Memoria Histórica
No a De la Cierva: un piloto republicano dará nombre al aeropuerto de Melilla
Inventor también, su obra no llegó a desarrollarse por el comienzo de la Guerra Civil
El Gobierno ha vetado bautizar el Aeropuerto Internacional de Murcia con el nombre de Juan de la Cierva, inventor del autogiro, pero en cambio sí aprueba que el aeródromo de Melilla sea conocido por la figura del aviador republicano Virgilio Leret, inventor también, aunque de menor repercusión que la que tuvo el ingeniero murciano.
La Delegación del Gobierno de Melilla envió un escrito el pasado 14 de abril al Ministerio de Transportes –entonces en manos de José Luis Ábalos– en el que solicitaba la «denominación» del aeropuerto al jefe de las fuerzas aéreas de la zona oriental de Marruecos, que se negó a secundar el alzamiento y fue fusilado al amanecer del 18 de julio de 1936, tras el primer enfrentamiento de la contienda –la defensa de la base melillense de hidroaviones de Atalayón–, a sabiendas de que todo estaba perdido.
Posteriormente, el pasado 21 de junio hubo un oficio de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) al secretario de Estado de Memoria Democrática solicitando su pronunciamiento al respecto. Por último, el pasado 8 de julio la Dirección General de Memoria Democrática informaba a la DGAC «favorablemente» sobre la propuesta de dar el nombre de Virgilio Leret al aeropuerto de Melilla.
En ese escrito, la Secretaría de Estado de Memoria Democrática describe a Virgilio Leret como «un militar, aviador, ingeniero e inventor español, que se mantuvo leal a la República, régimen legal y legítimo, tras el golpe de Estado perpetrado por los sublevados y, como consecuencia, fue uno de los primeros oficiales ejecutados». Concluye que es «acreedor del reconocimiento que dicha Ley [de Memoria Histórica] hace de manera expresa al disponer que “como expresión del derecho de todos los ciudadanos a la reparación moral y a la recuperación de su memoria personal y familiar, se reconoce y declara el carácter radicalmente injusto de todas las condenas, sanciones y cualesquiera formas de violencia personal producidas por razones políticas, ideológicas o de creencia religiosa, durante la Guerra Civil, así como las sufridas por las mismas causas durante la Dictadura”».
La figura y la trayectoria del navarro Leret, ciertamente interesante y no exenta de episodios de heroísmo, como el que protagonizó durante el desembarco de Alhucemas en 1925, son reflejo de una vida entregada al ejército y sus proyectos, entre los que destaca –además tocaba el violín y escribía– un motor turbocompresor de reacción continua que había patentado y que contaba con la aprobación del Gobierno de Manuel Azaña, que tenía previsto empezar a desarrollar el prototipo en septiembre de 1936 en los talleres de Hispano Suiza de Aviación. Pero el comienzo de la Guerra Civil impidió que se hiciera realidad.
La decisión de dar el visto bueno a Leret para ser recordado en el aeródromo de Melilla y, a la vez, vetar el bautizo del aeropuerto de Murcia con el nombre de Juan de la Cierva es criticada por la Asociación de Memoria Histórica Raíces. «Virgilio Leret pudo tener conocimientos de aeronáutica, pero no los puso en práctica como sí hizo Juan de la Cierva en su campo, lo que prueba el sectarismo de la Secretaría de Estado de Memoria Histórica», lamenta Guillermo Rocafort, secretario de la entidad, en declaraciones a LA RAZÓN.
Destaca Rocafort el «tiempo que tardaron en contestar» desde el Gobierno central al murciano en el caso del ingeniero De la Cierva, «casi dos años», para que «finalmente sacaran el comodín de la Memoria Histórica y echaran por tierra la solicitud», mientras que «respecto a Leret el proceso ha sido meteórico».
En este sentido, dos días después de su petición, la delegada del Gobierno en Melilla, Sabrina Moh, agradecía a Ábalos que hubiera «aceptado la propuesta» para el aeropuerto. Y recordaba que «junto con el autogiro de Juan de la Cierva y la escafandra estratosférica de Emilio Herrera, el motor Leret es considerado un hito de la aeronáutica española». Es decir, destacaba los méritos de ambos, aunque a juicio del Gobierno solo el capitán republicano –comandante a título póstumo– tenga derecho a un reconocimiento, pese a las dudas sobre la supuesta participación del murciano en la sublevación de julio de 1936, aparte del hecho de que su propia familia fuera represaliada durante la contienda por el bando republicano –uno de sus hermanos fue fusilado en Paracuellos y su padre murió refugiado en una embajada en Madrid–, por lo que entraría en los supuestos de la Ley de Memoria Histórica que, a juicio del Gobierno, sí amparan al aviador navarro.
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