Editorial

Un sistema electoral que garantiza el voto

Conviene destacar que si todo ha quedado, presumiblemente, en una intentona de manipulación de los comicios se ha debido a que han funcionado los mecanismos de alerta de la Junta Electoral de Zona,

Mustafá Aberchán, líder de Coalición por Melilla
Mustafá Aberchán, líder de Coalición por Melillalarazon

No se trata de restar importancia a lo ocurrido con el voto por correo en la ciudad autónoma de Melilla, pero sí conviene destacar que si todo ha quedado, presumiblemente, en una intentona de manipulación de los comicios se ha debido a que han funcionado los mecanismos de alerta de la Junta Electoral de Zona, que reaccionaron con presteza ante la anomalía estadística que suponía el elevado porcentaje de solicitudes de voto por correo en la plaza norteafricana, casi un 20 por ciento del censo, sobre la media nacional, de apenas un 3 por ciento.

Hay que insistir en este hecho porque los distintos servicios de Información de la Seguridad del Estado dan cuenta de la intensificación en las redes sociales, a través de diversas cuentas ligadas a movimientos antisistema, pero sin descartar agentes extranjeros, de campañas que buscan sembrar la duda sobre la limpieza de las elecciones y, especialmente, del recuento de votos, en imitación de lo ocurrido en otros procesos electorales de Europa y América.

Pero, dicho esto, y siempre desde el respeto a la presunción de inocencia, que en el caso que nos ocupa surja como el principal sospechoso de la compra de votos el mismo partido, Coalición por Melilla, que se vio involucrado, en 2008, en un delito electoral de similares características y por el que fueron condenados por el Tribunal Supremo su presidente, Mustafá Aberchán y el secretario local del PSOE, Dionisio Muñoz Pérez, que había conformado una coalición con el primero, nos interpela sobre la capacidad de la democracia española para expulsar de su seno a individuos que sólo entienden la política como medio para el medro personal.

Así, parece increíble que pese a la trayectoria de Coalición por Melilla (CpM), que llegó a apoyarse en el GIL, y la mala experiencia de los socialistas, los dirigentes de Compromís, Más Madrid y, en cierto modo, Sumar, hubieran invitado a CpM a formar parte del llamado «Acuerdo del Turia», con el que se pretendía articular una nueva alternativa de izquierdas frente al PSOE y Unidas Podemos.

Que, al estallar el escándalo, los firmantes del citado acuerdo hayan expulsado del mismo a la formación melillense, que, sin duda, daba un toque «chic» multicultural a los coaligados, no justifica el patente descuido, rápidamente aprovechado, por cierto, por la huestes de Pablo Iglesias para cargar contra sus antiguos compañeros de aventura política. En cualquier caso, las medidas adoptadas por la Junta Electoral, exigiendo el DNI a los depositarios de las papeletas, ha conseguido reducir a proporciones razonables el voto por correo en la circunscripción electoral. Ahora, hay que esperar a que la investigación judicial abierta, a partir de la cual se han efectuado los primeras detenciones, aclare el alcance de la intentona y castigue a sus responsables.