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Apagón

El gran apagón y las grandes dudas

Ni Pedro Sánchez ni su equipo prestaron atención a los avisos y ahora desvían la atención con acusaciones que no se sostienen contra las eléctricas

Rueda de prensa del presidente del Gobierno Pedro Sánchez Fernando Calvo Pool MoncloaEFE

Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) inicia su exuberante «Saga/Fuga de JB», puro «realismo mágico» o quizá «gallego», con un endecasílabo enigmático: «No lo sabemos, no, no lo sabemos». Tampoco sabemos qué provocó el «gran apagón» eléctrico del lunes 28 de abril. Es posible también que no lo sepamos nunca. Eduardo Prieto, director de Operación de Redeia –la empresa, en teoría privada, pero que controla el Gobierno, propietaria de la red– apunta como «muy posible» que hubiera habido «un evento de generación en el suroeste español». No aclara mucho. Pedro Sánchez, sin venir a cuento, arremete contra compañías privadas y contra las nucleares, mientras siembra incertidumbre al anunciar una investigación sin descartar del todo la hipótesis de un ciberataque.

Redeia, creada en 1985 como REE –Red Eléctrica de España–, está controlada por el Gobierno de turno a partir del 20% de capital que posee la SEPI. Siempre ha nombrado a los presidentes y estos a sus equipos. El Ejecutivo de Felipe González colocó al frente de la compañía, primero a Paulina Beato y luego a Jorge Fabra. El de Aznar, a Pedro Mielgo. El de Rodríguez Zapatero, a Luis Atienza. El de Rajoy, a José Folgado y el de Sánchez, a Jordi Sevilla, luego defenestrado tras un intento de actuar con independencia y sustituido por Beatriz Corredor, exministra, registradora de la propiedad y que hasta ayer no había dicho nada sobre el «gran apagón». Redeia, el pasado 26 de febrero, advertía en un documento enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de que «el cierre de centrales de generación convencional como las de carbón, ciclo combinado y nuclear implica una reducción de la potencia firme y de la capacidad de balance del sistema eléctrico, así como su fortaleza e inercia». Nadie hizo caso del aviso y tampoco de algunos incidentes en la red, solventados a tiempo, ocurridos en los últimos años. Ni Sánchez ni su equipo prestaron atención y, ahora, el presidente carga contra las nucleares porque –dice– «lejos de ser una solución, han sido un problema». La acusación no se sostiene, pero desvía la atención mientras se multiplican las dudas sobre el gran apagón, incluida la participación de servicios secretos extranjeros. Y que todavía «no lo sabemos, no, no lo sabemos», escribió Torrente Ballester.