Opinión

El triste panorama electoral

La volatilidad del voto en España es directamente proporcional al clima de crispación que se vive

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión de control al Gobierno en el Senado.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión de control al Gobierno en el Senado.Jesús HellínEuropa Press

El CIS de diciembre reduce la ventaja del PSOE sobre el PP acusando el desgaste que ha tenido Pedro Sánchez por las polémicas decisiones del último mes y medio.

En noviembre, el instituto otorgaba una distancia de 5,5 puntos a los socialistas. Un 32,7 % estimación de voto, el mismo porcentaje que en octubre, pero con una caída del PP, que se quedaba con el 27,2 %.

Sin embargo, hurgando en las tripas del sondeo, se descubría que la ventaja estaba relacionada con la manera de cocinar encuestas que tiene el veterano Tezanos, es decir, que sin la llamada “cocina”, la distancia entre PSOE y PP se reducía a 1,6 puntos.

Tan solo un mes después, la distancia, ya ponderada, queda reducida a un par de puntos. Esto, en demoscopia, es un empate técnico entre los dos grandes partidos a un año del límite legal para que se celebren las elecciones generales.

La volatilidad del voto en España es directamente proporcional al clima de crispación que se vive. Ni en los peores tiempos de la confrontación entre José María Aznar y Felipe González, había habido un ambiente tan emponzoñado. Ahora, no solamente la política de bloques está en choque permanente, también ha entrado en juego la guerra entre el poder judicial y el legislativo.

Es de suponer que el periodo navideño aplaque las tensiones, siempre ocurre. Incluso muchos analistas descuentan el olvido que produce la desconexión por unos días. Los ciudadanos cambian de prioridades, centrándose en la celebración de las fiestas y aparca los asuntos que centran su atención en los días previos.

Sin embargo, siempre quedan posos. Las opiniones sobre asuntos concretos dejan paso a opiniones generales que se van fraguando poco a poco. En esa balanza, ninguno de los líderes sale bien parado.

Yolanda Díaz queda marcada por la batalla que mantiene con Podemos y Pablo Iglesias, Ciudadanos es un montón de cenizas que hacen difícil explicar como un día pudieron ser considerados como alternativa. Vox quedó dañada por el resultado en Andalucía y Macarena Olona se ha empezado a convertir en un dolor de muelas para los ultras.

Para los dos grandes partidos, el balance final es inquietante. Feijóo acusa el desgaste en torno a su figura en apenas unos meses y Sánchez carga con la losa de su matrimonio con los independentistas.

Lo que recoge el CIS es un empate entre equipos mediocres, por lo que las elecciones no serán una final como la del mundial, sino mucho peor.