Cataluña

Las otras caras de los indultos

La medida de gracia de Pedro Sánchez no contenta ni a independentistas ni a constitucionalistas. «Es una humillación, nos han dejado a los pies de los caballos», dicen

La indignación sobrevuela la sociedad catalana. La decisión del Gobierno de indultar a los nueve presos del «procés» no ha hecho sino reavivar la llama de un conflicto que sigue desgarrando la convivencia. Los independentistas lo consideran insuficiente, ya que exigen la amnistía de los condenados por el referéndum ilegal de 2017, mientras que los constitucionalistas, aquellos que defienden la unidad de España, lo tachan de «humillación» y se sienten, una vez más, abandonados por el Estado. Un pueblo dividido en dos que asegura vivir inmerso en una pesadilla sin visos de solución.

El hostelero Gabriel Romero lo tiene claro: «Esta decisión no ayudará bajo ningún concepto a la reconciliación social. Es más, lo que hace es generar más separación», afirma en relación a la justificación del presidente Pedro Sánchez para aplicar esa medida de gracia. Para este catalán, «los indultos acrecentarán la división y acentuarán los enfrentamientos, es una clara bomba de oxígeno. Ya no sabes quién hace algo realmente bueno para la sociedad o si todo son intereses particulares. Desde mi punto de vista, esto es un juego de tronos. Lo que quieren unos y otros es mantener el poder a toda costa solo pensando en sus propios beneficios. La mentira es su eslogan», puntualiza.

Gabriel, que acaba de abrir su local hace tres días después de 15 meses con el cierre echado por de la pandemia, apunta que «lamentablemente, cualquier pacto parece que vale. No hay reglas, solo supervivencia para mantener su bienestar y lo que diga el pueblo son palabras que el viento se lleva». A sus 56 años, este hostelero cuenta que tiene muchos amigos independentistas con los que habla de la situación asfixiante que se ceba con Cataluña «y conversamos de todo, eso sí, son con ellos tengo charlas un poco fantasiosas porque parece que no entienden que si ha habido un juicio y se ha encontrado a los culpables, estos deben cumplir la condena, no puede haber distinciones. ¿Por qué unos pagan y otros no?». Él asegura no haber tenido nunca problemas en su negocio por manifestar sus ideas, pero sí le molesta que los independentistas «consideren que Cataluña es suya, eso es intolerable. A mí, sinceramente, no me gustan los radicalismos de ningún bando, creo que son malos. No soy partidario de que la vía pública se llene de lazos amarillos, pero tampoco de banderas de España. Esta situación creo que nos pasará factura».

Todos en peligro

José Ramón Puiggrós tiene también su particular visión de lo que está por venir en Cataluña tras los indultos: «Quizá en un corto plazo pueda ayudar, pero en el futuro nadie lo sabe. Yo lo que temo es que los independentistas cumplan con lo que han dicho nada más salir de la prisión: que van a repetir el golpe de Estado y nos volverán a poner a todos en peligro de nuevo».

Para este autónomo de 63 años, el proyecto secesionista es «globalista y totalitario» y parece que Sánchez está dispuesto a participar del derribo de las instituciones y de la Constitución. A José Ramón le duele su tierra y, sobre todo, comprobar el daño que el independentismo hace a la imagen de Cataluña. «Esto se traslada a todos los ámbitos. Hace poco estaba con un vendedor de vinos catalanes de la zona del Maresme y le pregunté cómo iban las ventas. ’'En Cataluña mal y en el resto de España peor’', dijo. Esta situación demuestra las consecuencias de lo que estamos viviendo». Está harto de que, a los que como él defienden la unidad, les tachen de «traidores de la patria, por defender la legalidad, los que no somos secesionistas tenemos grandes obstáculos para acceder al funcionariado, se comenten graves tropelías. A eso hay que sumar el idioma y la voluntad de apartar el castellano de toda la esfera social», lamenta.

En su negocio, asevera José Ramón, trata de no manifestar su opinión para evitar consecuencias, un silencio obligado al que se ve abocada gran parte de la sociedad catalana. «Yo, por ejemplo, no hablo catalán y por ello debo pagar un precio. Claro que puedes vivir y trabajar hablando en castellano, pero tienes que atenerte a las consecuencias. Por ejemplo, cuando trabajaba como comercial de cosmética sabía que podía ir a vender a Barcelona o Tarragona, pero en Girona o Lérida no vendía nada. Como decía un tío mío: ’'Aquí se puede hablar castellano, pero en los negocios se habla catalán».

Vera Cruz Miranda tiene también su opinión de lo ocurrido y un pronostico desalentador de lo que será la Cataluña post indultos: «Todo va a ir a peor, esta medida de Sánchez no vale para nada. Por un lado no contenta a los independentistas que lo tachan de insuficiente y quieren más pasos adelante. Y a los que no somos separatistas lo que hace es despreciarnos».

Esta profesora universitaria de 43 años lamenta que no se utilice el marco constitucional para frenar «el virus independenista». «El Gobierno lo que hace es blanquear a los que pisotean nuestro marco legal. Con los indultos lo que se hace es traspasar una línea roja y, lo peor, es que ya no se podrá volver atrás, porque ellos seguirán pidiendo más y más. Según dicen, para ellos el indulto es algo descafeinado. Es alucinante, yo siento mucha tristeza», matiza.

Como docente, subraya que si «antes ya se veía la presión de los partidos secesionistas en todos los ámbitos educativos, ahora se incrementará». Y añade que «los constitucionalistas llevamos décadas viviendo bajo la dictadura de los independentistas, siempre éramos los perdedores, y con los indultos lo que hace es reforzar este sentimiento porque de algún modo se está legitimando que ellos nos vean como los marginados y no es cierto, somos mayoría los que queremos que aquí también se cumpla la ley».

Violencia sibilina

Vera Cruz habla claro y no le gusta la gente que se pone de perfil «ante una situación tan grave como la que estamos viviendo». «Cuando viene gente de fuera puede que no aprecien la tensión porque es algo que hacen de manera muy sibilina. Es una violencia por debajo de la mesa. La convivencia es cada día peor y ahora que los independentistas se han visto reforzados por el Gobierno, me temo lo peor. Fíjate, por ejemplo si vas a una tienda y no hablas en catalán, algunos insisten aunque tu sigas haciéndolo en español. Eso es una agresión», puntualiza. Por todo ello, esta profesora universitaria insiste en la necesidad de seguir alzando la voz «contra los que se sienten superiores».

El ingeniero Carlos Basté tenía claro que los indultos llegarían tarde o temprano y aunque se define como una persona «positiva» no puede por menos que reconocer su sensación de «pena y resignación» ante lo ocurrido esta semana. «Solo nos queda seguir batallando, aunque soy consciente de que es una lucha muy desigual porque el constitucionalismo en Cataluña siempre ha sido un movimiento heroico sin el apoyo del Gobierno de España. Siempre nos han echado a los pies de los caballos», argumenta.

Para él, el argumento de mejorar la convivencia «es una manera de aplacar a la bestia, lo malo es que la bestia se siente ahora más fuerte que nunca y sobre todo frente a un Sánchez que se siente débil y los necesita».

Para Carlos, el mayor problema es que Sánchez «desconoce la realidad de Cataluña» y con esta decisión lo que hace es «reforzar el statu quo de anormalidad democrática». Quienes sí conocen cómo es la convivencia real, el día a día de los catalanes, somos nosotros», insiste el ingeniero. «Entre familias y amistades ya nos e puede hablar de política. En el colegio debemos luchar cada día por nuestros hijos para que se respete la enseñanza del 25% en castellano, y así con todo. Es duro. En definitiva, yo creo que lo que desean los independentistas lo que quieren es un pacto fiscal, la patria les da igual», puntualiza.

Su indignación la comparte Ricardo Cayuela. Este psicólogo recoge la «rabia» generalizada que estos días recorre Cataluña: «Los que hemos sido la resistencia nos vemos abandonados a nuestra suerte. Y lo que es más curioso, muchos independentistas también porque creen que lo que se merecen es la amnistía. En resumen, lo que se ha hecho es un pan como una torta, los indultos no han dejado contentos a nadie».

¿Habrá referéndum?

Ricardo cita un estudio de Ipsos «donde se afirma que el 68% de los catalanes apoyan los indultos, yo creo que más bien la realidad es que se trata de un 50-50. Hay bastante hartazgo en ambos lados. El ’'procés’' ha sido un fracaso y muchos secesionistas también están cansados del tema». Pese a ello, lo cierto es que la escisión social y las presiones siguen a la orden del día. Él fue durante años vicedecano del colegio de psicólogos y trató de remar por el bien de todos, «ya fueran independentistas o consitucionalistas. Hay que ser neutrales en las instituciones, pero no es algo que sea muy popular. Solo hay que ver al rector de la Universidad de Barcelona que se ha declarado abiertamente independentista. Eso es muy duro. Yo solo pido neutralidad institucional».

Ricardo teme que con los indultos pueda reactivar «la violencia callejera reciente». De hecho, él tuvo que bajar a apagar con un extintor su coche cuando trataron de incendiarlo. «Mira, a mí no me gusta que haya gente en prisión tanto tiempo, pero claro, luego les ves salir de la cárcel y que lo primero que hacen es volver a la carga, pues te replanteas la situación. También te digo, que en la cárcel, los nueve presos del ’'procés’' estaban como en un hotel, así que en parte me alegro de que dejen de tener esos privilegios», asegura.

Este psicólogo siempre ha estado cerca de la solución federalista similar a la que, por ejemplo, se establece en Estados Unidos: «Lo que está claro es que un referéndum no es la salida. Yo quiero una reconciliación y regresar a la democracia que perdimos». Y es que «ser catalán y español es un valor añadido», apostilla Ignasi Senderos, de 27 años. Para él «todo el asunto del nacionalismo no es más que una manera de tapar muchas cosas que se han hecho mal y controlar las instituciones». Este ingeniero de telecomunicaciones puntualiza que «si tuviéramos una experiencia positiva en cuanto a concesiones del Estado a la Generalitat, quizá tendría otra opinión, pero siempre es pedir para ellos y nunca ha servido para nada y menos para la sociedad catalana. El ansia de poder que tienen no va a parar hasta que haya una independencia y eso es intolerable».

Y, además, Ignasi se pregunta ¿cómo pueden concederse indultos en pro de la convivencia precisamente a personas que son las que se han cargado la concordia en Cataluña? «Es todo un absurdo y lo que me preocupa ahora es que si Sánchez dice ahora que no habrá referéndum, lo más probable es que lo haya porque siempre hace lo contrario de lo que dice».

Gregorio Rello, por su parte, añade que «el perdón que se ha concedido a los independentistas es una preocupante advertencia para los que estamos en contra de la independencia, es algo así como decirnos: ’'lo que habéis pasado hasta hoy, a partir de ahora será en mayor grado. Seguiréis siendo ciudadanos de segunda’'. Asumir esto es muy triste, me dan ganas de abandonar, de irme fuera». Este ingeniero afirma no querer fronteras y desea vivir en paz: «Con esta medida no se reconstruye una convivencia ya rota desde hace años, lo que se les da es alas a quienes violan la ley».

Del mismo parecer es Berta Romera, que se muestra pesimista y teme un incremento de las tensiones sociales. A ella, como profesora ya jubilada le preocupa sobremanera el tema lingüistico en el sistema educativo: «Se dará una vuelta de tuerca más y es probable que la discriminación en este sentido se agudice contra los castellano parlantes», explica. Ella, en su etapa en activo, tuvo que enfrentarse al escrutinio de otros profesores que observaban si daba clase en castellano o catalán (y habla los dos con la misma perfección). «Ahora se verán más crecidos y habrá que luchar muchísimo para desenredar todo esto. Es una afrenta a la ley».

«Entiendo que en algún momento los políticos quieran buscar soluciones, pero éste no es el modo. Aquí hay una parte que no busca el entendimiento», comenta Jaime Gelada. Para él, la mitad del pueblo catalán lleva «mucho tiempo en el olvido institucional» y el primer paso para lograr la normalidad pasaría «porque los líderes independentistas reconocieran que se han equivocado, nadie les persigue por sus ideas, sino por vulnerar la ley», añade este agente comercial. Aun así, lamenta que «no tengan propósito de enmienda» y reclama que haya «una mayor presencia del Estado en Cataluña, si no, las cosas nunca cambiarán».