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«Estrategia Biden»: Sánchez utiliza el aborto para movilizar a la izquierda y desgastar a Feijóo

El Gobierno busca minar la imagen de moderación del PP y espolear a su electorado, azuzando el miedo a Vox

«No estamos ahí». El Gobierno descarta, por ahora, recurrir a la suspensión de la autonomía en Castilla y León –vía aplicación del artículo 155 de la Constitución– tras la polémica generada por los protocolos antiabortistas en la región. En el Ejecutivo se apresuraron ayer a apagar el foco encendido por una noticia publicada en «La Vanguardia», en la que se presumía que Pedro Sánchez valoraba revocar las competencias sanitarias como último escenario si Alfonso Fernández Mañueco no daba marcha atrás.

La estrategia socialista no pasa actualmente por esta vía. En primer término, por lo puramente procedimental: antes de recurrir a una medida de tanta trascendencia hay una serie de fases que se deben agotar y el presidente de Castilla y León ya rectificó ayer el rumbo. Y, en segundo término, porque el Gobierno no quiere reclamar para sí el protagonismo, sino volcar toda la atención en Alberto Núñez Feijóo y sus pactos con Vox.

El procedimiento tasado no tiene más recorrido –si Mañueco no implementa los citados protocolos–, por lo que la estrategia más inmediata pasa por utilizar la controversia generada para desgastar al líder del PP, instrumentalizando el aborto para minar la imagen de moderación que se afana en construir y dibujarle como un líder falto de autoridad e iniciativa. En la semana en la que Génova buscaba proyectar transversalidad, con los fichajes de Borja Sémper e Íñigo de la Serna, desde el PSOE se recuerda que «necesita a Vox para llegar al Gobierno», porque le tiene como «aliado natural», y que lo que ha ocurrido en Castilla y León será extrapolable al resto de coaliciones que fragüen tras las elecciones.

En Ferraz se afanaban ayer en urgir al líder de la oposición a pronunciarse, porque consideran que con su silencio no es «el líder del PP, sino el rehén de Vox». «Hace lo que mejor sabe hacer: guardar silencio y escurrir el bulto. Esta vez no vale. Si sigue callado demuestra su ausencia de autoridad dentro del PP». Un argumento paralelo al que desde Génova se utiliza precisamente para atacar a Sánchez, acusándole de estar «intervenido» por sus socios de ERC y EH Bildu.

No hay que obviar, tampoco, que a los socialistas les interese alimentar una polémica que les permite desviar el foco de las controversias que cercan al propio Gobierno. Las relativas a la Ley del «solo sí es sí», tras las desafortunadas declaraciones de la secretaria de Estado de Igualdad, Angela Rodríguez; y las que tienen que ver con la sedición y la malversación, después de que el auto del juez Pablo Llarena –primera interpretación judicial a la reforma del Código Penal– desautorice las intenciones del Ejecutivo.

Por ello, el PSOE no va a soltar la pieza del aborto en Castilla y León y la instrumentaliza ya para resucitar la estrategia del miedo a Vox. Una estrategia que ya se demostró agotada en las últimas convocatorias electorales, por ejemplo, en Andalucía, donde la falta de alternativa de los socialistas acabó generando una corriente de voto útil hacia Juanma Moreno para que pudiera gobernar en solitario y con mayoría absoluta. En Ferraz sostienen ahora que la situación ha cambiado, el contexto es diferente y existen una serie de «variables» que hacen que se rehabilite una estrategia que reconocieron agotada tras el 19 de junio.

Sin embargo, ahora la reactivan porque, entienden, puede servir para espolear a los votantes de izquierdas, muy desmovilizados, más que para atraer al votante moderado. Se trata de emular, salvando las distancias, la estrategia que utilizaron los demócratas en las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, en las que el partido de Joe Biden planteó las legislativas como una suerte de plebiscito entre el retroceso o el avance en derechos, con la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de revocar la histórica sentencia que garantizaba el derecho al aborto todavía en la retina.

«Donde el PP gobierne con el apoyo de la ultraderecha, que es su política de pactos, las mujeres volverán a tener en peligro sus derechos y libertades», señaló el viernes la vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, que compareció en rueda de prensa después de una reunión en Ferraz. En la misma línea, el sábado en un acto en Sevilla, el presidente del Gobierno calificó un futuro pacto entre el PP y Vox a nivel nacional como la «coalición del miedo». «La derecha sabe qué camino ha tomado, que es el que le marca la ultraderecha», advirtió Sánchez, en contraposición con “los gobiernos socialistas, con los que va haber avances en beneficio de las mujeres y ni un solo retroceso».

En Ferraz recuerdan que, una vez remitido el requerimiento escrito –que tiene un plazo de hasta dos meses para recibir respuesta– si este no sirviera para unificar posiciones, se procedería a crear una comisión técnica entre Castilla y León y el Gobierno para estudiar la situación. Si en este foro no se llegara tampoco a ningún acuerdo, se recurriría a la vía contencioso administrativa. En este procedimiento se podría pedir al juez medidas cautelares para paralizar los citados protocolos, pero sería una decisión judicial y en ningún caso tendría un carácter automático.