El personaje

José Luis Escrivá, el implacable azote de Podemos

Torea el vendaval sin pelos en la lengua al exhibir sus diferencias con los ministros morados

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IlustraciónPlatónLa Razón

Ha incendiado de nuevo el panorama social con su anuncio de subir las cotizaciones a la Seguridad Social para asegurar el pago de las futuras pensiones. Aviva otro fuego por el cálculo de su prestación y desafía sin tapujos a los socios comunistas de la coalición de gobierno. José Luis Escrivá Belmonte, ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de España es el permanente azote de Unidas Podemos, el implacable «bicho negro» con los ministros morados del Ejecutivo. Sonoras fueron sus trifulcas con el entonces vicepresidente Pablo Iglesias y opina que la actual polémica sobre las pensiones «es una absoluta serpiente» aireada cada cierto tiempo por el anterior líder podemita. Lo cierto es que este ortodoxo economista no se calla ni cesa en sus objetivos para garantizar el MEI (mecanismo de equidad intergeneracional) destinado a salvaguardar la sostenibilidad del sistema y afirma que se limita a cumplir el Pacto de Toledo y los postulados del Plan de Recuperación presentado ante la Comisión Europea. «No hay nada nuevo», insiste ante la polvareda levantada.

El incremento del periodo de años cotizados para calcular la pensión ha desatado una gran tormenta política con el rechazo de los sindicatos y los socios de la coalición social-comunista. Las ministras Ione Belarra,Irene Montero y el secretario de Estado de Derechos Sociales y «gurú» económico del partido morado, Nacho Álvarez, han salido en tromba contra la reforma. Opinan que la medida no está en el acuerdo de coalición, ni en el Pacto de Toledo, ni en el diálogo social y no piensan aceptarla porque supone un recorte de las pensiones. En una semana muy agitada, con mensajes contradictorios dentro del propio gobierno, se erige muy enfadado el ministro Escrivá, quien asegura que la medida se apoya en las recomendaciones de los partidos, algo que niegan todos los integrantes del Pacto de Toledo. La confusión sobre el documento remitido a Bruselas es total, el PP, Ciudadanos y Vox, así como los nacionalistas, han pedido la comparecencia urgente del ministro en el Congreso, mientras Podemos y los sindicatos rechazan totalmente la reforma. Con la daga de la Comisión Europea sobre su cabeza para recibir el dinero de los fondos, José Luis Escrivá torea el vendaval sin pelos en la lengua al exhibir sus diferencias con los ministros morados, en especial con la titular de Trabajo, Yolanda Díaz, que le pisa los talones.

Desde que llegó al gobierno de Pedro Sánchez, el ministro de Inclusión, Seguridad y Migraciones ha sido el auténtico látigo fustigador de Unidas Podemos. Curiosamente su trayectoria política siempre estuvo ligada al PP y en medios económicos destacan su buena relación con la actual portavoz popular del sector, Elvira Rodríguez, desde su etapa como Secretaria de Estado de Presupuestos, al tiempo que Cristóbal Montoro lo era de Economía. Fue precisamente Montoro ya como ministro de Hacienda quien en 2014 le nombró primer presidente de la Autoridad Independiente de responsabilidad fiscal (AIREF), órgano creado por el gobierno de Mariano Rajoy a instancias de la Unión Europea para fiscalizar las cuentas públicas. En aquel tiempo Elvira presidía la Comisión Nacional del Mercado de valores (CNMV) y los análisis de Escrivá generaban mucha polémica por contradecir los cuadros macroeconómicos y predicciones del propio ministro. Tal vez por este papel de «verso suelto» hacia el gobierno que le había nombrado Pedro Sánchez le escogió para un superministerio de nueva creación asumiendo muchas competencias de Trabajo, Migraciones, Seguridad Social y Hacienda en lo relativo a clases pasivas.

Su designación despertó recelos en sectores del PSOE y continuos enfrentamientos con los podemitas en medidas como el ingreso mínimo vital, el sistema de pensiones, la exclusión social o la política migratoria. Con fama de ortodoxo y experto en econometría, Escrivá se define como un profesional independiente y ha estado muchas veces en la lista de cesantes del gobierno, sobre todo en la última remodelación ministerial, pero Sánchez decidió finalmente mantenerle en ese difícil juego de equilibrios dentro de la coalición, dónde no se achanta en defender sus teorías. La reforma de las pensiones es la última patata caliente que coloca a Sánchez en una encrucijada, dado que habrá de ser examinada y aprobada por los «hombres de negro» de Bruselas antes del primer semestre de 2022 si quiere recibir el primer plazo de los fondos europeos no reembolsables. Pero al tiempo, genera un fuerte rechazo en Podemos, los socios del frente «Frankestein» y los sindicatos, que amenazan con agitar la calle. El ministro defiende la necesidad de tener en cuenta las nuevas realidades del mercado laboral y las «carreras más volátiles», donde los últimos años de cotización no siempre son los mejores. Un discurso que apoya la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, pero enciende a los morados y nacionalistas.

Nacido en Albacete, nadie niega su sólida formación tras pasar por diferentes cargos en el Banco de España, Banco Central Europeo, Banco Internacional de Pagos y la Red de Instituciones Fiscales Independientes (EUIFIS) de la Unión Europea, con sede en Bratislava. Casado con la administrativa María del Carmen García de la Osa, es padre de dos hijos, Andrés arquitecto, y Nuria experta en marketing. En su entorno aseguran que es un hombre campechano, muy directo, que solo «tuitea» sobre asuntos económicos. Apasionado del mar, veranea en Javea, Alicante, dónde le gusta navegar y jugar al golf. En esta semana tan complicada, no disimuló su enfado con la polémica de las pensiones, que en su opinión «es una serpiente de verano», sin novedades ante Bruselas, y con una frase «en una cajita» que luego se amplía. Escrivá se mueve visiblemente molesto bajo este cruce de declaraciones, promesas y matizaciones en un momento delicado a expensas de recibir los fondos de la Unión Europea. Para los podemitas es todo “un ogro” contra las pensiones.