14-F
Puigdemont, el no candidato omnipresente
El ex president, que no contempla una derrota del independentismo, quiere un papel protagonista y prevé participar hasta en dos mítines diarios por videoconferencia
Aunque han pasado ya más de tres años de su huida a Bélgica, Carles Puigdemont no está dispuesto a jugar un papel secundario en la política catalana. Con las heridas del «procés» –políticas, sociales y judiciales– aun abiertas, el expresidente de la Generalitat pretende estar muy presente en la campaña de las elecciones del 14-F que acaba de comenzar, despejada in extremis la incertidumbre sobre la celebración de los comicios.
El líder en la sombra de Junts per Catalunya (JxCat) está convencido, según fuentes de su entorno, de la victoria del independentismo en las urnas y confía en que su formación se impondrá a ERC en la pugna por la hegemonía soberanista. Y para ello, explican esas mismas fuentes, está dispuesto a volcarse en esta atípica campaña con una agenda que incluye su participación, por videoconferencia, hasta en dos actos electorales por día.
En la semana de la semilibertad de los condenados del «procés», pendientes ya de la tramitación de la petición de indulto, Puigdemont –bendecido por Pablo Iglesias como «exiliado»– sigue pensando que la posible concesión no influirá en un regreso que no contempla (Tribunal Europeo de Derechos Humanos mediante). «Lo que le dicen a él –apuntan respecto a esos indultos– es que es un compromiso alcanzado por el Gobierno socialista».
El líder soberanista, que todavía espera la resolución de su suplicatorio y de su posible entrega a España, sigue creyendo que Bélgica no accederá finalmente a la petición de la Justicia española. Y es que según fuentes próximas al expresident tiene la convicción de que su situación «va a durar ya menos de lo que algunos creen, aunque más de lo que él hubiese querido».
Las restricciones de movilidad por el confinamiento (Bélgica ha prohibido los viajes no esenciales desde el pasado miércoles y hasta el próximo 1 de marzo) han dado al traste con su propósito de exhibir músculo independentista en Perpiñán, como sucedió en febrero del pasado año. Allí, en la localidad del sur de Francia, también se ha visto con Quim Torra, con quien aseguran mantiene un contacto «regular», pese a que su sucesor al frente del Ejecutivo catalán, constatan, «está fuera de la política diaria» y tampoco ha podido desplazarse a Waterloo a despachar con su mentor por las restricciones impuestas por la pandemia.
«Su papel va a ser el de líder del independentismo, aunque no sea candidato», insisten en su entorno, apuntando que va a participar «en todos los actos de campaña que pueda por videoconferencia». Y es que aunque el expresident considera que las actuales circunstancias sanitarias no son las más adecuadas para celebrar unas elecciones, también es consciente –recalcan– de que, dada la incertidumbre sobre cuándo podría votarse con una cierta normalidad, no sería aceptable que una posible suspensión de los comicios se prolongara de manera indefinida.
Un contratiempo, también, desde el punto de vista familiar. «Su familia va a verle cada vez que puede. Cuando se podía viajar, él iba a Perpiñán y se reunían allí cada quince días, a veces con las niñas y también sin ellas. Está muy encima de su educación, se preocupa muchísimo», explican. En todo caso, añaden, el expresident tiene una cita ineludible todos los días a las ocho de la tarde, «la videoconferencia con su mujer y sus hijas, a la que no falla nunca».
Illa, un mal gestor
¿Está preocupado por el «efecto Illa»? A juzgar por lo que comenta en su círculo más próximo, Puigdemont no cree que la candidatura del exministro de Sanidad vaya a alterar el equilibrio de votos. «Piensa que va a tener un efecto parecido al que tuvo Arrimadas en las autonómicas de diciembre de 2017, agrupando al unionismo». Eso sí, prevé que Illa obtendrá un buen resultado. Puigdemont no ha olvidado, apuntan maliciosamente, que en Cataluña «como gestor no fue muy bueno, por los problemas que tuvo como responsable de Infraestructuras de la Generalitat con el proyecto de la Ciudad de la Justicia», que disparó su coste y terminó provocando su cese en abril de 2009.
El expresident no contempla una posible derrota del bloque independentista. «Los datos que maneja son muy sólidos y la suma de escaños de ERC y JxC les da. La duda es quién va a ganar las elecciones». Sus puentes con los republicanos no están rotos, subrayan, pues «habla permanentemente» con Marta Rovira, secretaria general de la formación, que huyó a Suiza para eludir a la Justicia española, aunque solo «de vez en cuando» con Oriol Junqueras.
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