El personaje
Pedro González-Trevijano: El ejemplo de un gran jurista
Llegó como magistrado al TC en junio de 2013 y alcanzó la presidencia por unanimidad en noviembre de 2021con el firme objetivo de calmar las aguas y alcanzar consensos
Ha demostrado rigor, prudencia y serenidad en unos momentos de máxima tensión. Nada fácil lo tenía el presidente del Tribunal Constitucional, Pedro González-Trevijano, ante la mayor crisis vivida en el seno del alto organismo de Garantías. Pero este magistrado catedrático de Derecho Constitucional ha sorteado una ofensiva sin precedentes contra su persona y una división entre sus compañeros con la maestría de un gran jurista y el ejemplo del trabajo bien hecho. Nueve horas de intenso debate en el primer plenario, con el pulso iniciado por el gobierno de Pedro Sánchez para acometer sus reformas del Código Penal cediendo a las exigencias de sus socios comunistas y separatistas. Otras cuatro horas en el segundo de urgencia que frenó la aspiración del Senado para debatirlas. Y las recusaciones de la Fiscalía contra él mismo y el magistrado conservador Antonio Narváez, algo totalmente anómalo dado que no existe un proceso judicial para que se persone el Ministerio Público y revela la politización del asunto, no han mermado el carácter templado de González-Trevijano, un hombre que llegó como magistrado al TC en junio de 2013 y alcanzó la presidencia por unanimidad en noviembre de 2021con el firme objetivo de calmar las aguas y alcanzar consensos.
Ahora no ha sido así por la rebelión de los cinco magistrados progresistas que se oponen a la suspensión de las reformas del gobierno, Juan Antonio Xiol, María Luisa Balaguer, Inmaculada Montalbán, Ramón Sáez y sobre todo Cándido Conde-Pumpido, el magistrado díscolo que ya causó un enorme revuelo en el seno del Tribunal Constitucional y un conflicto entre sus propios compañeros. Conde-Pumpido estuvo en el ojo del huracán por sus desafortunados comentarios hacia la sentencia del entonces ponente, Pedro González-Trevijano, contra el primer estado de alarma decretado por el gobierno de Pedro Sánchez en la pandemia. «Es extravagante, propia de un lego y un jurista de salón», llegó a decir Pumpido en una nota filtrada a los medios de comunicación. Curiosamente, luego el ex Fiscal General del Estado hubo de retractarse y tales expresiones no aparecieron en su voto particular. Pero el escándalo fue de campeonato y el propio Cándido se vio obligado a emitir un comunicado aclaratorio en el que se escudaba en un borrador interno del TC. Criticó esa filtración en su opinión, «interesada», y reafirmó su orgullo y satisfacción de trabajar con unos compañeros de prestigio, sólidos juristas, enfocando la discrepancia «dentro del ámbito propio del debate jurisidiccional».
Cándido Conde-Pumpido aspira a presidir el Tribunal de Garantías y, junto a los otros magistrados progresistas, apoya las reformas del gobierno, de momento paralizadas por seis votos a favor y cinco en contra, con argumentos jurídicos de peso a cargo de dos de las mejores cabezas del TC, Enrique Arnaldo y el propio González-Trevijano, que han soportado unos ataques sin precedentes.
Hablar de «facha-togas», de la derecha judicial, mediática y golpista es un desatino que vulnera la independencia de los poderes institucionales y el Estado de Derecho. El gobierno y la izquierda acusan al TC de impedir el debate parlamentario y erosionar la democracia, cuando son ellos quienes pretenden aprobar leyes orgánicas de tapadillo sin los preceptivos informes técnicos, los avales del Consejo de Estado y el Consejo General del Poder Judicial. Sánchez y sus socios consideran urgente controlar el TC y colocar a Conde-Pumpido para legalizar los indultos a los separatistas, la derogación de la sedición, la rebaja de la malversación y las reformas de leyes contrarias a la Carta Magna.
Pedro González-Trevijano ha manejado esta crisis institucional sin precedentes con un tacto enorme y la finura de un buen jurista. Fuentes del TC aseguran que, pese a la discrepancia entre los magistrados, su presidente nunca perdió los nervios ni alzó la voz. Utilizó su voto de calidad con sólidos argumentos jurídicos y logró incluso que los progresistas no entraran a valorar las recusaciones contra su persona y Narváez, como reclaman el PSOE, Unidas Podemos, los separatistas y la Fiscalía claramente alineada con el gobierno.
El Pleno así lo acordó, aunque los magistrados contrarios a la suspensión de las reformas han anunciado un voto particular que se conocerá en los próximos días. De momento, el TC la mantiene y desoyó las impugnaciones del Senado en su calidad de parte demandada junto al Congreso en la tramitación del recurso de amparo presentado por el PP contra la tramitación parlamentaria de las modificaciones legales y rebaja de las mayorías necesarias para agilizar el relevo en el TC por parte del CGPJ.
En medios jurídicos se valora positivamente la labor de González-Trevijano quien, fiel a su estilo, intentó apaciguar los ánimos y no incendiar todavía más el conflicto desatado por Pedro Sánchez y sus socios del bloque «Frankestein» que se han movido entre insultos y amenazas a los magistrados conservadores.
Pedro José González-Trevijano es un prestigioso jurista Doctor en Derecho y catedrático de Constitucional con Premio Extraordinario Fin de Carrera. Fue Subdirector del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, vocal de la Junta Electoral Central y Rector de la Universidad Rey Juan Carlos, dónde dejó buena huella de su vocación docente. Académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España ha publicado numerosos trabajos sobre la teoría del estado, las autonomías, el derecho comparado y la historia constitucional.
Hombre culto e ilustrado es también autor de títulos como «El dedo de Dios, la mano del hombre», «El purgatorio de las ideas» o «Magnicidios de la historia». Ahora, ante la mayor crisis vivida por el Tribunal Constitucional ha demostrado su templanza, solidez jurídica y el trabajo bien hecho.
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