Comunidad de Madrid

Imaginación moral

La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, rodeada por sus consejeros, ayer en la sede de la Comunidad de Madrid
La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, rodeada por sus consejeros, ayer en la sede de la Comunidad de MadridZIPIAgencia EFE

¿Disparate? ¿Audacia? ¿Jugada maestra? ¿Locura o simple coherencia? Ayer nos despertábamos con la inesperada noticia de que Ciudadanos hacia un movimiento que nadie tenía previsto y se aliaba –contra sí mismo– con el PSOE en Murcia. El vértigo se apoderaba de las siguientes horas con afirmaciones, contraafirmaciones y especulaciones de un efecto dominó en diversas Autonomías. Más allá de la tormenta política, hay que reconocerles un logro a los protagonistas: debe ser la primera vez en los últimos cinco años que una estrategia consigue blindarse frente a todas las filtraciones antes de hacerse pública. El desconcierto general se traducía en innumerables preguntas intentando adivinar planificaciones ocultas, pero es posible que las respuestas estén mucho más a la vista de lo que parece, disimuladas por su propia evidencia.

Después del fracasado asalto al centroderecha, Ciudadanos buscaría una vía de salida al peligro de desaparición intentando recuperar la intención original de partido bisagra que animó su nacimiento. Es un papel que no parecía lo bastante atractivo para el Albert Rivera lanzado al estrellato de hace un lustro, pero ahora –convenientemente reexaminadas las opciones reales– ser bisagra (en un panorama de partidos tan fragmentado como el actual) podría garantizar una alternativa de supervivencia.

Los partidos han celebrado tanto últimamente, de una manera acrítica, los valores de los números y la aritmética electoral que han descuidado el hecho de que otras actividades y modos de ser son, por lo menos en última instancia, tan o igual importantes en política. En otras palabras, estamos hablando de una carencia de imaginación moral. Algo parecido a lo que Adorno y Marcuse le reprochaban a Marx: es decir, centrarse tanto en el materialismo de las cifras que se pierden de vista los argumentos de eficacia cognitiva que a la postre resultan también muy importantes para el votante. Arrimadas, con ese giro, toma de una vez la iniciativa y coloca a los demás en la enojosa situación de tener que reaccionar a la defensiva (algo que hasta ahora siempre se le atribuía a ella). Visualiza el mensaje de que el problema no es tanto de izquierda contra derecha como de constructivos contra aprovechados, de los cuales encontraríamos ejemplos en todos los partidos. Ayuso, por su parte, ha reaccionado con rápidos reflejos y ha saltado velozmente de la fría aritmética al mensaje de eficacia cognitiva. La pregunta es: ¿le servirá también eso al PP en Castilla y Andalucía?