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El viral discurso de Ana Iris Simón frente a Sánchez: “No habría Agenda 2030 ni Plan 2050 sin familias”

La escritora hizo un alegato en favor de la familia y de la recuperación del entorno rural durante la presentación del plan ‘Pueblos con futuro: un plan para la cohesión y transformación del país’

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentó el pasado sábado el plan ‘Pueblos con futuro: un plan para la cohesión y transformación del país’, dotado con 10.000 millones de euros de fondos europeos y 130 medidas para impulsar la España rural.

El plan fue presentado en el Palacio de la Moncloa, en un acto en el que estuvo invitada la escritora manchega, Ana Iris Simón, autora del libro ‘Feria’, que trata el arraigo a la tierra y al pueblo, la despoblación rural, las tradiciones o los orígenes del campo.

Por este motivo, Ana Iris Simón fue invitada al mencionado acto, en el cual pronunció un discurso que se ha hecho viral. La escritora hizo un alegato en favor de la familia y de la recuperación del entorno rural. Este es el discurso de Ana Iris Simón:

“Señor presidente, señora vicepresidenta, excelentísimos alcaldes y alcaldesas. Es un honor para mí estar hoy con ustedes y tratar la cuestión crucial del reto demográfico. Mi mensaje será muy claro.

Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad. Con 29, que es la edad que tengo yo ahora, mis padres tenían una hija de 8 y esperaban su segundo hijo. Vivían en Ontígola, un pequeño pueblicito de Toledo de 1.000 habitantes. Mi madre trabajaba allí de cartera y la oficina estaba en nuestra propia casa, porque a mi edad mis padres tenían, claro, una hipoteca. También, tenían un coche e incluso una Thermomix que mi madre compró con lo que ahorró dejando de fumar.

Pero, sobre todo, tenían la certeza de que podrían mantener sus trabajos, a sus hijos y tener una hipoteca. Y la esperanza de que todo iría a mejor. Mis padres creían que en ese progreso porque para ellos había sido un hecho.

Lo que ocurrió después lo sabemos todos: el desmantelamiento industrial que España pagó como peaje a Europa o el vaciamiento de lo que ahora se ha convenido en llamar el rural. Convertir nuestro país en el Marina d’Or de la Unión Europea benefició a unos poco y hundió a muchos. Y de eso también va la desigualdad territorial, de quien pudo subirse al carro del sector servicios y el turismo y quien no.

La aldea global arruinó a la aldea real. En los 70, mi abuelo podía mantener a ocho hijos con 12 hectáreas de vides. Ahora, mi primo Rubén, que es el único que aún se dedica al campo como alguna de las compañeras, se las ve y se las desea para poder sacar adelante a sus tres hijas. Y aún así es un afortunado por tener familia porque la mayoría de mi edad no la tiene, señorías.

Muchos se sorprenden de que vaya a ser madre a los 29 porque nuestra media de edad, para el primero, es a los 32. Hay más madres de 40 que de 25 y es normal, tenemos un 40% de paro juvenil y los salarios de los jóvenes son un 50% más bajos que en los 80. Y así, como no envidiar la vida de nuestros padres, como creer en ese progreso en el que ellos confiaban como un horizonte.

Por eso, creo que cualquier plan demográfico ha de pasar, en primer lugar por fomentar el acceso y el trabajo a la vivienda, que los jóvenes de pueblo no nos veamos obligados a hacinarnos en grandes ciudades y se vacíen hasta las capitales de provincia, pasa por revertir lo que nos trajo aquí, por reindustrializar el país, por una regulación inmobiliaria sin medias tintas y por medidas que beneficien nuestros productos frente a los de fuera.

Recuperar, en definitiva, la soberanía perdida frente al capitalismo global y europeo. Un capitalismo que, por cierto, también prefiere importar de fuera la natalidad, en vez de fomentarla dentro. No sé a ustedes señorías, pero a mí se me ponen los pelos de punta cada vez que se habla de ‘necesitar inmigrantes que nos paguen las pensiones’, como si las personas fuesen divisas. Porque emigrar fue un trauma para mi abuelo en los 70 y para mis amigos, en la crisis de 2008. Y porque mientras le pedimos a los inmigrantes que paguen nuestras pensiones, no les estamos permitiendo pagar las de sus padres, ni las de sus abuelos, en sus países de origen y eso, no sé a ustedes, pero a mí me suena robarle la mano de obra a los que hace siglos les robamos el oro.

Pero lo que más envidio a mis padres a mi edad era que para ellos tener hijos no supuso el salto al vacío que yo siento ahora. Con 28 años, he vivido tres EREs y mi contrato temporal finaliza dos días después de la fecha programada para mi primer parto. No tengo coche y no tengo hipoteca y si no los tengo es porque no puedo.

Así que si realmente necesitamos plantarle cara al reto demográfico. Apostemos por las familias, por darles beneficios fiscales, al contrario de lo que se proponía hace unos días, por ayudas directas a la natalidad y a las escuelas gratuitas de 0 a 3 años en todo el territorio, porque mi generación pueda quedarse en sus pueblos y no tenga que envidiar la vida de sus padres, porque está muy bien y es muy necesario ayudar a empresas y emprendedores en sus tareas ecológicas, porque está muy bien ponerle wifi al campo, pero no habría Agenda 2030 ni Plan 2050 si en 2021 no hay techo para placas solares porque no tenemos casas, ni niños que se conecten al wifi, porque no tenemos hijos”.