Elecciones País Vasco

Castañazo del gobierno de coalición

La falta de estabilidad política no es consecuencia de que haya nuevos partidos políticos sino que, muy al contrario, esto es resultado de la mediocridad de los líderes nacionales

Teoría y práctica del disimulo
Teoría y práctica del disimuloalbertoroldan.com

Según se cerraron los colegios electorales, los sondeos a pie de urna ponían la atención de periodistas y políticos en Galicia. Pero el escrutinio definitivo ha vuelto a demostrar que las especulaciones solo sirven para intoxicar.

En Galicia, Núñez Feijóo, que no el Partido Popular, ha vuelto a revalidar mayoría absoluta.Rara Avis en una época en la que para gobernar hacen falta acuerdos a varias bandas, pero lo importante de su victoria pone en evidencia otras realidades.

La primera es que cuando PP y PSOE justifican sus pírricos resultados nacionales en “la emergencia de nuevos partidos” los hechos demuestran que el problema es de los líderes. Pablo Casado aparece como alguien minúsculo al lado de Feijóo porque la oferta electoral vasca es Casado puro y la de Galicia es la de la mayor pesadilla de Casado.

La segunda es el batacazo sin precedentes de Podemos. En un partido democrático, desaparecer en Galicia y perder la mitad de los diputados en Euskadi obligaría a Iglesias a someterse a un proceso de confianza interno.

Formar parte del gobierno de España será bueno para él, pero ha resultado ser fatal para su partido. Además, la pequeña dictadura interna que ha implantado ha terminado por hacer estallar la formación política.

Es preocupante que Bildu sea la segunda fuerza política y con un considerable incremento de diputados. En tanto que sigan rentabilizando cuestiones como la derogación de la reforma laboral, por la miopía política de los dirigentes socialistas, seguirán creciendo.

Vox sigue creciendo. Que aparezcan con representación en la cámara vasca, el territorio que más rechaza a la extrema derecha en toda España, es un indicador muy importante que marca el peligro.

El otro perdedor es el PSOE, porque tampoco gana. Es posible que, con la inestimable ayuda de su equipo de prensa, Sánchez consiga que el ruido de la pólvora despiste sobre el sitio al que han ido dirigido de verdad los balazos, el gobierno de coalición.

El PSOE fue la primera fuerza en las elecciones generales. Ocho meses después no ha conseguido ningún rédito del hecho de ser gobierno en España y ha repetido como tercera fuerza política en Galicia, eso significa que solo ha conseguido el apoyo de los que ya no fallaron en 2016. Por cierto, el peor año electoral del PSOE de toda la democracia.

Aún no estamos en lo peor de la crisis y el gobierno acusa los golpes. La falta de estabilidad política no es consecuencia de que haya nuevos partidos políticos sino que, muy al contrario, esto es resultado de la mediocridad de los líderes nacionales.

Pero las estructuras de poder internas hacen imposible los relevos. De esta manera, Casado y Sánchez, lejos de ser la solución, se han convertido en el problema. El líder popular pensará que ha salvado los muebles, en realidad lo ha hecho Feijóo a pesar de él, y Sánchez venderá que ha ganado un diputado en Euskadi. Para ellos la perra chica y para los extremistas, los escaños.