Caravana
Sánchez lleva sus mítines a los feudos de PP y Vox
El PSOE concentra los actos centrales de la campaña en Extremadura y en la Comunidad Valenciana, regiones donde los de Abascal estarán en el poder
La campaña de las elecciones generales será muy diferente a la de las municipales y autonómicas. El PSOE ha aprendido de los errores que se cometieron entonces y se enfoca ahora en optimizar esfuerzos. Con una estrategia orientada a la ofensiva, sabedores de que parten de una posición desfavorable –por detrás en todas las encuestas, salvo el CIS–, son conscientes de que resulta mucho más rentable electoralmente centrarse en los medios de comunicación que en los grandes actos de partido.
De este modo, se puede ensanchar el espectro al que se dirigen los mensajes, hacia una audiencia ampliada y transversal respecto a la de los ya convencidos, que son quienes acuden tradicionalmente a los mítines y cuyo voto ya está asegurado. Ni siquiera la asistencia a estos actos sirvió en las municipales y autonómicas para testar el nivel de movilización del partido, dado que lo concurrido de los mítines –que concentraron a varios miles de personas en función de la plaza y el aforo– no se tradujo después en una mayoría suficiente en las urnas durante la jornada electoral.
Si bien los socialistas no se van a orientar prioritariamente en los mítines, también debido a las dificultades para la movilización en pleno mes de julio y a las altas temperaturas en buena parte del país, las plazas en las que sí se van a realizar han sido minuciosamente escogidas. Sánchez tiene que compatibilizar la agenda de campaña, con la internacional –marcada por la presidencia española del Consejo de la Unión Europea–, los debates electorales y la acción gubernamental. Por esta razón, los grandes actos con la militancia servirán para apuntalar un mensaje recurrente en esta contienda: reafirmar en el electorado la expectativa de un eventual gobierno de PP y Vox en La Moncloa, si no hay una mayoría solvente de izquierdas que pueda evitarlo.
Por ello, de la agenda que se va desvelando dos son los mítines que destacan: Extremadura (Plasencia) y la Comunidad Valenciana (Valencia). Se da la circunstancia, nada azarosa, de que se trata de las dos regiones en las que PP y Vox ya han pactado la presencia de la extrema derecha en los gobiernos. No se apuesta ya por bastiones tradicionalmente socialistas en los que darse un baño de masas o buscar la potencia de la imagen de un aforo a reventar, ahora se busca una evocación constante de los acuerdos a los que se ha llegado por parte de las derechas y que han resultado especialmente incómodos para la dirección de Génova. El de la Comunidad Valenciana por su rapidez y por la ausencia de complejos para pactar con los de Santiago Abascal; el de Extremadura, por todo lo contrario: por las excesivas reticencias que se han acabado superando a costa de la credibilidad de la candidata María Guardiola, que como verbalizó ayer Juanma Moreno «se ha tenido que tragar sus palabras».
Esta falta de complejos, aprovechando que ayer Alberto Núñez Feijóo reconoció abiertamente que si Vox tiene darle un voto positivo para su investidura tendrá derecho a ocupar un asiento en el Consejo de Ministros, se aprovecha por parte del Gobierno para recordar que Pedro Sánchez fue a una repetición electoral en 2019 por sus resistencias a pactar con Unidas Podemos tras las elecciones del 28 de abril. En aquel impasse antes de la convocatoria de noviembre, desde el PSOE se pidió al PP –incluso vía carta– que se abstuviera para facilitar la gobernabilidad y no tener que depender de los morados, una petición que cayó en saco roto y que no tuvo correspondencia con lo que hicieran los socialistas en 2016 para que gobernase Mariano Rajoy.
Una abstención que causó un profundo quebranto dentro del partido y que se saldó con la dimisión de Pedro Sánchez de la dirección del partido y su abandono del Congreso. También con la vuelta a Ferraz y la victoria en las primarias contra Susana Díaz y el aparato socialista a lomos del «no es no». Por ello, en la dirección socialista se muestran ahora inmunes a algunos pronunciamientos en favor de dejar gobernar a la lista más votada que llegan desde el «viejo PSOE» que representa Felipe González.
Sánchez hará mañana en sus conversaciones con ministros el último aperitivo de la oferta económica que presentará el PSOE al 23J, será con una entrevista a su vicepresidenta primera y titular de Economía, Nadia Calviño, antes de que el viernes haga la puesta de largo oficial del programa electoral en Madrid. El día anterior, también en la capital participará en la apertura oficial de campaña. Una agenda que irá trufando de intervenciones en medios, como el desayuno este jueves en LA RAZÓN.
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