«Serie de gánsteres»

El entorno de Ábalos avisa: «Hay mucho que contar»

El círculo cercano del exministro airea que Sánchez «necesitará más diques de contención»: «Que se atengan a las consecuencias»

El pulso entre Pedro Sánchez y el exministro José Luis Ábalos no se termina con el escaño en el Congreso de los Diputados. Desde el entorno del exministro están dejando caer que Sánchez necesitará más «diques de contención» para detener los efectos de las ramificaciones del «caso Koldo». Un aviso a navegantes de que la batalla puede dejar más heridos de los que hoy, aparentemente, se ven.

Hay «más cuentas pendientes» entre los dos, o así lo avisan también desde el círculo más próximo al exministro de Transporte, y esto lleva implícita la amenaza de que Ábalos tiene «muchas cosas que contar y que se atengan también a las consecuencias» quienes desde Moncloa le están utilizando como cortafuegos para aliviar la presión sobre el presidente del Gobierno, que pasa uno de sus momentos políticos más difíciles.

Las filtraciones de la investigación sobre el escándalo de las comisiones en la compra de mascarillas durante la pandemia no han hecho más que comenzar, y los mensajes cruzados entre Moncloa y Ábalos siembran la sensación en las filas socialistas de que esto va más de «serie de gánsteres» que de entente cordial entre partes.

A Sánchez no le quedaba otra alternativa que jugar fuerte frente a Ábalos con ese ultimátum de ayer por la mañana del plazo de 24 horas para que abandone su escaño, el cual tuvo como efecto su renuncia a la Presidencia de la Comisión de Interior del Congreso, pero no la entrega del acta de diputado de la que depende su aforamiento.

Este pulso lo venden en Moncloa como la prueba de que sus niveles de exigencia ante la corrupción son mucho más altos que los que utilizó el PP para enfrentarse en el pasado a otros escándalos, pero su reacción puede quedar empañada por lo que siga aflorando desde el entorno del exministro y por las ramificaciones que este caso de presunta corrupción pueda tener en administraciones autonómicas y en otros ministerios.

En este caso, lo que se investiga es que Koldo García, como asesor entonces del ministro de Transportes, se concertó con un empresario, Víctor de Aldama, para que a través de una sociedad pantalla se presentaran a la oferta, llevándose por medio unas comisiones que, en el caso de Koldo García, llegaron, presuntamente, a 1,5 millones de euros. Al tirar del hilo de la empresa adjudicataria se descubrió no solo sus administradores reales, sino que parte del dinero público que se quedaron de beneficios –más de 20 millones de euros– se movió a sociedades pantalla de países como Brasil y Luxemburgo, y de ahí que también se investigue el delito de blanqueo de capitales.

Ante los intentos de la izquierda de equiparar el «caso Ábalos» con la investigación que la Fiscalía archivó al hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, desde Sol destacaron ayer que lo de Ábalos es una trama que implica a diferentes organismos, que las compras fueron ordenadas desde el Ministerio de Transportes, que hay decenas de millones, parece que algunos fuera de España, y que la empresa no se dedicaba a la compra de material sanitario y no tenía facturación. Mientras que «la Comunidad contrató las mascarillas a través del portal de contratación y está publicado en el portal de transparencia, no hubo una orden de la Comunidad de Madrid, el hermano de Ayuso era un profesional del sector sanitario desde hace 29 años y no hubo enchufe y la presidenta se enteró cuando Pablo Casado buscó un caso falso de corrupción para chantajearla y que abandonara la intención de presidir el PP de Madrid».

Sánchez juega al todo o nada con Ábalos porque necesita inexorablemente pasar página de esta crisis, que se le ha caído encima cuando estaba intentando poner en marcha la estrategia para superar el batacazo de las gallegas. El PSOE está perdiendo la fe en la famosa resiliencia del presidente del Gobierno, no por el alcance de las crisis cruzadas que se les han venido encima, sino por la falta de reflejos y la sensación de que «hay una falta de control total de la situación», que hasta ahora Moncloa nunca había dejado transparentar.

Este escándalo ha estallado justo cuando la urgencia del presidente del Gobierno es conseguir que se ponga en marcha la Legislatura. A tal fin, necesita desbloquear el acuerdo sobre la ley de amnistía con Carles Puigdemont, para lo que las negociaciones se han intensificado dentro de la más absoluta opacidad.

En cuanto a los Presupuestos, el tiempo se les echa encima y aunque ya hayan iniciado las conversaciones con los grupos parlamentarios, en el Gobierno empieza a solidificarse entre los ministerios económicos la idea de que lo más sensato es continuar con la prórroga actual y dejar para septiembre el intento de aprobar las cuentas del 25.

El ajuste de todas las exigencias para conseguir el apoyo de los socios va a salir tan caro que pocos en el Gobierno ven posible llegar a cuadrar todas las piezas en más de una ocasión, y si acaso, en toda la legislatura.