Reportaje
Para llegar hasta la bodega de Jesús Puelles, la carretera serpentea entre Álava y La Rioja cambiando de comunidad a golpe de curva. Los viñedos siembran un paisaje fértil cuya uva es la principal fuente de ingresos de esta zona vinícola y también, ahora, el foco de controversia ante las ansias nacionalistas del PNV para romper con la tradicional denominación de origen Rioja, una de las más prestigiosas del mundo y que aglutina a unas 567 bodegas y alrededor de 15.000 viticultores.
Aunque el partido de Iñigo Urkullu ha optado por aplazar su propuesta ante el Congreso para escindir la histórica D.O. que data de 1925, ha conseguido a cambio una mesa de negociación con el Ministerio de Agricultura para continuar su lucha política sobre un asunto que, realmente, a los trabajadores de la uva riojana parece no interesarles sobremanera.
Es más, este «stand by» es tan solo el comienzo de una reivindicación nacionalista «que ha encontrado su caldo de cultivo perfecto con Pedro Sánchez en el Gobierno, capaz de conceder cualquier cosa para mantenerse en el poder. Los nacionalistas saben que ahora es momento de llevar a cabo esta propuesta que viene coleando desde hace años», cuenta Puelles a LA RAZÓN mientras nos abre las puertas de su atractiva bodega.
Jesús lleva toda su vida en este oficio. Comenzó cuando apenas tenía 14 años ayudando a su padre con el negocio familiar. Acudía botellas en mano de bar en bar vendiendo su exquisito caldo. Lleva a su espalda más experiencia y conocimiento sobre el sector que muchos de los que ahora han puesto en jaque a un negocio de más de 1.3000 millones de euros anuales y que supone alrededor del 20% del PIB de las regiones integradas en la D.O. (Álava, La Rioja y Navarra).
Pese a que la Bodega Puelles se encuentra ubicada en el margen izquierdo del Ebro, donde se concentran la mayoría de las plantaciones alavesas, la suya está incluida dentro de la denominada Rioja Alta. Al otro lado de la sierra de Cantabria que se avistan desde sus viñedos, se encuentra Vitoria.
«La situación que vivimos es compleja, pero las reivindicaciones nacionalistas no tienen ningún fundamento. Ahora mismo ya existe una familia dentro de la D.O. Rioja que se denomina Rioja Alavesa, pero lo que quiere el Gobierno vasco es tener el control sobre ella y que no sea el Ministerio, a través del consejo regulador, los que lo hagan. Eso no tienen ningún sentido. Todos tenemos nuestras discrepancias con ciertos aspectos del trabajo que hace el consejo, pero la escisión no tiene justificación. Si no están a gusto bajo el paraguas de la D. O. Rioja, que se salgan de ella y creen una marca diferente», explica este bodeguero.
Cuestión de «terroir»
Según Puelles, las características de la uva, tanto de la Rioja Alavesa como de la Rioja Alta «son prácticamente iguales. La división que quieren hacer sobre el «terroir» (palabra que hace referencia a la suma del clima y el suelo) es una cosa inventada del nacionalismo, que lo que pretenden es hacer una diferenciación de demarcación».
Él, que ha presidido la asociación de bodegas familiares de la zona, conoce bien el sentir de sus compañeros a uno y otro lado del Ebro: «A los bodegueros no les interesa ahora mismo tener su propia denominación, porque si se salen pierden la marca que es lo que a todos nos da visibilidad. Crear una seña nueva es ir un paso atrás», dice. Además, añade, que al consumidor de vino tan solo le interesaría una nueva marca en caso de que el vino tuviera características diferenciadas, «y no es el caso, así que hacer esto por fines políticos no tiene sentido».
Eso sí, puntualiza, que «quien se quiera salir, está en su derecho de irse de la D.O., «pero no se pueden llevar e nombre. Si te vas del club no puedes seguir participando de la marca, no sería justo». Según la propuesta que el PNV quería llevar al Congreso, para que dicha normativa «secesionista» tenga efecto debería conseguir el apoyo del 60% de los que ahora trabajan bajo la misma enseña. «Y eso no es ni por asomo posible, la mayoría no está interesada en irse. Descontentos con el consejo hay muchos, sobre todo entre las bodegas más pequeñas que nos vemos perjudicadas, pero eso no quiere decir que haya una crítica hacia la estructura de la denominación Rioja».
Ahonda Puelles en el daño que supondría esta partición para el comercio «interbodeguero» de la zona: «En la Rioja Alavesa se comercializa más de lo que se produce, se surten de nuestra uva, por eso muchos compañeros se preguntan qué pasaría si su zona rompiera con la nuestra. Saldrían muy mal parados».
Jesús, que produce unos 130.000 kg de uva al año y vende unas 200.000 botellas, relata que su familia formó parte de los primeros cosechadores que comenzaron a comercializar su caldo. Mientras pasemos por el molino original, donde hoy producen su vino con etiqueta ecológica, nos detalla los dos puntos conflictivos de la candente controversia: «Por un lado, quieren sacar de la regulación común del consejo la parte de Rioja Alavesa que está dentro de la denominación, pero por otra, desde el País Vasco llevan tiempo tratando de conseguir crear una nueva marca, D.O. Viñedos de Álava, que se encuentra atascada en fase de tramitación, después de varios varapalos judiciales y con pocos visos de prosperar ante la falta de interés de los propios bodegueros alaveses.
«De ahí, que visto que esto no les va a salir, vuelven a la carga con lo del consejo y querer marcar su diferencia. Estas actitudes responden a lo que realmente es el nacionalismo, que no es racional. Es algo sentimental, hablan de cosas que no se entienden y entran en una fuerte contradicción», subraya este bodeguero mientras nos presenta a su perro «guardián», Brandy, a quien encanta recibir a los turistas y acompañarle durante las rutas guiadas.
Para Puelles, que presume de saga vinícola familiar la cual embotelló el primer caldo en 1987, este órdago nacionalista no hace sino un flaco favor al sector, precisamente en un momento en el que comienza a recuperarse del zarpazo del coronavirus al turismo. Y es que, ocho de cada diez botellas de tinto crianza que se venden en hostelería son Rioja, por lo que el cierre de la actividad comercial supuso una caída notoria para los empresarios vinícolas.
«Piques» entre bodegueros
«También se han visto reducidas las visitas a las bodegas con motivo de las restricciones de movilidad, las cuales nos suponían un ingreso extra. Nosotros ofrecemos también alojamiento, en concreto seis habitaciones, pero por la pandemia ahora solo alquilamos la residencia completa», relata este bodeguero que se califica como «pionero del enoturismo». «Cuando todavía no estaba instaurado, nosotros comenzamos a hacer visitas a nuestra bodega a los turistas que venían preguntando. Al principio de manera informal. Cuando comenzamos a cobrar por estas visitas, los compañeros me decían que qué cosas hacía. Ahora todos lo hacen. Recuerdo que comenzamos cobrando 500 pesetas por visita», rememora con nostalgia.
Sobre el potencial «pique» entre bodegueros alaveses y riojanos, ambos amparados por la misma D.O., nos cuenta que «algo de eso hay». «Yo sí que he escuchado comentarios en algunos pueblos del País Vasco sobre por qué se tenía un vino de Ábalos en la carta en vez de uno de Álava. Hay algunos choques de este tipo, pero vamos que yo estoy en contra de cualquier boicot entre nosotros. Esas cosas no son buenas y hacen daño al sector. Es algo similar a lo que ocurrió con el cava en Cataluña con todo el jaleo de la independencia. Los problemas políticos tienen que dejarse a un lado porque no son buenos para los negocios», sentencia.
Sobre el futuro de la unidad entorno a la D.O. Rioja, Puelles augura que la polémica «continuará» porque es una manera de agitar al electorado nacionalista. «Pero lo cierto es que en la práctica creo que no cambiarán las cosas porque no hay un interés mayoritario para que así ocurra, todo seguirá igual. Como decimos aquí: cambiar las cosas para que nada cambie», concluye.