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Arnaldo Otegi: impulsor de las listas del terror

En medio de la indignación de las víctimas, él se crece

Ilustración Arnaldo Otegi
Ilustración Arnaldo Otegi PlatónLa Razón

La inclusión de 44 etarras, siete de ellos condenados por delitos de sangre, en las listas electorales de EH Bildu para el 28-M ha desatado una tormenta política y jurídica que amenaza un gran desgaste para el PSOE. Por ello, tras unos días de silencio, el presidente del Gobierno y varios ministros criticaron esta decisión. Pedro Sánchez aseguró desde la Casa Blanca que la medida «puede ser legal, pero no decente», y otros miembros del Gabinete expresaron su rechazo, la ofensa y el dolor que supone para las víctimas del terrorismo. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, tuvo palabras muy duras para algo que considera «repugnante» y apeló a la valentía de los «barones» socialistas para criticar los pactos del Ejecutivo con el partido filoetarra. El PP baraja iniciativas para impedir la presencia de candidatos condenados por terrorismo a través de la reforma de la Ley Electoral, mientras la Fiscalía de la Audiencia Nacional analiza las denuncias de Dignidad y Justicia, así como de Covite, contra esta aberrante decisión, impulsada personalmente por el máximo líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi.

En medio del escándalo, impensable en otros países democráticos, Otegi saca músculo y exhibe con satisfacción los resultados de un sondeo elaborado por el Gobierno vasco que le otorga una espectacular subida en Vitoria y Guipúzcoa. Según esta muestra, a pesar de que el PNV sigue siendo la fuerza más votada, los de EH Bildu les pisan los talones gracias a dos factores: los pactos con Pedro Sánchez, que sitúan en el Congreso a los filoetarras con una fuerza parlamentaria enorme sin precedentes, y el hundimiento de Podemos en Euskadi, que deriva todo el voto radical hacia el partido de Otegi. El sondeo de Ajuria Enea supone un balón de oxígeno para Arnaldo Otegi, que persiste en mantener a los condenados, siete de ellos por delitos muy graves de asesinatos, en sus listas para Euskadi y Navarra. Ello ha abierto una fractura entre los candidatos socialistas al 28-M. Mientras la presidenta navarra, María Chivite, que gobierna con EH Bildu, considera la medida legal, el extremeño Fernández-Vara, el manchego García-Page y el aragonés Lambán la rechazan de plano.

El asunto envenena la campaña del 28-M, cunde la preocupación en el Gobierno y el PSOE por el desgaste de sus pactos con EH Bildu, que amenazan a sus candidatos frente a la utilización y beneficio para el PP. De ahí que tras unos días de mirar para otro lado, Pedro Sánchez, sus ministros y «barones» se vieron obligados a pronunciarse. En medio de la indignación de las víctimas y el debate jurídico para impedir la presencia de los etarras en las listas del País Vasco y Navarra, el líder abertzale se crece por su ascenso electoral. Presume de su chantaje al Gobierno, amenaza la hegemonía del PNV, aboga por la República vasca, rechaza la Constitución, abajo la transición y fuera los franquistas del aparato político, económico y judicial del Estado opresor. Es su proclama en los mítines por las plazas vascas y un desafió a Pedro Sánchez, que mantiene al partido abertzale como un socio preferente en el Congreso para sostener la legislatura.

Otegi, que ya fue apartado por la Junta Electoral de su candidatura al Parlamento Vasco en 2016, emerge como una daga sobre la cabeza de Sánchez y la vergüenza de unos pactos con el único objetivo de garantizar el poder en La Moncloa. Algunos socialistas históricos del País Vasco, herederos de aquellos que se dejaron la vida bajo las manos sangrientas de ETA, no ocultan su tristeza, decepción y rabia. Y acusan directamente al «sanchismo» de haber catapultado al líder de EH Bildu a las cotas de poder en el Congreso, donde su mano derecha, la diputada Mertxe Aizpurua, antaño condenada por apología del terrorismo, se permite dar órdenes al grupo parlamentario socialista.

Arnaldo Otegi Mondragón es una figura polémica y controvertida. Militante desde muy joven en ETA, condenado por pertenecer a la banda, años más tarde participó en el final de la violencia de la banda terrorista. «Otegi es un hombre de paz», dijo un día el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero en el inicio de las conversaciones negociadoras.

Lo cierto es que Otegi fue el hombre clave en la firma del Pacto de Estella que llevó a ETA a declarar la tregua indefinida. Por aquellos días se reunía en secreto, en un recóndito caserío de Elgóibar, con el dirigente socialista vasco Jesús Eguiguren para facilitar el proceso de paz. A partir de ahí, su actividad política fue incesante. Desde Sortu, Herri Batasuna, Euskal Erritarrok y otras siglas de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi comenzó a tejer un entramado político que culminó en EH Bildu, un partido de izquierda nacionalista radical con vínculos con Podemos y el separatismo catalán de ERC. Su cinismo llegó al máximo en el año 2012, cuando difundió una declaración en la que pedía «sus más sinceras disculpas» a las víctimas de ETA. Ahora, las llamadas «listas del terror», colocan a los candidatos del PSOE en una encrucijada y otorgan una baza a los del PP.

Nacido en Elgóibar, hijo de Ascensio Otegi y Lolita Mondragón, se forjó entre los «cachorros» abertzales y militó muy joven en ETA Político-Militar. Estudió Filosofía en la facultad de Zorroaga y se casó con Julia Arregui Gorrotxtegui, con quien tiene dos hijos, Hodei y Garazi. Tras un pasado en la banda y su papel en las conversaciones para la tregua final de la organización terrorista, Otegi ha logrado ser una especie de muleta para Pedro Sánchez, que permitió el pacto con EH Bildu en Navarra para aupar a la Presidencia del Gobierno Foral a la socialista María Chivite. Sus votos en el Congreso favorecieron la moción de censura contra Mariano Rajoy para la investidura de Sánchez y sus apoyos a las leyes del Gobierno han sido decisivos. Arnaldo Otegi ejerce su poder en Madrid, aventaja en las encuestas al Partido Socialista de Euskadi y acorta distancias con el PNV.