
Banca
La opa que se estrelló en el aire: ¿por qué fracasó el asalto del BBVA al Sabadell?
Lo que pretendía ser la mayor operación bancaria del año ha terminado como un ejemplo de cómo una estrategia financiera puede naufragar. El primer error fue el precio

La opa lanzada por BBVA sobre Banco Sabadell se ha cerrado con un resultado incontestable: apenas un 25,33% de aceptación, muy lejos del 30% que marca el umbral de control relevantey a años luz del 50% necesario para un control efectivo. Lo que pretendía ser la mayor operación bancaria del año ha terminado como un ejemplo de cómo una estrategia financiera puede naufragar por una mezcla de precio insuficiente, exceso de precipitación y un contexto político envenenado.
El primer error fue el precio. Aunque BBVA ofreció una prima sobre la cotización previa, esa ventaja se evaporó en cuestión de días: la mera noticia de la opa provocó una subida especulativa del Sabadell, impulsada por la expectativa de una contraoferta o de un respaldo político a su independencia. Cuando el mercado supera el precio ofertado, la operación pierde atractivo: los accionistas prefieren mantener sus títulos o venderlos en el mercado. En este caso, la propuesta del BBVA quedó desfasada antes de comenzar.
Conviene recordar que, en el mercado español, el 30% del capital o de los derechos de voto supone alcanzar el control significativo de una compañía, lo que obliga a formular una oferta por el 100% de las acciones para garantizar la igualdad entre accionistas. El 50%, por su parte, representa el control efectivo: poder nombrar la mayoría del consejo y dirigir la estrategia. BBVA aspiraba a ese 50%. Logró solo un 25%, insuficiente incluso para sentarse con fuerza en el consejo de Sabadell.
El segundo gran obstáculo fue la politización de la operación. Desde el primer día, el poder fáctico catalán y parte del Gobierno español convirtieron la opa en un pulso ideológico. No es la primera vez en la historia, y posiblemente tampoco será la última, que Cataluña influye de manera clara y notoria en las decisiones del gobierno de España. La resistencia institucional, unida a un discurso territorial cargado de simbolismo, elevó el precio del Sabadell y redujo las posibilidades de éxito. No fue solo una batalla financiera, sino también una guerra política que alteró la percepción del mercado, encareció el activo objetivo y redujo claramente las posibilidades de éxito. Si la operación se hubiera desarrollado en un contexto neutral, sin tanta interferencia política, quizá el desenlace habría sido distinto.
El tercer error fue estratégico. Intentar una opa en contra de las instituciones y sin respaldo político es, en un país como España, una decisión arriesgada. Ninguna operación de esta magnitud se puede entender solo en términos financieros. Requiere timing, apoyo institucional y sensibilidad regulatoria. En este caso, Carlos Torres y su equipo se precipitaron. El momento no era el adecuado y el entorno no acompañaba.
Los mercados son extremadamente sensibles a los factores de poder. Cuando perciben enfrentamiento entre empresas y gobiernos, reaccionan con desconfianza. Y en España, donde la política pesa más que la lógica económica, las operaciones corporativas se deciden tanto en los despachos de los reguladores como en los consejos de administración.
La opa del BBVA deja varias lecciones. La primera, que una prima atractiva no basta si el mercado percibe conflicto político. La segunda, que el control no se mide solo en capital, sino en confianza. Lo primero que se estudia en Economía, es que la confianza es fundamental para el éxito de cualquier operación financiera. Y la tercera, que las operaciones hostiles en España exigen consenso, no confrontación. Los movimientos financieros mal sincronizados pueden costar reputación, influencia, credibilidad y, por supuesto, también dinero.
En definitiva, la opa del BBVA pasará a la historia como una operación técnicamente más o menos sólida -con algunos aspectos como el precio cuanto menos revisables- pero estratégicamente mal calculada. El precio, el momento y el contexto político jugaron todos en su contra. El mercado, una vez más, no perdonó los errores de timing. Y menos aun cuando la política entra en el parqué.
Manuel Parejo Guzmán, doctor en Economía y profesor en la Universidad Pablo de Olavide
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