Defensa
Despega el FCAS, mucho más que el avión de combate europeo del futuro
Superadas las tensiones empresariales, España, Francia y Alemania ya están inmersas en la siguiente fase del programa: el desarrollo de un prototipo del caza con la vista puesta en 2028
España, Francia y Alemania acaban de lanzar el Futuro Sistema Aéreo de Combate, más conocido ya por las siglas FCAS, el mayor proyecto militar puesto en marcha en Europa hasta la fecha. Al frente están tres empresas, una de cada país, la española Indra, la francesa Dassault y la división alemana de Airbus. El programa arranca oficialmente después de unas complejas negociaciones, que han retrasado la firma un año, entre las dos últimas empresas por ver quién llevaba la voz cantante en el desarrollo del avión de combate, el NGF (New Generation Fighter), la joya del proyecto. Dassault al final se impuso. Pero lo importante es que está en marcha.
En diciembre, los tres países anunciaron el acuerdo, las empresas firmaron y en las próximas semanas tendrá lugar el acto oficial con los ministros de defensa, jefes de las fuerzas aéreas y directivos de las empresas involucradas. Aunque oficiosamente ya está todo cerrado. No estamos ante un programa cualquiera por varios motivos. Por el dinero que movilizará, por el nivel de ambición, ya que no solo busca el desarrollo de un avión de combate de última generación sino un complejo sistema de combate integrado por varios aparatos distintos, y también por lo que está en juego para la industria aeroespacial europea y, por consiguiente, la española. Es cierto que en aviación militar en Europa existe un precedente, el Eurofighter, resultado de la unión de Alemania, Reino Unido, Italia y España, sin embargo, el FCAS es mucho más.
Hasta 2028, España, Francia y Alemania meterán alrededor de 8.000 millones de euros en el FCAS para básicamente el desarrollo del prototipo del futuro caza y su motor, y todas las tecnologías que girará en torno al avión de combate. Esto es lo que acaba de firmarse ahora. Esta inversión inicial representa solo una pequeña parte del coste del programa. Las primeras estimaciones hablan de un programa de entre 50.000 y 80.00 millones de euros. Una cifra mareante que muestra a la perfección el nivel de ambición del proyecto y a la vez lo mucho que está en juego.
El programa busca el diseño de lo que se conoce en el argot militar como sistema de sistemas. El núcleo es el caza NGF que actuará con drones, capaces de lanzar armamento u operar como avanzadilla, controlados desde el caza o desde un centro de operaciones en tierra firma. La tercera pata del FCAS será la nube de combate que permitirá coordinar todas las acciones a la vez y gestionar la ingente cantidad de información. Los tres, aviones de combate, drones y la nube, estarán conectados entre sí y con otros sistemas como vehículos terrestres o buques de combate en un campo de batalla digital. Esta es a grandes rasgos la idea. Para hacerla realidad, hay que invertir mucho para dar respuesta a desafíos como el procesado y análisis en tiempo real de una inmensa cantidad de información o al empleo de nuevas armas como los láseres de energía. Tecnologías como el big data, la inteligencia artificial o la robótica, a la orden del día ya, marcarán la diferencia.
Pero, ¿qué papel tendrá en el proyecto la industria de defensa española? El reparto industrial es complejo. Como decíamos, las negociaciones han sido difíciles. Lo primero que hay que decir es que las compañías españolas participarán a partes iguales con la empresas francesas y alemanas en la primera fase ya en marcha. Es decir, les toca un tercio del pastel. El programa cuenta con siete pilares principales: el caza NGF; el motor; los drones, denominados Remote Carriers; los sensores, desde nuevos radares hasta sistemas de misión; la nube de combate; y las tecnologías de baja observabilidad (furtivas) para convertir el avión en indetectable para el enemigo. Todos siguen el mismo esquema. La actividad se reparte entre tres empresas, una de cada país. En todos hay un líder internacional y luego cada compañía actúa como líder en su respectivo país.
La industria española lidera a nivel internacional dos de esos pilares: el de sensores y el de las tecnologías furtivas. Al frente del primero está Indra, que, además coordinada toda la estructura industrial del programa en España, mientras el segundo lo lidera la división de Airbus en España. Indra también participará en el diseño de la nube de combate, una especie de cerebro que permitirá la conexión de todas las plataformas y Airbus España, por su parte, está también el diseño del caza. El fabricante de motores y turbina ITP Aero contribuirá al desarrollo del motor, en especial, en las partes de la tobera y la turbina de baja presión, y el consorcio Satnus, formado por GMV, Sener Aeroespacial y Tecnobit, aportará su conocimiento al pilar de los operadores remotos, otra de las piezas claves.
En los próximos tres o cuatro años, los avances no serán muy palpables. Será una fase más de laboratorio e ingeniería; de investigar y de diseñar ese avión del futuro o la tecnología que llevará. No se pasará de simulaciones por ordenador. El punto de partida es el siguiente: si una tecnología ya existe muy probablemente no tendrá cabida en el FCAS. Después, en torno a 2026, arrancará una nueva etapa ya con un primer diseño maduro de las diferentes partes de ese sistema de sistemas. A partir de entonces, empezará a coger forma los prototipos del NGF y su motor y de los operadores remotos. Más adelante, a finales de esta década, ya habrá un avión volando que actuará de demostrador para validar todas las tecnologías. Ese es el calendario previsto a día de hoy. A partir de 2030, comenzará la producción como tal del avión y esos drones que le acompañarán.
El objetivo es que este caza europeo con la última tecnología y toda la panoplia de sistemas asociados esté en servicio en 2040 en las fuerzas aéreas de España, Francia y Alemania. Y no hay tiempo que perder. Estados Unidos ya va por la quinta generación de aviones de combate, con el famoso F-35 que, por cierto, ya han adquirido once países del viejo continente. Y Europa, o más bien la Unión Europea, no quiere quedarse atrás. El Eurofighter es un gran caza pero, aunque hay planes para mejorar el sistema y extender su vida hasta allá por el año 2060, su diseño no deja de ser de los años 90 del siglo pasado. El FCAS tendrá además competencia dentro del viejo continente. Reino Unido, Italia y Japón acaban de lanzar otro programa similar, bautizado como GCAP (Programa Aéreo de Combate Global).
Todas las empresas coinciden en una cosa, el programa es la gran oportunidad para impulsar no solo el sector aeroespacial en España, sino todo el tejido industrial, puesto que al final muchas de esas tecnologías serán duales, también tendrán aplicaciones para el mundo civil. FCAS, por tanto, es un tren de esos que solo pasa una vez.
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