Carta Magna
En la casa de Elena Moreno hay varios ejemplares de la Constituciónrepartidos por diferentes estanterías. Aunque sin duda, la estrella, es una versión XXL que tiene firmada por todos los diputados que en 1978 dieron el sí a la Carta Magna en el Congreso. También aparece la suya, ya que entonces ocupaba uno de los 350 escaños del hemiciclo, en su caso, por Pontevedra. Así que hablar con ella del valor de la piedra angular que desde hace 43 años define el marco legal de los españoles, sus derechos y deberes, supone un apasionante viaje al pasado.
Juan, a quien llama su sobrino, aunque realmente es hijo de su sobrina María, la mira con devoción. Él pertenece a una generación completamente diferente a la de su tía abuela. Nacido en democracia y con una Constitución bajo el brazo, abre los ojos con fascinación cuando Elena relata lo vivido aquellos años en las Cortes Generales. Pese a su corta edad y rompiendo con los patrones juveniles, Juan es, al igual que la tía Elena, un apasionado de la Constitución.
«Cuando tenía 15 años, estaba en El Corte Inglés con mi padre y le dije que, por favor, me comprara una. Se quedó un poco sorprendido. Ese mismo día comencé a leerla en casa, cada día un poco, sobre todo por las noches. Me aprendí incluso alguno de los artículos, como el 155, que por entonces estaba muy de moda con el tema de Cataluña. Me lo sabía casi de memoria», cuenta.
«Estaba obsesionado, a mí me preguntaba muchísimas cosas sobre este asunto. Tenía un gran interés, para que luego digan que los jóvenes pasan de estas cosas. Al menos, en el caso de Juan no ha sido así. Mírale cómo habla, parece un mayor», apunta Elena.
Cuando ella le narra con todo tipo de detalles cómo fue aquella tarde de julio de 1978 cuando los diputados votaron el proyecto constitucional (258 a favor, dos en contra y 14 abstenciones), a él le sorprende lo rudimentario de los procedimientos de antaño. Hoy todo está digitalizado, pero antes «para votar se utilizaba una llave que se encajaba en una ranura que había en cada escaño. Cómo cambian las cosas», dice Elena con cierta nostalgia.
“Meses muy duros”
«La sesión de aprobación del texto constitucional concluyó con e una votación nominal, depositando la papeleta en la urna del estrado. Fue un día muy emocionante, la gente aplaudía mucho. Habían sido meses muy duros, de horas de trabajo interminable. Estábamos en las comisiones mañana y tarde, no como ahora», recuerda lanzando un recordatorio a la clase política actual.
Un legado que hoy, muchos representantes de la generación Z ignoran. Sin embargo, el cliché que se les suele atribuir a los jóvenes sobre la desafección de los logros pasados y falta de compromiso social, se desvanece cuando Juan, que aún no ha cumplido la mayoría de edad, comienza a hablar de lo positiva que ha sido la carta Magna para construir la España que hoy conocemos.
«Aunque mi tía abuela vivió una etapa muy interesante de la historia de España, no me cambiaría por ella. Fueron tiempos muy duros y complejos, ahora es todo más sencillo. Es cierto que debemos estar agradecidos por todo lo que hicieron por nosotros y por eso me gusta tanto que me cuente todas las cosas de antes. Para mí la Constitución es símbolo de unidad, algo esencial, un cambio de régimen y una cosa que se hizo entre todos. Hasta mi abuela se llevaba bien conCarrillo y hablaba con él pese a que tuvieran ideas opuestas», dice con una sonrisa mientras ella apostilla cómo ambos participaron en la elaboración del Estatuto de los trabajadores.
Una versión «light»
Elena era representante de UCD y asegura que entonces, el entendimiento podía con las discrepancias. «Desde pequeño Juan ha sido un niño muy curioso, me preguntaba si yo era la mano derecha de Suárez, me imaginaba como la vicepresidenta más o menos», apunta mientras ambos intercambian unas risas.
A Juan también le fascinaba desde chiquitín la figura de Tejero y todo lo ocurrido durante el golpe de Estado del 23-F: «Siempre le cuento cómo lo viví ahí detrás del escaño, que hasta para ir al baño nos acompañaban los golpistas y dejaban abierta la puerta apuntándonos con la metralleta. Yo me mantuve firme, solo lloré cuando por fin nos dejaron salir del Congreso. Me agarré a un guardia civil que nos esperaba fuera y alguien tomó una fotografía que luego fue portada de muchos periódicos».
Juan reconoce sin tapujos que el suyo es un caso un tanto «poco común». «A la mayoría de mis amigos les interesa poco todo aquello que esté relacionado el tema de la Constitución. Creo que sería necesario que en los colegios e institutos se hablara más de lo importante que es, porque a mí nunca me han contado nada de esto en clase y es fundamental. Todo lo que sé es gracias a mi tía abuela. Quizá una asignatura dedicada solo a ello fuera exagerado, pero cuando damos Historia, estaría bien que los profesores profundizaran un poco más sobre lo que significa la Constitución» recalca.
Eso sí, subraya que «la forma en la que está escrita, que parece castellano antiguo, no lo hace sencillo. Yo tenía que leerme los artículos varias veces para entender lo que quería decir. Y luego hay varios que tienen muchísimas divisiones, son eternas. Sería bueno hace una versión ‘’light’' para los jóvenes», propone.
¿Reforma o no?
Sobre el tema que tantas veces planea sobre la opinión pública en relación a la adaptación de la Carta Magna a los tiempos actuales, tanto Elena como Juan coinciden que el texto ha envejecido bien, aunque el joven dice que hay cosas «como la educación, que debería de estar más ampliado, es algo muy importante y lo toca de pasada. Sobre el derecho a la vivienda quizá también habría que hacer alguna modificación, para evitar que se ocupen viviendas vacías y cosas así».
«Eso sí, lo de la unidad territorial y la Corona son temas que no tienen que modificarse. La figura del Rey debe ser inviolable y las autonomías funcionan bien, pese a que los catalanes quieran independizarse. Somos un territorio unido en nuestra diversidad y eso es lo que nos hace más grandes y ricos. La diversidad es buena, pero siempre dentro del marco constitucional que nos ampara y nos defiende a todos», señalan.
«Veo mucha hipocresía entre los jóvenes, se quejan de todo para dar la nota, pero a la hora de la verdad no sé bien lo que quieren. Yo con mis amigos no comento mucho estos asuntos porque como cada uno tiene su idea no quiero que nos enfrentemos. Cuando mi tía abuela me habla de la voluntad de entendimiento que había antes me choca, porque yo solo veo guerras entre los políticos», lamenta el joven que el año que viene se irá a Estados Unidos a estudiar para preparar su acceso al grado de Administración de Empresas, que combinará con Derecho o Relaciones Internacionales.
¿Sería posible elaborar en la actualidad un texto como el que se aprobó hace 43 años? «Si en la hoy en día tuviéramos que escribir una constitución, sería imposible. Acabaríamos teniendo una constitución de Vox, otra de Podemos, el consenso sería inalcanzable. Hay demasiado odio y da mucha lástima. Los políticos tienen que estar para solucionar las cosas no para entorpecerlas», asevera Elena, que recuerda que fue ella quien llevó a por primera vez a su sobrino al Congreso para que lo conociera: «Tenía solo siete años», subraya.
Juventud «ingrata»
En lo que insiste la ex diputada gallega es que «resulta fundamental que las nuevas generaciones comprendan el esfuerzo que hicimos todos en el pasado para elaborar la Constitución. No son conscientes de lo que costó». Recuerda que para cada artículo se ponían muchas enmiendas y que aquello parecía que nunca vería la luz: «Por eso, cuando ahora veo que las nuevas generaciones no lo valoran como debieran el esfuerzo del pasado me da mucha pena». «Soy consciente de que debemos ser agradecidos a lo que se hizo por nosotros, aunque ya nos quedé lejos. Es el origen de nuestra libertad», responde el sobrino Juan «por alusiones».
Y es que, aunque entre ambos hay una diferencia de 61 años, parece que el tiempo no ha generado una brecha en cuanto a su compromiso ante aquello que hace cuatro décadas parecía imposible y que supuso el pistoletazo de salida de nuestra democracia. «Mi mayor deseo es que entre los políticos se genere un clima de entendimiento como el que permitió redactar la Constitución. Es necesario insistir en ello y contárselo a nuestra descendencia para que nunca caiga en el olvido» apostilla Elena, que antes de marcharnos nos muestra otra de sus reliquias: una versión mini en formato redondo de aquel texto que en 1978 nos hizo más libres.