Congreso

Podemos y sus socios boicotean la foto «unidad» de Sánchez

El presidente busca sin éxito atraer al PP y orillar el debate del Sáhara y sus aliados le torpedean. «Es la posición de Trump»

Pedro Sánchez compareció ayer en el Congreso de los Diputados con la vocación de reivindicar su «experiencia en la gestión de crisis», tras los infaustos acontecimientos que le ha tocado capitanear al frente del Ejecutivo, y escenificar una foto de «unidad» con los partidos de la oposición. «¿Qué más tiene que ocurrir para que respondamos unidos?», preguntó a la posición, tras dibujar un escenario casi apocalíptico: desde la crisis del coronavirus hasta la guerra de Ucrania, pasando por el volcán de La Palma, el temporal Filomena o la tormenta de calima. «Esa y no otra será la política que desplegará el Gobierno: unidad, justicia y determinación». Sin embargo, ese cierre de filas que el presidente quería lograr, se le acabó negando por parte de todos los partidos, empezando por sus socios de Gobierno.

Si bien Sánchez se conjuró para orillar el debate sobre el Sáhara y su giro en la relación con Marruecos, dedicándole apenas 15 minutos en la recta final de su intervención, desde Unidas Podemos y otros aliados parlamentarios volvieron a enarbolar la bandera de la causa saharaui con una movilización a las puertas del Congreso, en paralelo al debate que continuaba dentro de la Cámara. Y es que los morados quisieron hacer evidente su enfado con el presidente del Gobierno. Una nueva discrepancia que lleva vigente durante casi dos semanas, en las que los morados han reclamado incansablemente explicaciones a su socio. Así, durante el discurso del presidente, casi la mitad de la bancada morada en el hemiciclo se encontraba ausente, manifestándose contra su propio Gobierno. Una delegación encabezada por los diputados Sofía Castañón, Enrique Santiago, Antón Gómez Reino, Aina Vidal, Juantxo López de Uralde o Lucía Muñoz, entre otros, quienes aplaudieron las proclamas del pueblo saharaui que gritaba «Sánchez y el PSOE legitiman la ocupación del Sáhara Occidental». Mientras, los que siguieron las explicaciones de Sánchez desde su escaño –liderados por las ministras Ione Belarra e Irene Montero o el ministro Alberto Garzón–optaron por no aplaudir ni levantarse cuando Sánchez zanjó sus explicaciones sobre el apoyo a Marruecos en su plan para el Sáhara.

Con este clima de crispación palpable tanto en la calle como en la Cámara Baja, el presidente defendió ante sus socios que la hoja de ruta del Gobierno busca «defender los intereses de España» y hacerlo «ajustándose al marco de Naciones Unidas» con una solución «mutuamente aceptada por las partes». Un posicionamiento «claro» que «no es nuevo» y que está alineado con los socios europeos e internacionales. «Francia, Alemania, la Unión Europea, Estados Unidos y todas las resoluciones de Naciones Unidas dan su beneplácito a los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos», reivindicó Sánchez. El presidente pidió comprensión a sus socios, en un asunto de suma «complejidad», pero la respuesta volvió a ser la constatación de la profunda soledad del presidente en este asunto. Ni Unidas Podemos rebajó sus críticas, a pesar de la foto de la «unidad» que dejó solo un día antes el acuerdo económico en el seno del Gobierno para dar respuesta a las consecuencias económicas de la guerra. El portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, que si bien trató de enarbolar un discurso menos agresivo pero sí exigente, afeó al presidente sus explicaciones y le pidió que dijera expresamente «que apoya la autodeterminación del Sáhara» al defender en la tribuna que no se había producido un cambio de posición. Censuró que su «nueva posición es muy difícil de justificar» y explicó que existían dos posiciones «la de la ONU» y «la de Trump y Marruecos» y que ahora, «también es la de España», algo que tachó de «lamentable». Las mismas críticas llegaron desde ERC, Bildu y Más País, quienes acusaron a Sánchez de «abandonar» al pueblo saharaui y le retaron a defender «el derecho internacional en el Sáhara al igual que en Ucrania». «¿Por qué se combate a un tirano y se mandan cartas a otro tirano (Mohamed VI)?», le inquirió el portavoz de ERC.

Tampoco en lo relativo a la relación con el PP el Gobierno logró avances. Aunque en Moncloa sostienen que el principal partido de la oposición «va a tener muy difícil» no avalar el plan de choque contra las consecuencias de la guerra, lo cierto es que la actitud unilateral del Ejecutivo y el tono duro que desplegó ayer el PP no ayudan a sumar fuerzas. Fuentes de Moncloa mostraban su sorpresa y emplazaban a los populares a asumir una «posición de Estado». Sin embargo, el Ejecutivo no está dispuesto a hacer suya la principal demanda del PP. Sánchez verbalizó en público lo que fuentes gubernamentales señalan en privado y que ya publicó ayer este diario: su rechazo a la rebaja fiscal. «Es suicida desarmar al Estado del Bienestar», señaló el presidente, que desacreditó el posicionamiento del PP, asegurando que piensan «que todo se resuelve con bajadas de impuestos, cuando está en la oposición, porque desde el Gobierno los suben todos».

Una empresa, la del acercamiento al PP, en la que Podemos tampoco está dispuesto a colaborar. Los morados ven muy factible un intento de «acercamiento» por parte de Sánchez al bloque de la derecha de cara al final de la legislatura, según fuentes del partido, ante la relación de tira y afloja que mantienen en Moncloa, y es por ello que se empeñan en boicotearlo sin tapujos y hasta delante del presidente. Ejemplo de ello fue ayer cuando Echenique aludió al futuro líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, acusándole de tener «amigos narcos». Algo que soliviantó a la bancada popular.