Terrorismo

¿Enfrentarse o no a un "lobo solitario" que ataca con cuchillo?

Un manual publicado en redes, que no es de Interior, el único consejo que da es el correr, ocultarse, no hacerse el muerto y, por supuesto, alertar a las FSE

Agentes de la Policía Nacional francesa, en las puertas del instituto de Arras donde ha tenido lugar el atentado
Agentes de la Policía Nacional francesa, en las puertas del instituto de Arras donde ha tenido lugar el atentadoAfp

Una de las “ventajas” con las que cuentan los terroristas yihadistas que atacan con cuchillos, como ha ocurrido recientemente en Francia, es la de su aparente supremacía sobre sus víctimas, a las que determinados manuales y vídeos, no distribuido por el Ministerio del Interior, el único consejo que se les da es el de correr, esconderse, pasar inadvertidos o cosas similares. Lo que puede resultar fatal a la postre. “No se haga el muerto, que es peor”, les vienen a decir en uno de los epígrafes. Enfrentarse, nunca, porque, por lo visto, estos sujetos son invencibles.

Los que hacen y distribuyen estos manuales contribuyen, sin quererlo, a reforzar la moral de los actores, “lobos”, solitarios, que consideran a los infieles “cruzados” cobardes, sin espíritu, carentes de convicciones y ajenos a la voluntad de luchar, aunque sea para preservar su vida. Las Fuerzas de Seguridad, que bastante hacen y han demostrado su efectividad, no son omnipresentes y tienen un periodo de reacción, en función de la distancia a la que se produce el incidente.

Siempre es mejor que actúen estos profesionales, que saben lo que tienen qué hacer, pero hay circunstancias en que una reacción ciudadana espontánea y urgente puede evitar males mayores. Cualquier cosa menos la pasividad y dejarse matar o herir porque, por lo visto, no hay otro remedio, si se sigue el consejo de esos manuales, cuyos autores deberían explicarlos con todo lujo de detalles a los ciudadanos y, de paso, facilitarles pases para acceder a pistas de atletismo en los que entrenar la carrera, tengan la edad que tengan.

Mientras se mantenga esta “filosofía”, mientras no se lleve a la mente de los yihadistas que atacan con cuchillo (otra cosa son las armas o las bombas) que los ciudadanos, que siempre son mucho más numerosos que el agresor, pueden hacerles frente, los atentados se repetirán una y otra vez, sin solución de continuidad.

En los vídeos difundidos sobre el reciente atentado de Arras, en Francia, se veía a algunos ciudadanos que se limitaban a hostigar con sillas al agresor, como si de un perro que les iba morder se tratara, en vez de propinarle un golpe o más en la cabeza que lo neutralizara. La presencia de varios ciudadanos no hacía imposible la acción, todo lo contrario, y es con ese miedo con el que juegan los yihadistas. Al final, fue arrestado por las Fuerzas de Seguridad mediante el uso de una pistola Taser. Si los ciudadanos hubieran reaccionado, ¿se habría evitado la muerte del profesor y los heridos?

El día que comiencen a cambiar las cosas y los terroristas espontáneos se encuentren con la respuesta ciudadana, las cosas empezarán a cambiar. No se trata de que los que pueden convertirse en víctimas se conviertan en héroes, ejerzan la justicia por su mano o intenten suplantar a las Fuerzas de Seguridad, sino que actúen en legítima defensa.

En la mente de todos está el caso del español de Ignacio Echevarría, asesinado por los yihadistas en Londres, después de que abatiera a un terrorista con su patinete para evitar una masacre mayor. En ese caso, nuestro héroe se enfrentaba a una célula organizada y no a un “lobo solitario” y aun así tuvo el valor de hacer lo que hizo.

Este tipo de actuaciones son las que desconciertan a los yihadistas, a los que se les transmite, a través de sus redes sociales, que se lancen a la calle con cuchillo o elemento similar donde podrán asesinar sin ningún problema a cuantos cobardes “infieles” encuentren en su camino. Para ellos, es impensable una reacción ciudadana.

Hay otro factor que juega a favor los atacantes: la tendencia, repetida en los distintos países europeos, a considerar a los yihadistas, una vez que son detenidos, como enfermos mentales, lo que, para colmo, les dota de una impunidad suplementaria.

Si a esto añadimos que los ciudadanos en general no perciben el creciente peligro del yihadismo y no entienden que el objetivo final que persiguen es el acaban con la sociedad occidental para implantar otra muy distintas ajena por completo al sistema de libertades del que gozamos, la situación se puede considerar más que preocupante. Tiene que ocurrir un hecho criminal, de mayor o menor envergadura, para que haya una cierta reacción que, a las pocas semanas, se difumina. Al yihadista le suele salir bastante barato atacar en Europa y eso debe cambiar.

Otro asunto a tener en cuenta, al hilo de todo esto. ¿Alguien puede asegurar que entre los miles de inmigrantes que en estos días llegan a Europa y a los archipiélagos españoles del Mediterráneo y el Atlántico no se ha colado un solo yihadista? ¿Ni uno? Lo ocurrido en los atentados de París de 2015 tenemos el mejor ejemplo de por dónde llegaron los terroristas. Tras los atentados de Cataluña de 2017, autoridades policiales europeas cifraron en 5.000 los yihadistas en Europa dispuestos a atacar en cualquier momento y en 50.000 los potenciales terroristas. Fuentes españolas calculan que de esa cifra nos corresponden unos 8.000.

El yihadismo nos ve como presa fácil; nos cree cobardes, débiles, sin convicciones. Es necesario demostrarles lo contrario. Cuando interioricen que no nos pueden ganar, se logrará poner fin a esta amenaza, opinan los mismos expertos.