Toni Bolaño

Duelo independentista en una Diada en horas bajas

Junts y ERC, con Junqueras y Puigdemont al frente, siguen tirándose los trastos a la cabeza para demostrar quién es «lo más» en Madrid

En el año 2012, Convergència i Unió dejó de ser el alumno más aventajado en los recortes, con el inestimable apoyo parlamentario del Partido Popular, para coger la autopista que llevaría en un suspiro a la independencia a Cataluña. Nos decían que todo iba a ser coser y cantar, pero once años después la independencia sigue siendo una quimera. Primero, porque el Estado impidió el desmán de 2017; segundo porque el independentismo que utilizaba la “astucia” demostró que más allá de las palabras solo había sueños de grandeza y ninguna realidad; tercero porque sus cuitas internas lo han llevado al ostracismo; y cuarto porque despojado del victimismo -indultos- el constitucionalismo les ha ganado el pulso. El PSC para ser exactos. Su victoria en las generales ha dejado al PP sin los diputados necesarios para armar una alternativa. 19 diputados contra 6 han dejado a Feijóo sin investidura. Por Cataluña no gobierna. Se lo tendrían que hacer mirar en la calle Génova pero no parece que haya intención.

La -enésima- apelación a la unidad la pronunció el president Aragonés en su -supuesto- discurso institucional. Apenas duró unas horas. En los actos matutinos de la Diada ERC y Junts aprovecharon para tirarse los trastos a la cabezaa cuenta de quién lo hacía mejor quién era más patriota. El mensaje del presidente de la Generalitat se dirigió solo a unos, los independentistas, mientras el resto de catalanes, la mayoría según las últimas elecciones generales, fueron abandonados. El independentismo sigue hablando de “un sol poble”. No se ha dado cuenta que Cataluña es plural, por suerte, y que no hay un solo pueblo. Como mínimo dos, y si me apuran tres o cuatro.

Hablan de "un sol poble" y abandonan al resto de catalanes

La Diada y el 1 de octubre en el horizonte inflamaron los discursos. Una inflamación que llegó también a la sede popular de Génova con un Feijóo anunciando un "remake" de las mesas contra el Estatut que sacó a la calle Rajoy. Esta vez en forma de resoluciones y mociones en ayuntamientos, diputaciones, parlamentos autonómicos, senado y congreso. Ya les anuncio que en Cataluña el PP puede sacar adelante un máximo de tres. Exiguo botín sin duda en la Comunidad en la que se está jugando la partida. La derrota no ha hecho mella en los populares que parecen empecinados en el error con el argumento de que España se rompe.

La celebración de la Diada de ayer marca el pulso entre las dos grandes formaciones. Ambas, con Junqueras y Puigdemont al frente, quieren ser “lo más” en Madrid para vender sus logros en Cataluña porque dentro de dos años, a lo sumo, se dirimirá de nuevo quién gana en el espectro independentista. Junts quiere recuperar la vara de mando.ERC mantenerla, pero la pugna ha dejado al gobierno catalán en la estacada. Ni gobierna, ni aspira a gobernar. En dos años ni una sola medida importante ha sido aprobada. Se rehúye la toma de decisiones. En la sequía, por ejemplo, se reza para que llueva. Poco más.

Ómnium Cultural puso cifras al tema que llenaba tertulias y discusiones: la amnistía. Afectará a 1.432 personas. La unidad independentista también se rompe en las entidades civiles porque Laura Borràs se queda fuera de la lista. Más de la mitad son sanciones administrativas por colocar esteladas o pancartas, 113 con condena firme, 17 pendientes de sentencia, 387 con causa penal abierta y 35 esperando al Tribunal de Cuentas. Si la corrupción no entra en el paquete, Laura Borràs tampoco. Quedan lejos aquellos 4.000 afectados como rezaba la propaganda independentista.

ERC siguió siendo el objetivo de las iras de los hiperventilados que se están agrupando en torno a ese cuarto espacio que lidera la ANC, cada vez más distanciada de Ómnium. Un cuarto espacio que quiere armar una candidatura para las próximas elecciones autonómicas que cuenta, según los opinadores de Junts, de gente válida pero muy narcisista. Todo un recado. Junts se salvó en buena medida. Puigdemont es todavía mucho Puigdemont aunque también hubo quién afeara a su formación pactar con el PSOE. Casi lo peor de lo peor.

La Diada repartió las cartas pero después del 1 de octubre veremos si las aguas vuelven a su cauce. Ahora el lenguaje está exaltado para evitar perder la calle y mantener el discurso sobre quién es más patriota. La letanía que dura ya 11 años y que no tiene pinta de acabar. La manifestación ya no es lo que era, la CUP se desmarcó con su propia marcha, pero el independentismo sigue vivo. Noqueado pero vivo. El epicentro de la manifestación la Plaza de España rebautizada Plaza 1 de octubre por los indepes. Un cuarto de hora antes de empezar a las 17:14 el tráfico como si nada. Para el recuerdo las grandes movilizaciones. Ahora quieren una amnistía para mejorar su carta de presentación ante los suyos y no son conscientes, en España la derecha tampoco, que el fin del victimismo puede ser el fin de su fuerza. Sin víctimas, sin estrategia, sin unidad serán pasto de las urnas. El reencuentro será su fin. Viven mejor en la confrontación como el Partido Popular y la ANC que desde la tribuna de la descafeinada manifestación envió sus mensajes cargados de instrucciones a los partidos sobre qué hacer y qué no hacer. Veremos la respuesta de ERC y Junts. Eso será después del 1-0.