Elecciones País Vasco

En Euskadi nada cambia

Reaparece una cultura intolerante y censora vinculada al ultranacionalismo vasco que impide debates mesurados

¿Por qué vota esta sociedad al nacionalismo? Será que todos hemos asimilado ya que los dueños son ellos»
¿Por qué vota esta sociedad al nacionalismo? Será que todos hemos asimilado ya que los dueños son ellos»VINCENT WESTREUTERS

Tras una campaña que ha resucitado los siniestros tics del espectro más radical y antidemocrático de la Comunidad Autónoma Vasca, todo lo demás, que importa mucho menos, ha permanecido estable. Reaparece, por tanto, una cultura intolerante y censora, por otra parte, muy extendida en la geografía española y aquí vinculada al ultranacionalismo vasco, que imposibilita cualquier debate político mesurado o inteligente. La primorosa fachada moderada del PNV ejerce de evanescente sedante entre la ciudadanía que le absuelve, sin juicio alguno, de sus veleidades con la corrupción. Las graves irregularidades en el vertedero de Zaldívar producen una vaga irritación en la ciudadanía. El nacionalismo sabe que la población en general (¡no solo sus votantes!), por diferentes razones, se lo perdona todo. Con sus actitudes paternalistas tratan de explicarnos que con ellos todo irá bien. Ortúzar advertía dramáticamente hace tres días en un mitin del desastre que supondría no obtener 1.500 votos más en Álava, lo que facilitaría la entrada de VOX en el parlamento. No ha tenido suerte.

Santiago Abascal ya estuvo en él entre 2004 y 2009 y ahora entra el candidato por Álava de su partido. Los resultados de hoy son calcos de las encuestas de las últimas semanas. Se puede afirmar que nada cambia mucho por el norte desde hace tiempo. ¿Exagerado? Vale, es verdad, ya no existe el riesgo de que le maten a uno. Pero electoralmente poco cambia por el norte. Que ETA dejara de matar podría haber sido un revulsivo para aprovechar y castigar su infame actuación pasada dándoles la espalda. Pues no. Los suyos permanecen donde estaban, es decir, comulgando con ruedas mastodónticas, pero una vez «blanqueados» van absorbiendo poco a poco a un sector antisistema podemita-vasquista. Si miramos los resultados de las elecciones vascas desde 1977 hay dos datos interesantes. Uno, la demografía vasca es un dato inquietante no suficientemente analizado. Desde 1981 la población ha aumentado en tan solo 36.000 personas. En 2001 el censo electoral de la CAV fue de 1.813.356 personas, hoy, en 2020 es de 1.788.602 personas. Una comunidad que no crece y envejece. Una comunidad en la que más de la mitad de los jóvenes vascos (57%) están dispuestos a salir de su comunidad en cuanto les ofrezcan un puesto de trabajo interesante (Eustat). Dos, el voto nacionalista (suma PNV+Batasuna o similares, sobre el censo electoral) nunca ha pasado del 46% (autonómicas 1986). En las últimas elecciones fue el 33,47%. En las de ayer el PNV ha obtenido el 19,46% y EH-Bildu 13,82%, sumados ambos, el abertzalismo supone un 33,28% sobre el censo total (a falta del voto por correo). A pesar de toda la artillería mediática y de una monumental aspiradora social que engulle desde la infancia y parece embadurnarlo todo de barniz identitario, el nacionalismo no crece cuando se trata de votar en secreto. Atendamos al dato de que los nacimientos de madres extranjeras ya llegan al 27%. Es la vasca actual una sociedad rara que aún se vende como pueblo cohesionado e idílico con una fuerte identidad y cultura propia. Una población que a pesar de la ingente cantidad de millones invertidos en inocular la lengua vernácula en la población ha conseguido que solo el 10% de sus habitantes lo utilicen como lengua de expresión. Pero más bien parece un experimento fallido que solo tiene un éxito indudable: siempre gobierna el nacionalismo. «Es lo que los vascos quieren». Pues será, es un análisis. Otro es que los ciudadanos vascos tengamos que callarnos por conveniencia puesto que son ellos los que asaltan para nosotros (Concierto Económico, mediante) la caja de los españoles. ¿Por qué les vota esta sociedad? Será que hemos asimilado que los dueños son ellos y que debemos estar contentos cuando, más o menos, nos dejan vivir en su solar. Mientras, la derecha no nacionalista que ha venido suponiendo desde el año 1977 entre el 6% y el 18% (en 2001) de los votos sobre el censo, hoy languidece al no llegar al 4%. Todo esto nos llevará a un nuevo gobierno formado por el PNV-PSOE. Para los que no votan nacionalismo es un consuelo: todo podría ser peor.