Rey Felipe VI
Ataque al Rey para derrocar la Constitución
El viejo constitucionalismo del PSOE y el PP apoya que Zarzuela responda «con algún mensaje» a la campaña por el cambio de régimen de independentistas y Podemos
La Constitución tumbó el «golpe» independentista de 2017. Y tumbar la Constitución, el cambio constitucional, une programáticamente al independentismo y a Unidas Podemos. El Rey es sólo la excusa, por ser ahora el elemento más débil de la cadena, para ese objetivo superior que es conseguir de una manera o de otra el cambio de régimen. El independentismo lo persigue para facilitarse la autodeterminación; y la extrema izquierda, entre otras razones, con la excusa de la República.
Todos los partidos saben que lo que realmente está en juego es esto, no la figura de Felipe VI ni la Corona en sí, sino un cambio constitucional y de modelo territorial. Pero cada uno de ellos, por intereses distintos, está haciendo el juego a la campaña de Unidas Podemos contra la jefatura del Estado. Y ésta avanza progresivamente con la colaboración, incluso, de las partes que, en principio, están en contra de ella porque sólo están actuando pensando también en sus intereses de partido.
«Aquí, lo que hay en juego es la apertura de un nuevo periodo constituyente dirigido por las fuerzas extremistas, y [Pedro] Sánchez es un conductor suicida», advierten desde el socialismo por boca de un ex ministro del «sanchismo». De la misma manera que desde el viejo PP critican también la estrategia de la actual dirección. «Convertir al Rey en un Rey del PP, instrumentalizándolo y con campañas en las redes sociales de los dirigentes del partido con fotos de Felipe VI no le hace un favor, le debilita aún más. La defensa del Rey es la defensa de la Constitución. Y al Rey no hay que convertirle en un Rey de partido».
Las líneas rojas que se han cruzado esta semana en el ataque al Rey, agitadas por el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, y su ministro Alberto Garzón, han desconcertado hasta a muchos socialistas. Hay muchos demócratas de izquierda que reclaman que se respete la Constitución que tanto nos costó conseguir, pero para los que la Jefatura del Estado no es tan dolorosa como otros «ataques» al texto del 78, y esto los saben en el independentismo y en Unidas Podemos. «A estas dos fuerzas les une también la estrategia de utilizar las instituciones en las que han logrado representación para desgastarlas desde dentro», continúa el ex ministro del actual presidente del Gobierno.
Además, los morados han encontrado en esta campaña una doble utilidad porque es la mejor manera de buscar réditos entre su electorado que no pueden conseguir con la gestión del Gobierno de la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales. El Rey es también la vía para multiplicar su acción con ruido callejero y mediático y desestabilizar los apoyos del PSOE.
En los dos principales partidos hay una base constitucionalista, con veteranos de la política, en la que se comparte una visión muy alarmante del actual contexto político. Zarzuela es consciente de que «se está dejando comer el terreno» y de que políticamente se están utilizando en su contra los problemas del Rey emérito Don Juan Carlos. Por primera vez desde que se instauró la Monarquía democrática, en Zarzuela «hay miedo a perder la Corona».
La «era bonita» del Juancarlismo se perdió hace mucho tiempo –se desahoga el constitucionalismo de «pata negra»– y con la ruptura del bipartidimo el problema se ha agravado mucho más. En Zarzuela saben que «en cualquier momento se le pueden echar encima, como está pasando ahora, porque hay un caleidoscopio de partidos minoritarios que están en el Congreso y van a por el Rey».
El jefe del Estado está atado de manos porque si actúa por su cuenta sabe que «irán a por él y le acusarán de totalitario y de saltarse la monarquía constitucional». Pero el «viejo» constitucionalismo político, socialista y popular, coincide en que Zarzuela necesita y debe responder, aunque tenga miedo, y «tiene que dar un golpe en la mesa antes de que sea demasiado tarde». «Aquí hay una estrategia clara de aislar al Rey y de utilizarle políticamente, ahora para presionar a los jueces con la renovación judicial. Pero el objetivo de fondo es más ambicioso y peligroso. Por eso deben encontrar la fórmula para lanzar ese mensaje, como haría su padre, en respuesta a la estrategia política que busca caricaturizarle ante las nuevas generaciones como una figura decorativa, a la que ya no se deja viajar al exterior ni tampoco se le deja cumplir con sus obligaciones como jefe del Estado y máximo representante de la unidad territorial en Cataluña». La «vía Lesmes» es un primer gesto válido, pero «insuficiente».
A las fuerzas que están liderando la campaña contra la Constitución, vía jefatura del Estado, no se les pasa por alto que el contexto ayuda a los movimientos desestabilizadores. Pandemia, desempleo, incertidumbre, descrédito mayor de la política y ausencia de referentes de liderazgo alternativo. El contexto es perfecto. Pero lo que no tienen tan bien medido es quién va a ganar más con el polvorín de la crisis institucional que alimentan.
«Alguien tiene mucho que perder y alguien también puede ganar mucho. En principio, el beneficio irá a los extremos, pero no sólo independentistas y Podemos. También por la derecha irá a Vox, eso sin duda», sentencian en la actual dirección del Partido Popular.
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