"Por la espalda"
El Supremo ratifica la condena a prisión permanente a “Igor el Ruso” por el triple asesinato de Teruel
Rechaza el recurso del exmilitar de origen serbio, descarta que el fallo no estuviera motivado y ve alevosía en el “ataque sorpresivo” a los agentes
El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a prisión permanente revisable al exmilitar de origen serbio Norbert Feher, conocido como “Igor el Ruso”, por el asesinato de un ganadero y de dos guardias civiles en Andorra (Teruel) en diciembre de 2017. La Sala de lo Penal rechaza así el recurso de casación interpuesto por la defensa del condenado -que argumentó que la sentencia no estaba suficientemente motivada y cuestionó el acta del jurado que le consideró culpable- contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Aragón (que confirmó la decisión de la Audiencia Provincial de Teruel) por tres delitos de asesinato en concurso con dos delitos de atentado. A “Igor el Ruso” (que acumula otras dos condenas) se le impuso además la obligación de indemnizar con tres millones de euros a las familias de las víctimas.
La defensa del condenado esgrimió una supuesta vulneración del derecho a un proceso debido por falta de motivación del acta del jurado, pero la Sala ve esa motivación “suficiente para conocer el fundamento de la convicción expresada en la votación del objeto del veredicto”. Para los magistrados, resulta relevante que Feher admitiera los hechos sustanciales de la acusación.
“La autoría, la realización de un acto dirigido a causar la muerte, es un acto admitido por el acusado en su declaración y en la calificación por lo que la motivación no precisa identificar todas las fuentes de prueba en la medida en que el propio recurrente las admite en su declaración y en los escritos de calificación, y a ellos se refiere en la motivación”.
“De forma sorpresiva”
El Supremo rechaza, en una resolución de la que ha sido ponente el magistrado Andrés Martínez Arrieta, que el asesinato del ganadero José Luis Iranzo sea considerado homicidio, y no asesinato, al apreciar alevosía dado su “ataque sorpresivo”, que constata en las propias declaraciones de acusado, que se reseñan en el acta del veredicto, y en “la asunción de la calificación del hecho por la defensa del acusado” y la prueba pericial practicada en el juicio.
Respecto de las muertes de los dos guardias civiles, Víctor Caballero y Víctor Romero, señala la Sala que “Igor el Ruso” también admitió los hechos, “si bien entendió que concurría la eximente de legítima defensa, actuando como causa justificadora de las muertes, lo que comporta que el punto debatido desde la defensa y acusación no es tanto la causación de la muerte, que es admitida, como la existencia de presupuestos que cualifican el homicidio o que lo justifican”.
El tribunal hace hincapié en que “atacando de manera sorpresiva y por la espalda” Feher actuó “disparando con ambas manos, acabando con toda la munición, no siendo esto necesario para darles muerte”. Y llama la atención sobre “las heridas causadas por las armas de fuego, la llevanza de las armas en ambas manos, el agotamiento de los disparos, las balas recibidas por los fallecidos y el aprovechamiento de la noche” por parte del condenado, “cuando los agentes se encontraban de espaldas sin haber desenfundado sus armas y disparando a lugares que no estaban cubiertos por los chalecos antibalas que portaban, y rematarlos luego”.
No fue en legítima defensa
Al igual que con el asesinato del ganadero, la Sala reseña que “el acusado había reconocido la acción, y el extremo debatido es la justificación por la legítima defensa. El acusado admitió en su declaración la realización de su acción disparando las dos pistolas, diecisiete balas, a los dos agentes antes de que desenfundaran sus armas”.
Asimismo, ratifica el delito de atentado a la autoridad porque da por probado que tras matar al ganadero y la llegada de la Guardia Civil, “Igor el Ruso” fue consciente de que eran agentes: “El acusado ya había cometido un asesinato y ve llegar tres vehículos a velocidad con hombres armados, lo que evidencia su pertenencia a Cuerpos de Seguridad y por ello estaba escondido detrás de un coche y actúa de manera sorpresiva. Además, lo reconoce en su propia declaración a la que el jurado se refiere como fundamento de su convicción”.
Tras conocer el fallo, el abogado de la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) Jorge Piedrafita, que ha ejercido la acusación en defensa de la familia de uno de los agentes fallecidos, se ha mostrado satisfecho de que el Tribunal Supremo haya ratificado que “el veredicto estaba motivado” y que no adolecía de contradicciones”, por lo que -señala- “blinda” la decisión del jurado y garantiza que “Igor el Ruso” cumpla su condena por “asesinar vilmente a dos servidores públicos ejemplares cuando garantizaban la seguridad de la ciudadanía”.
El jurado consideró que cuando el ganadero José Luis Iranzo entró en la vivienda, “Igor el Ruso”, que lo había oído llegar y lo estaba esperando frente a la puerta, efectuó un disparo de forma sorpresiva cuando lo tenía a metro y medio de distancia “con la intención de acabar con su vida” actuando “de manera fría y reflexiva”. El veredicto recogió que en ese momento efectuó un segundo disparo “con la intención de rematar a su víctima” de forma “consciente, voluntaria y alevosamente”.
Agotó la munición: “Como si fuese una metralleta”
Del mismo modo, los nueve integrantes del jurado concluyeron que al llegar la Guardia Civil, alertada por el padre del ganadero (que había escuchado los disparos), Feher -oculto detrás de un vehículo- efectuó “numerosos disparos, hasta agotar su munición” con intención de acabar con la vida de los dos agentes, alcanzando con siete disparos a Víctor Caballero y con otros cuatro a su compañero Víctor Romero, provocándoles la muerte.
En el juicio, “Igor el Ruso” aseguró que no disparó con intención de matarles. “Si yo quiero matarles les disparo a la cabeza, no a las piernas”, declaró. ”Mi intención no era matarles, sino que terminasen de disparar”.
Según relató, cuando los agentes llegaron al masico empezó a disparar “con las dos manos a la vez” a los agentes “como si fuese una metralleta” (17 disparos en menos de un minuto, dijo, haciendo frente a la veintena que efectuaron los guardias civiles repeliendo el ataque). Feher intentó incluso justificar su reacción por el impacto psicológico sufrido en la guerra de los Balcanes. En los bombardeos en Serbia, dijo, “la gente moría a mi alrededor. Eso me traumatizó, pero también me hizo más fuerte”
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