
Recursos humanos
Un trabajador de RRHH revela lo que no te dice tu jefe: "Los que que más trabajan son los más perjudicados por la empresa"
El profesional explica cómo los superiores se aprovechan del sector más vulnerable, y a la vez activo, que hay en la empresa, recalcando la necesidad de implantar límites

En el día a día de muchas empresas se repiten gestos que, aunque parezcan insignificantes, evidencian una distribución desigual de la carga laboral. Es habitual que el trabajador más comprometido, aquel que demuestra iniciativa, asuma tareas adicionales o responsabilidades que no le corresponden por pura implicación profesional. Su actitud proactiva lo convierte en una figura confiable para el superior, que tiende a delegar sobre él con la seguridad de que el trabajo saldrá adelante. Con el tiempo, este patrón se consolida hasta convertirse en una costumbre que no siempre va acompañada de reconocimiento ni compensación, generando un desequilibrio silencioso entre esfuerzo y recompensa.
Estos hábitos, cuando se prolongan, pueden derivar en situaciones de abuso laboral o en una vulneración de derechos. El Estatuto de los Trabajadores establece con claridad los límites de la jornada, la remuneración proporcional y la necesidad de respetar la clasificación profesional de cada empleado. Ignorar estos principios puede traducirse en sobrecarga, estrés y desmotivación, además de un deterioro del clima laboral. Cuando el esfuerzo de unos se convierte en el refugio de la pasividad de otros, el rendimiento colectivo se resiente y la responsabilidad acaba recayendo siempre en los mismos, sin que exista una distribución justa ni mecanismos de protección internos.
En contraste, en ciertas ocasiones, el perfil del empleado menos comprometido suele gozar de mayor libertad y menor presión, pese a percibir el mismo salario. Este desequilibrio genera frustración entre quienes sí se implican y debilita la cultura de esfuerzo. Por eso, resulta fundamental que el trabajador que asume más carga aprenda a exigir de manera adecuada mejoras o compensaciones acordes con su nivel de exigencia. Hacerlo con respeto, documentación y diálogo no solo refuerza la justicia interna, sino que contribuye a equilibrar las relaciones laborales y a fomentar un entorno donde el mérito se valore sin convertir la dedicación en una forma de explotación.
¿La empresa perjudica al que más trabaja?
Rafael Alonso, profesional de RRHH que se dedica a compartir consejos para obtener un mayor bienestar laboral, expuso en uno de sus vídeos más populares aquello que tus superiores te están ocultando y no quieren que sepas. "Como persona que ha trabajado en recursos humanos en los últimos años, las personas que no se quejan, que trabajan más duro y que consiguen resultados son las más perjudicadas de toda la empresa", indica. De esta manera, la meritocracia pierde sentido y perjudica a aquellos que más se esfuerzan en hacer su cometido. "Esto lo he visto en infinidad de ocasiones, gente que no da ni un palo al agua y que cobra lo mismo que el resto teniendo todavía menos responsabilidades", expresa en el ejemplo opuesto.
En este sentido, la confianza es algo que se puede ganar con el tiempo, pero también con el empeño por hacer las cosas bien dentro de la empresa. "Esto ocurre porque, psicológicamente, los líderes ven a los primeros como personas que trabajan muy duro y pueden sacar adelante el trabajo y, sobre todo, como personas en las que se puede confiar. Si piensas que alguien te la va a liar, pues no le das trabajo", asegura. No obstante, existe otro perfil que es aquel que lleva muchos años en la empresa y, con motivo de su posición, se "relaja", relegando sus tareas en terceros. "Se genera una situación totalmente injusta en la que la persona que es eficiente y hace las cosas bien tiene muchísimo más estrés que una persona que simplemente va a su trabajo y se va para su casa", recalca el experto.
El consejo que propone el experto de RRHH
Alonso, en réplica con esta mala praxis del empleador, recomienda seguir este consejo para marcar tu decisión a la empresa. "Si quieres conservar tu salud mental, lo que haría sería poner límites. Es decir, sería como pedir que se te pague en función de las responsabilidades e, incluso, de la carga de trabajo que tienes. Y si no pasan por el aro, que ese trabajo que confían que tú hagas, lo haga el otro", aclara en relación a la necesidad de imponer unas determinadas barreras que no se deben pasar. De esta manera, la relación entre empresa y trabajador se concreta, estableciendo las tareas y los excesos que no se deben cometer.
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