Defensa

Ucrania, la guerra urbana y la Fuerza 2035: el armamento ligero se impone

España ya contempla este cambio de paradigma en el tipo de armamento, el modelo de unidad y de nuevos campos de batalla urbanos en el programa Fuerza 2035, que diseña el Ejército del futuro

Ataque de la artillería ucraniana a una columna de blindados rusos
Ataque de la artillería ucraniana a una columna de blindados rusosLa Razón

La invasión rusa de Ucrania viene a confirmar que en las guerras actuales ya no importa tanto poner en el aire la más potente flota de aviones de combate, amenazar las playas con enormes buques de guerra o llevar al frente el carro de combate más moderno. Es evidente la superioridad militar de Rusia, segunda o tercera potencia mundial según a quien le preguntes, eso nadie lo pone en duda. Pero las fuerzas se igualan mucho cuando llega el momento de poner la bota sobre el terreno, algo que todo militar sabe imprescindible para considerar ganada una contienda. Y aquí entra en juego el combate urbano, la pelea casi calle por calle que estamos viendo estos días, una pelea donde el armamento más ligero resulta en la práctica más efectivo que el pesado. Esto no es algo nuevo, ya lo vimos en otros conflictos modernos como Siria, Yemen o Afganistán, pero en el caso de Ucrania lo estamos viendo en directo y muy cerca, a fin de cuentas es Europa, un país como el nuestro, con ciudades como las nuestras, con recursos como los nuestros.

Ejércitos de todo el mundo, incluido el Ejército de Tierra español, trabajan desde hace algunos años para tener la ventaja en este tipo de escenarios y miran, como no puede ser de otra forma, con mucha atención el devenir de los acontecimientos en Ucrania tratando de extraer casi en tiempo real las lecciones aprendidas.

Las imágenes que vemos por la televisión o en redes sociales muestran lo que le está costando a Vladimir Putin tomar el control de las grandes ciudades ucranianas, convertidas desde hace días en el escenario de emboscadas callejeras. La única capital de provincia que ha tomado por el momento es Jerson, al sur del país. Algunas, como Mariupol, resisten a un duro asedio. Otras como Kiev, ya están preparadas para él.

Un militar ucraniano en Mariupol
Un militar ucraniano en MariupolMstyslav ChernovAgencia AP

El Ejército ucraniano hace frente al avance del enemigo agazapado detrás de las trincheras de hormigón de los edificios armado con armamento ligero como lanzagranadas, ametralladoras, o misiles antiaéreos portátiles, capaces de destruir un blindado y paralizar toda una columna o de echar abajo a helicópteros de ataque.También están teniendo un papel protagonistas otros equipos como los drones tanto armados como de vigilancia. Los objetivos son las armas enemigas, pero también sus líneas de suministros, sin gasolina los carros se paran, sin comida los soldados se van.

Este tipo de armas está llegando desde toda Europa y también desde otros países aliados como Estados Unidos o Canadá. Atravesando la frontera con Polonia, las autoridades de Kiev han recibido misiles antiaéreos Stinger, la pesadilla de los soviéticos en Afganistán, o misiles anticarro Nlaw y Javelin, entre una amplia gama de armamento ligero.España, por su parte, está facilitando lanzagranadas C90 contracarro, ametralladoras y munición. La llegada de estos refuerzos y la falta de avances ha hecho que en las últimas jornadas el Ejército ruso haya intensificado los bombardeos sobre estos núcleos de población. Algo que comienza a dejar un saldo muy elevado de vidas civiles y deja clara su impotencia. Otra trágica derivada de la guerra en las ciudades.

El Ejército español del futuro ya contempla este cambio de paradigma

Estamos, en definitiva, ante un combate típicamente urbano, la forma de hacer la guerra en el presente, como hemos visto en otros conflictos, y todo apunta que también en un futuro próximo. En España, buena parte del proyecto Fuerza 35 del Ejército de Tierra gira en torno precisamente a esa adaptación al combate urbano, que, a su vez, también forma parte del famoso nuevo concepto de guerra híbrida en la que entran en juego otros agentes desestabilizadores como la desinformación o los ciberataques.

El Ejército subraya en un informe sobre este proyecto que “la Fuerza 35 se empleará para asegurar la protección de la población y el control del territorio y los recursos, siendo el Ejército un elemento ‘sin igual’ para cumplir esas misiones. Más aún si, como parece previsible, combatiremos fundamentalmente, en entornos urbanos, para y entre la población civil, estando obligados a incorporar un profundo entendimiento del entorno socio-cultural y de las dinámicas humanas”.

Lanzagranadas C-90 de Instalaza, como los que se han enviado
Lanzagranadas C-90 de Instalaza, como los que se han enviadoInstalaza

Y predice: “La población se concentrará cada vez más en zonas urbanas (62% en 2035). Se considera que los conflictos del futuro se realizarán por y entre la población. El combate en áreas densamente urbanizadas pasará a ser lo habitual”.

También establece que uno de los desafíos “especialmente complejos” en este escenario urbano es el combate en el subsuelo, en esa maraña que forman las redes de alcantarillado y a la que hay que añadir los túneles del metro en las grandes ciudades, a lo que hay que sumar la reducción del frente. En pocas manzanas pueden estar operando un gran número de unidades terrestres y medios aéreos. Para ello, añade, “las unidades deberán prepararse específicamente para este entorno y deberán disponer de los medios adecuados”. Y recuerda: “En el escenario urbano cobrará especial importancia la protección de los no combatientes, ya sea restableciendo servicios esenciales, como son los suministros de electricidad y agua, o colaborando en el control de masas”.

Munición más precisa, comunicaciones, drones…

Tierra ha detectado además cuáles serían esos medios “adecuados”. La fuerza que entre en una ciudad deberá disponer de sistemas para la detección precisa de blancos, lo que permitirá emplear eficazmente municiones guiadas de precisión (PGM, por sus siglas en inglés), con el objetivo de evitar o al menos reducir los daños colaterales.

Por otra parte, jugará un papel decisivo el uso de drones, de tamaño medio, con capacidad para portar armamento y atacar objetivos, pero también más pequeños -incluso minidrones- para vigilancia e identificación de objetivos no solo en las calles y grandes avenidas, sino también en recintos cerrados. En el caso de Ucrania, estamos viendo en ambos bandos cómo los drones armados están siendo protagonistas.

El Ejército, asimismo, ha identificado qué necesitará en el combate en áreas urbanizadas, por ejemplo, maquinaria para despejar rápidamente obstáculos por la destrucción de las edificaciones que impidan el libre movimiento por las calles o una buena red de comunicaciones desconectada de internet y autónoma que agilice la toma de decisiones. Y algo que muy importante, sistemas de protección para, sobre todo, los carros de combate o blindados, un blanco muy fácil para un soldado con un lanzamisiles o lanzagranadas portátil apostado en una ventana, una esquina o un callejón.

Ciudadanos ucranianos evacuados de Mariupol
Ciudadanos ucranianos evacuados de MariupolALEXANDER ERMOCHENKOREUTERS

Todo esto, claro está, es la teoría. Luego en la guerra, como la que asola Ucrania, no todo se pone en práctica. Solo hay que ver el tipo de bombardeos al que el Ejército ruso somete a las ciudades ucranianas y a la población civil que vive en ellas. Solo hay que ver que la temida ciberguerra es aquí una batalla puramente analógica, incluso con cócteles Molotov entrando por las escotillas de los blindados rusos, con lanzacohetes derribando helicópteros sin falta de hackeos, con bombas y misiles lloviendo allí donde se junte gente. Seguro que hay ataques y contrataques cibernéticos, pero cuando quisieron cortar las comunicaciones ucranianas volaron la torre desde la que se emitía la TV. Sí parece que importa la guerra de información aunque, por lo que se intuye, el relato será importante después, ahora valen más las balas. También parece que pueden funcionar las sanciones, si no hay recursos no hay con qué pagar la guerra. Veremos.