Defensa

España se lanza a la carrera de los mini satélites LEO

La conectividad global y la autonomía europea, detrás de esta nueva carrera espacial

Tipos de órbita terrestre
Tipos de órbita terrestreMiguel RosellóLa Razón

La industria de los mini satélites está en pleno auge en España y en Europa, siendo uno de los sectores tecnológicos más dinámicos y estratégicos que tiene, además, del potencial no solo de transformar las telecomunicaciones sino también de incidir en áreas como la agricultura, la logística, el medio ambiente o la seguridad.

Este cambio está estrechamente ligado a los avances en los satélites de órbita baja, conocidos como LEO (Low Earth Orbit), que orbitan la Tierra a una distancia mucho menor que los satélites tradicionales, a unos 500-2.000 kilómetros aproximadamente, frente a decenas de miles de kilómetros de los geosincrónicos. Esta menor distancia les confiere varias ventajas, como ofrecer comunicación con menor latencia y mejores velocidades, así como generar menor basura espacial.

La constelación de estos satélites, operando en conjunto, facilita una cobertura casi global y continua, capaz de llevar conectividad incluso a zonas remotas, algo históricamente inalcanzable.

El hub en Barcelona

En este punto, Barcelona quiere ser un epicentro fundamental en este sector. Sateliot, que en apenas unos años ha conseguido varios cientos de millones en inversión y que cuenta con el respaldo de instituciones como la Unión Europea o la Generalitat, presume de ser pionera en la creación de satélites 5G de segunda generación y en el desarrollo de una constelación LEO que ofrece cobertura 5G estándar y universal.

Su llevar conectividad incluso a zonas remotas en la ciudad ha supuesto un hito para la industria aeroespacial española. Este centro representa un salto cuantitativo en la fabricación y diseño satelital, pues Sateliot ha apostado por internalizar la totalidad del proceso, desde el diseño hasta la fabricación. Así, el satélite Tritó, que ya se está construyendo allí, es el primer prototipo de segunda generación, con capacidades muy superiores a sus predecesores. Tiene una vida útil de siete años y puede gestionar hasta 16 haces simultáneos, una potencia equivalente a la de 16 satélites anteriores juntos. «Este modelo es significativamente más grande, robusto y capaz que sus predecesores, con una vida útil de siete años y la capacidad de gestionar 16 haces de conexión simultáneamente», explican los responsables de la compañía.

Este desarrollo no solo mejora la oferta técnica, sino que hace de Barcelona un polo de atracción para talento internacional (actualmente con más de 100 personas de 14 nacionalidades trabajando en Sateliot), y potencia la industria espacial local y europea. El CEO de Sateliot, Jaume Sanpera, subraya que «pensamos que es la primera piedra para conseguir ese clúster de tecnologías satelitales que queremos en Barcelona».

Soberanía digital europea

Además del módulo IoT, Sateliot ha integrado en su nuevo satélite tecnologías innovadoras como 5G New Radio NR y Direct-to-Device D2D que permiten la conexión directa de teléfonos móviles estándar cuando están fuera de la cobertura tradicional.

Esta capacidad es especialmente relevante para los sectores de defensa y seguridad, mostrando el alineamiento con la necesidad europea de soberanía tecnológica e independencia estratégica. La situación geopolítica actual impulsa la búsqueda de sistemas seguros y autónomos dentro del continente, y en este marco, España y Europa están avanzando para no quedar atrás en la competencia global. Miguel Ángel Vázquez, cofundador del Small Satellites Services International Forum (SSSIF), resalta que «debemos dotar a España de un marco sólido que proteja al país en y desde el espacio. La apuesta por la autonomía estratégica, la regulación avanzada y la soberanía tecnológica será clave para afrontar los nuevos retos del entorno espacial».

El reciente foro SSSIF, celebrado en Madrid, sirvió para remarcar la importancia del sector espacial en el panorama geopolítico europeo, y el papel que desempeña España como actor clave.

Como indican los expertos, asegurar la independencia tecnológica es vital. «Actualmente nos encontramos en un punto crítico en el ámbito de la seguridad, con amenazas cada vez más sofisticadas que ya afectan a sectores esenciales como la energía, el transporte o la sanidad. Proteger los satélites y los sistemas de comunicaciones es un reto estratégico que exige reforzar la gestión en momentos de crisis», declara Vicente Díaz, codirector de SSSIF.

En este sentido, programas europeos como IRIS2, que despliega capacidades de comunicaciones seguras mediante satélites, muestran la convergencia de intereses políticos y tecnológicos para garantizar un posicionamiento autónomo en el espacio.

Lanzadores reutilizables

Sin embargo, muchos en este sector reconocen que el espacio se ha democratizado gracias a Elon Musk y su empresa Space X, que ha abierto la última frontera al hacerla «accesible» a empresas privadas. Pero, al mismo tiempo, estas mismas voces reconocen que todos están cautivos de esta compañía, la única que, por ahora, es capaz de lanzar cohetes y satélites al espacio.

Un escenario en el que la Unión Europea también está trabajando para tener nuevos lanzadores. Uno de ellos es la española PLD Space, cuyo enfoque radica en la integración vertical y la fabricación rápida y eficiente. Sus instalaciones en el Aeropuerto de Teruel albergan la mayor infraestructura privada europea para la prueba de cohetes, con más de 155.000 metros cuadrados dedicados a 10 bancos de prueba desarrollados internamente. Esta capacidad permite fabricar y ensayar componentes en menos de 24 horas, otorgando independencia operativa y un control total de calidad.

El cohete MIURA 5 es el resultado directo de esta capacidad tecnológica. Equipado con el motor TEPREL-C y un diseño que prioriza la fiabilidad mediante el «Test like you fly» (probar en condiciones reales de vuelo), PLD Space asegura que ha reducido los plazos tecnológicos en el continente. Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de la empresa, destaca que «gracias a nuestras infraestructuras de ensayos, podemos diseñar, fabricar y validar hardware en un mismo día. Esa agilidad nos ha permitido desarrollar un lanzador orbital en dos años, a una velocidad, eficiencia y fiabilidad sin precedentes en Europa».

Conectividad IoT

Quizá la pregunta en este punto es para qué se quiere esta nueva generación de satélites.

Hasta ahora, conectar dispositivos con satélites requería dispositivos caros y propietarios, con costes prohibitivos para una adopción masiva. Sateliot quiere cambiar este paradigma al enfocar su tecnología en sensores IoT estándar, accesibles y económicos. «Un dispositivo bilingüe estándar cuesta entre 10 euros y la conexión cuesta 1 euro al mes, frente a dispositivos que cuestan 200 o 300 euros y sus altas tarifas», señalan.

La empresa comenzó su actividad en 2018 y rápidamente superó los obstáculos del mercado. Actualmente, las compañías acreditadas tienen conectados entre 4 y 5 millones de dispositivos IoT, y Sateliot ha firmado pedidos por 10 millones para el próximo año, cifra que duplica el mercado actual. Esto supone una oportunidad de alrededor de 285 millones de euros en ventas recurrentes. Esta digitalización masiva permite monitorizar zonas que antes no podían digitalizarse, beneficiando sectores como la agricultura de precisión, la gestión medioambiental y la seguridad en áreas despobladas.

Impacto en la vida real

Aunque el desarrollo espacial suele percibirse como algo lejano, la realidad es que los avances en mini satélites transformarán significativamente la conectividad y servicios en la vida diaria. Facilitarán la conexión en áreas rurales, remotas y de difícil acceso, mejorando la monitorización ambiental, la logística y la seguridad pública.

También abrirán posibilidades para dispositivos IoT cada vez más ubicuos y económicos, potenciando la digitalización en sectores productivos y creando nuevas oportunidades para las pymes y emprendedores.

Se podrá conectar redes privadas para múltiples usos: coche conectado, empresas de reparación de infraestructuras críticas, situaciones de seguridad, misiones de paz en el extranjero que necesitan conectividad en tiempo real.