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Un gran sueño hecho realidad: pescar langostinos en Valladolid
Noray comenzará a producir en octubre en una nueva nave para pasar de las 35 toneladas con las que cerraron 2022 a las 130 o 150 toneladas en 2024
El noruego Bjorn Aspheim tenía un sueño: producir un langostino que no tuviera químicos, hacerlo de manera sostenible y sin que tuviera que estar correlacionado con estar en el mar. Y aunque este proyecto supuso un gran reto en sus inicios, es a día de hoy una realidad. En pleno corazón de la meseta vallisoletana, en Medina del Campo se encuentra Noray, una granja bajo techo de cría de langostinos de alto valor gastronómico que permite unir tierra con mar. Pero, ¿porqué apostaron por este municipio español?
Hace quince años, en 2008, nació este proyecto y no fue hasta 2012 cuando empezó la producción de este langostino. "La razón por la que estamos localizados aquí es una decisión bastante estratégica, ya que queríamos estar en el centro de la península y estar en un punto equidistante respecto a Madrid y las costas de España", explica a LA RAZÓN la especialista en Marketing y Branding de Noray, Yolanda Patiño. Y es que sus instalaciones se encuentran a hora y media de la capital, a dos horas y media de la costa cantábrica y a cinco horas de Levante y Andalucía. No obstante, añade que este no es un modelo único que solo puede realizarse en Valladolid, si no que este es replicable en diferentes lugares de España, Europa o incluso "en cualquier sitio donde haya una tierra".
El 60% de la producción de Noray se queda en territorio nacional, mientras que el 40% restante se exporta a países como Austria, Alemania, Noruega, Dubai, Francia o Singapur, entre otros, donde están "muy acostumbrados" a consumir este producto de mar. En nuestro país, el principal canal de ventas es Horeca (Hoteles, restaurantes y cafes) y la distribución, el segundo es el retail y el tercero es el de ventas directas. Actualmente, Noray está en supermercados como Agropal en Valladolid y Palencia, en Carrefour Castilla y León, en supermercados Plaza y en La Sirena. Sin embargo, la compañía está midiendo la producción para comenzar su venta en más supermercados.
Un producto un 40% más caro
El langostino más comercial de Noray son entre las 40 y 60 piezas por kilo –pesan unos 20 gramos por cada pieza– y tienen un precio que ronda los 39 euros. "Las más grandes tratamos de no ofrecerlas al mercado porque el efecto sería incrementar el valor del producto y tener una demanda inferior", explica la compañía.
A nivel precio, la diferencia del producto Noray se nota mucho más en España que en otras regiones, ya que es un 30% o 40% más caro que el del resto de langostinos que se comercializan en el país. No obstante, la inflación no ha hecho mella en la compañía, ya que las ventas se han incrementado "considerablemente" respecto al año pasado. Esto se debe a que su "producto no es para todo el mundo" y Noray sostiene que están centrados en "un nicho que se sigue preocupando por lo que come".
Pero, ¿por qué pagar este precio superior? "Compras langostinos de esta misma especie en cualquier supermercado y nuestro sabor es diferente. No porque fue producido en otro sitio, sino porque fue tratado de forma diferente sin ningún sulfito que altere los sabores", sostiene la compañía. Por tanto añaden, que una categoría de producto como el suyo no existe y "comparar un langostino nuestro con uno blanco de importación no tiene mucho sentido porque no compite en cuánto a características".
En octubre empezarán a producir en la nueva nave
La granja de langostinos Noray cuenta con una nave con 24 piscinas y cada una de ellas con 250.000 litros de agua salada a 29 grados de temperatura en la que se crían 1.000 kilos de esta especie. "Aquí el agua salada nos cuesta mucho dinero, compramos sal especial de acuarios en Alemania. La legislación española no va a permitir coger agua de mar en ese volumen para traerla aquí, por ello, tenemos que recrear completamente un ambiente similar al que fuese en su estado natural", asevera Patiño.
No obstante, desde Noray están ampliando las instalaciones gracias a la ronda de inversión que cerraron en 2022 de 16 millones de euros para aumentar la producción. Así en el mes de octubre comenzarán a producir en la nueva nave de unos 10.000 metros cuadrados –mismas dimensiones que la antigua–. De esta forma aumentará la capacidad productiva, pasando de las 35 toneladas con las que cerraron 2022 a lograr entre 130 y 150 toneladas para 2024. Además, pese a que la granja de langostinos obtuvo una facturación por debajo del millón de euros en 2022, tienen el objetivo de que se incremente "proporcionalmente" al aumento de la producción.
Patiño sostiene que "no va a haber abastecimiento en los mares para dar salida a toda la demanda que hay", por lo que es necesario poner en marcha proyectos de acuicultura sostenibles con un "producto de calidad", ya que sino, se tendrá que decir adiós a los animales acuáticos.
Apuesta por la sostenibilidad y economía cero
La sostenibilidad está en el centro del proyecto Noray. Tanto es así, que es la primera granja bajo techo en el mundo en obtener la certificación ASC, un sello que reconoce la producción responsable con el medio ambiente de producto del mar cultivados, convirtiendo a Noray en un "referente de acuicultura sostenible en Europa", señala la compañía.
Entre las medidas y políticas "muy estrictas" que llevan a cabo en esta granja de langostinos destaca la reutilización y reciclaje del agua de las piscinas "todo el rato", así como la utilización de paneles solares de los que se deriva el 45% de la energía de las instalaciones.
"Trabajamos codo a codo con la Agenda 2023, con Ecoembes o en proyectos de investigación con la Universidad de Valladolid, para que el poco residuo que se genera –unos 2 o 3 kilos por tanque– se convierta en compostaje", sostiene Patiño.
Además, Noray apuesta por el kilómetro cero, ya que aunque cuenta con 38 trabajadores, "es muy importante el impacto positivo que tiene el proyecto en la zona y en la comunidad", dando oportunidades laborales y fomentando la proyección laboral a aquellos trabajadores de Castilla y León, así como de Valladolid. "Es un sector en pleno auge y emergente, y estamos generando empleo. Lo bonito de este proyecto es que podemos llegar a ser locales en todas partes", sentencia Patiño.
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