad las condiciones necesarias para acceder a los cheques más jugosos con los que Escrivá pretende tentar a los trabajadores en edad de jubilarse para que alarguen su vida profesional y retrasen su incorporación como pensionistas al sistema de la Seguridad Social.

Por contra, la inmensa mayoría de los jubilados cobraría los cheques más bajos. Un tercio de los jubilados se llevaría apenas 5.000 euros si optara por retrasar un año su jubilación, al encontrarse en la franja más baja de cotización y, por tanto, en la menos propicia a poder extender la vida activa al tratarse de empleos menos cualificados y con mayor desgaste físico. Y es que más de un millón de jubilados cobra mensualmente entre 650,01 y 700 euros, de lejos la cuantía más frecuente del sistema, mientras que solo 51.564 jubilados ingresan más de 2.707,5 euros al mes.

Según las tablas de incentivos previstas por Escrivá, más del 50% de los actuales jubilados recibiría una gratificación inferior a los 6.500 euros por renunciar durante un año al cobro de la pensión y seguir trabajando, la mitad de lo que cobrarían de jubilarse.

El «bonus» ofrecido por la Seguridad Social podría resultar más apetecible para las profesiones más cualificadas y con mayores derechos retributivos adquiridos de no ser porque el esquema diseñado reserva las mayores gratificaciones de demora respecto al sueldo como pensionista para las carreras de cotización más bajas.

Así, mientras los jubilados con importes de pensión de 15.000 euros anuales recibirían un cheque cercano e incluso superior, en las carreras de más de 44,5 años y menor pensión, al 50% de su retribución como jubilados, aquellos con las pensiones más elevadas apenas se llevarán un pago único equivalente al 30% de la pensión que dejarían de percibir en el caso de seguir cotizando. El supuesto ahorro para el sistema, por tanto, vendría de los pensionistas con mayores retribuciones, que son los más escasos, lo que genera bastantes dudas sobre la capacidad del esquema de Escrivá para sanear las cuentas de la Seguridad Social.

Pero ni siquiera en los tramos más bajos las bonificaciones superan las expectativas de jubilación de los trabajadores ya que es precisamente en estos casos en los que el sistema de pensiones es más generoso y la pensión reemplaza en más del 100% el último sueldo percibido.

El sistema de pensiones español es uno de los más generosos del mundo. Cada jubilado recibe de media 1,74 euros por euro cotizado durante su vida laboral. Este panorama implica que uno de cada tres euros del gasto público se destine al pago de estas prestaciones, lo que las convierte en la partida más abultada (se han presupuestado más de 160.000 millones para 2021), una tendencia que se acentuará con una población cada vez más envejecida y una natalidad entre las más bajas del mundo, lo que agudiza la falta de reemplazo en el mercado laboral.

La tasa de sustitución, que ofrece el porcentaje del ingreso bruto mediano de los pensionistas de entre 65 y 74 años en relación a los ingresos brutos medianos de la población trabajadora española de entre 50 y 59 años, lo que da una idea aproximada de la relación entre las pensiones y los salarios actuales, sitúa a España con el tercer porcentaje más alto (70%) de la Unión Europea por detrás de Luxemburgo e Italia.

Otra variable que demuestra la generosidad de las pensiones es la cuantía de la prestación que se va a recibir en relación al último salario percibido en la empresa antes del retiro, que en España se sitúa en torno al 80%. Esta situación, ligada a las últimas subidas de las pensiones, ha hecho que en la última década el incremento del gasto en pensiones en España sea casi el doble que en la Eurozona y el conjunto de toda la UE: un incremento del 40% por el 27% de la media comunitaria.

Por contra, los incentivos para mantenerse en el mercado laboral alcanzadas carreras de cotización «suficientes» son muy escasos y, a tenor de las propuestas del Gobierno, no parece que la situación vaya a mejorar mucho. De hecho, aunque las jubilaciones ordinarias generan un rendimiento medio mayor (4,1%), frente a las altas de jubilación parcial (3,9%), las jubilaciones demoradas voluntariamente (3,7%) y las jubilaciones anticipadas (2,8%), según el Banco de España, lo cierto es quien puede se prejubila.

Y son muchos. En concreto, un 38% de las personas que accedieron a la jubilación el año pasado lo hizo de manera anticipada, con menos de 65 años, un porcentaje similar al de hace diez años, aunque se ha reducido respecto al 44,4% sobre el total que llegó a representar en 2016. Según la Seguridad Social, de los 285.870 nuevos jubilados de 2020, 176.289 tenía 65 o más años, mientras que el resto era más joven: 22.970 tenía 64 años; 46.249, 63 años; 10.573, 62 años; 24.901, 61 años, y 4.888, 60 años o menos.