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Elecciones Madrid | Sánchez confía el 4-M a Iván Redondo y relega al PSOE

El presidente encomienda a su hombre de confianza «echar una mano» a Gabilondo tras el fiasco de la moción de Murcia, que se gestó al margen del «cerebro» de Moncloa

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer durante la intervención en la presentación del Plan 'Spain Audiovisual' Hub
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer durante la intervención en la presentación del Plan 'Spain Audiovisual' HubEUROPA PRESS/O.CAÑAS.POOL

La escena política se ha convertido en un campo de batalla con mar de fondo electoral. La operación de Ferraz para ahogar el poder territorial del PP se ha demostrado un fiasco que ha permitido a Pablo Casado coger aire y presumir de haberse apuntado dos tantos importantes en Murcia y Castilla y León para su liderazgo personal. El precio a pagar, que cede a la estrategia que marca Isabel Díaz Ayuso de acercarse a Vox, un rumbo que descartó en la moción de censura de Abascal. Esta maniobra con sello PSOE ha vuelto a tensionar la relación entre el partido y La Moncloa. Una rivalidad latente que, cuando debuta, provoca resultados indeseados.

El jefe de Gabinete del presidente, Iván Redondo, no estaba en la «operación fiasco» de Murcia, como reconoce en una entrevista Santos Cerdán, la mano derecha en Ferraz de José Luis Ábalos, en «Diario de Noticias de Navarra». «No participó. Y no estaba jugando a partidas de ajedrez por muchos relatos que algunos quieran ir comprando». El movimiento se gestó netamente en las tripas de Ferraz, concretamente en el área de organización y antes de que se tornara en tragedia, presumían y asumían que el mérito de debilitar al PP era exclusivamente suyo y no de los estrategas monclovitas. Esta vez el éxito no era de Redondo. En una reunión de urgencia en Ferraz a la que asisten José Luis Ábalos y Santos Cerdán, Adriana Lastra, José Manuel Franco, secretario general del PSM y Redondo, los responsables de la operación sacan pecho sobre el éxito de la moción de Murcia. Todavía los tránsfugas de Ciudadanos no habían salido a la luz y las elecciones de Madrid estaban en el aire por los recursos presentados.

Del núcleo duro del presidente solo una persona conocía los detalles en tiempo real, el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, que tiene interlocución directa con Carlos Cuadrado (Ciudadanos) porque mantienen engrasada la relación que fraguaron en la negociación presupuestaria. Bolaños informa, a su vez, a Sánchez y a Redondo, y a la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra. La presencia de Bolaños en el núcleo duro de la operación animó a algunos a intentar minar la unidad en el bloque más cercano al presidente, distanciar a Félix Bolaños y a Iván Redondo. No parece que lo hayan conseguido porque Oliver y Benji, como les llaman en el Palacio de Semillas, han demostrado ser un bloque monolítico e inalterable.

Cuando las piezas de dominó empiezan a caer se pone en evidencia que en Ferraz no midió los daños colaterales de la operación y el Partido Socialista de Madrid no tenía ningún plan para afrontar el nuevo escenario. Pedro Sánchez no está dispuesto a dejar nada al azar y toma las riendas en Madrid. No es momento de experimentos. Ángel Gabilondo es designado candidato para afrontar una situación compleja y difícil para la que «hay que tomar decisiones arriesgadas. Haciendo lo mismo de siempre tendremos el resultado de siempre». Gabilondo consciente de la situación aprovecha su «conexión donostiarra» con Redondo. Ambos son de San Sebastián y tienen buena relación. Gabilondo le dice: «Échame una mano». El presidente, y Secretario General del PSOE, da su beneplácito. Los éxitos en las campañas son su principal aval.

Corría el 13 de marzo. El 15, Pablo Iglesias anuncia que encabezará la candidatura de Podemos en Madrid y deja el Gobierno. Redondo y lo suyos aprietan el acelerador, Ayuso e Iglesias polarizan el debate y no hay tiempo que perder. El primer mensaje de campaña de Gabilondo se produce el día 20. Solo cinco días después. El candidato utiliza la táctica del judo, aprovechar la fuerza del rival. Si dicen que soy soso, serio y formal, pues sí soy soso, serio y formal porque es la hora de «gobernar en serio», parafraseando la canción de Loquillo «feo, fuerte y formal». En este corto espacio de tiempo se diseñaron los mensajes, la estrategia y se entrenó al candidato. Había que entrar en campaña.

El PSM se revuelve

En todos estos movimientos, el PSM es un convidado de piedra. «No pintan nada», resume un cargo, que se pregunta si «todo va a ser responsabilidad de Iván. ¿El PSM no tiene ninguna?». Como muestra la configuración de las listas. La entrada de Hana Jalloul, como número dos de Gabilondo y con vistas a una futura sucesión, y de la actual directora del Consejo Superior de Deportes, Irene Lozano, no gusta en el PSM. Desde el partido se quejan de un alto nivel de intervención por parte de Moncloa. Sin primarias, con decisiones que llegan tomadas y no se comparten con la dirección. La cuestión es que estas decisiones se toman en el seno del PSOE, como recuerdan fuentes socialistas.

La impronta de Redondo se ve también en el rumbo que está tomando la campaña madrileña. Presentar a Gabilondo como la izquierda de Gobierno, el Gobierno serio, buscando el centro y asumiendo el sosiego como bandera frente a la agresividad de Ayuso e Iglesias. También en el tránsito de «todos menos Gabilondo» al «todos contra Gabilondo», un «remake» de Illa, en los golpes de efecto como no subir impuestos, la lista o el marcaje a Iglesias.