Curiosidades de Estrabón
Si se le deja, Puigdemont exige indemnización
Pactar una ley con el delincuente que se va a beneficiar de ella es un pozo sin fondo
Da muchísima vergüenza ajena que Cándido Conde Pumpido esté dictando los términos de la amnistía a los forajidos del procés. Literalmente, el texto es redactado por este señor. Y cuando los altos jerifaltes socialistas hablan con los periodistas, reconocen que «Cándido nos ha dictado unos límites y de ahí no podemos salirnos, porque el TC nos tiraría el texto». Me pregunto qué tipo de república bananera es la que tiene al jefe del máximo tribunal de la ley fundamental a las órdenes del Ejecutivo.
El presidente participó el jueves en la reunión extraordinaria del Consejo Europeo en Bruselas y, a continuación, respondió a las preguntas en rueda de prensa. Me atrevo a escribir que la frase estrella que saltó a los titulares no es suya, sino que nace de las percepciones de Conde Pumpido. «Como todo el mundo sabe, –espetó Sánchez, y se quedó tan ancho– el independentismo catalán no es terrorismo. Todos los independentistas catalanes serán amnistiados porque no son terroristas». Venga ya. Lo ocurrido en el procés se ajusta perfectamente a la definición penal de terrorismo, esto es, las acciones ilegales coordinadas desde organizaciones y destinadas a subvertir el orden legal y obligar a las autoridades. Cada adoquín arrojado, colegio secuestrado, policía agredido, mobiliario urbano roto, lo era para romper la unidad de España y se producía a instancias de los CDR y con la coordinación ideológica de Omniun Cultural, Asamblea Nacional Catalana y Tsunami Democrático. Terrorismo pata negra. Los policías que quedaron discapacitados en la plaza de Urquinaon a no lo fueron por culpa de unos gamberros, sino de terroristas. Sánchez sabe de leyes lo que yo, así que una frase tan contundente procede con seguridad de quien lo ha asesorado.
Ahora conviene repetirla, claro, para que la opinión se convenza de que aquellos fueron «tumultos callejeros por disgusto social». Para que pensemos que se parecían a las manifestaciones contra la guerra de Irak, a favor de Podemos o las «mareas» en defensa de la sanidad pública. Y no. Conviene tener memoria. La Generalitat orquestó un aparato independentista con redes sociales, embajadas, propaganda, actividad diplomática internacional, financiado con nuestro dinero y ordenado a la ruptura del orden constitucional. Finalmente sometió el proceso a un referendo ilegal y lanzó a la gente a las calles en defensa del resultado. Hubo muchos delitos de terrorismo y traición.
Lo que pasa es que pactar una ley con el delincuente que se va a beneficiar de ella es un pozo sin fondo. Como se les deje, los de Puigdemont pactan no sólo la amnistía sino la indemnización de todos ellos.
Tras la derrota del PSOE en la Cámara, no se va a ir más allá en el texto porque, en efecto, Conde Pumpido no irá más allá. Terrorismo «grave» y traición son los límites que el magistrado concede y que considera, además, suficientes «porque el independentismo no es terrorismo». Como mucho se pactará una ampliación de las fechas de los delitos amnistiados, para garantizar la impunidad a los Pujoles y los amigos de Turull. Y la proposición de ley saldrá adelante.
En Ferraz descartan también tocar el Código Penal. Los de Sumar no han tenido otra idea que sugerir que se modifique la tipificación de terrorismo, como se hizo con la ley de «sólo sí es sí» pero Sánchez ya escarmentó con el numerito de Irene Montero. Cada cambio legal implicaría que los yihadistas y etarras recurriesen sus sentencias. Como es sabido, el reo tiene derecho a que se le aplique la más favorable de las leyes.
Asistiremos ahora a la propaganda. Al blanqueamiento de Bildu sucede ahora el de Tsunami. Personas con ideas diferentes fueron encarceladas por orden del perverso PP y la ultraderecha. Y, gracias al PSOE, se restablece la pluralidad sana y el variopinto colorido de las naciones ibéricas.
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