Polémica
Las 55 gestoras locales que Ayuso echa en cara a Génova
El equipo de Almeida se posiciona del lado de la dirección nacional para frenar a la presidenta de la comunidad de Madrid
Cristina Cifuentes dejó de ser presidenta del Gobierno de Madrid el 25 de abril de 2018, y dos días más tarde renunciaba a la Presidencia del PP madrileño. Poco más de una semana después la dirección nacional del PP asumía las riendas de la organización regional y nombraba una nueva cúpula en la región bajo el control de Pío García Escudero. Puro «aparato» en plena conexión con Génova, antes con el equipo de Mariano Rajoy y ahora con el de Pablo Casado. Aquello fue una solución provisional para aguantar el tirón hasta las elecciones autonómicas de 2019, pero han pasado por medio otras elecciones y se mantendrá hasta el congreso regional que se convocará para finales de mayo o junio.
En plena guerra abierta entre la dirección nacional y el equipo de Ayuso por el control de la organización madrileña, desde el lado de la presidenta de la comunidad han elaborado el mapa de las 55 gestoras que, hoy, están en activo en el PP regional y que Ayuso le echa en cara a Génova, por ser síntoma de la inestabilidad de la organización y del ejercicio abusivo de la autoridad por parte de la dirección nacional.
Por Estatutos, las gestoras deberían haber durado sólo seis meses, salvo circunstancias excepcionales, y las 55 están fuera de ese plazo, es decir, en situación irregular para el Gobierno de Ayuso. La mayor parte de ellas están desde 2020, pero también las hay hasta de 2017, por ejemplo, en Brunete, o de 2019 en distritos como Chamartín o Moratalaz, o en pueblos como Bustarviejo, Cenicientos o Cadalso de los Vidrios. «Una gestora irregular multiplicando irregularidades», alegan los partidarios de Ayuso. Una denuncia que la dirección nacional y de Madrid niegan tajantemente, alegando que todo se ha hecho conforme a los Estatutos y que la cúpula madrileña no está en situación de interinidad porque fue nombrada por los órganos de dirección del partido conforme a las normas.
La pelea por la interpretación de los Estatutos encierra una lucha fratricida donde cada día que pasa hay menos espacio para que pueda haber una solución de consenso entre las dos partes. De hecho, por primera vez en la dirección hacen el pronóstico de que Ayuso no puede ser presidenta del PP de Madrid porque está «inhabilitada» para asumir esa responsabilidad. El poder orgánico cierra filas todos a una, el nacional y el de Madrid, cuyo origen está en la decisión de Génova, y en esta batalla han tomado posiciones a favor de Génova dirigentes del equipo del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, como Ángel Carromero, que trabaja para Almeida, pero también, y principalmente, para Pablo Casado. Almeida, en su doble responsabilidad de alcalde de la capital y portavoz nacional, está entre la espada y la pared, y trata de mantenerse en la medida de lo posible fuera de los zarpazos que se cruzan entre Génova y la Comunidad de Madrid, aunque su puesto como portavoz le ata de manos para poder mantener la independencia que podría convenirle en sus funciones como alcalde. Ayer tuvo que volver a salir a la palestra para desmentir que sea una de las voces que anticipa ya que Ayuso no podrá ser presidenta del PP regional, aunque, al mismo tiempo, también insistió en el reproche a la presidenta de la comunidad de que no es el momento de abrir el debate sobre un congreso que todavía no ha sido ni convocado.
Es ya tradición en el PP que el equipo de la comunidad y el equipo del ayuntamiento, por rivalidades políticas y personales, acaben siempre enfrentados cuando comparten tareas de gobierno. Y en este nuevo PP, tras la sucesión de Rajoy, no hay excepción al respecto. De hecho, las diferencias e inquinas suelen ser mayores entre los segundos niveles que lo que afecta estrictamente a la relación entre los números uno. El factor humano juega tan fuerte en política que puede anteponerse incluso a los intereses de las siglas, como temen dentro de la organización popular que termine ocurriendo con este pulso por el liderazgo del PP de Madrid.
El hecho de que la pelea se haya personalizado en el duelo entre Ayuso y su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, y el secretario general del partido, Teodoro García Egea, deja poco margen a Casado. Si en Madrid piensan que pueden torcerle el brazo a Egea, a cambio de firmar la paz con Casado, «están equivocados». El «dos» actúa en el ejercicio de su autoridad, pero por delegación de Casado, y el líder nacional no está en condiciones en estos momentos de prescindir de su «mano derecha», el peón que le está resolviendo con «mano de hierro» el proceso de adaptación del partido a la nueva etapa del «casadismo».
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