Andalucía

Guipúzcoa, el resurgir del nacionalismo vasco: La segunda piel abertzale

Tras el 28-A, PNV y Bildu vuelven a marcar el pulso político en una provincia en la que muchos vecinos ensalzan a «Josu Ternera» y se solidarizan con los independentistas catalanes. «Aquí el nacionalismo no morirá nunca», afirman.

Los carteles electorales inundan las calles de San Sebastián y se mezclan con las numerosas pintadas en contra de España. Fotos: CIPRIANO PASTRANO
Los carteles electorales inundan las calles de San Sebastián y se mezclan con las numerosas pintadas en contra de España. Fotos: CIPRIANO PASTRANOlarazon

Tras el 28-A, PNV y Bildu vuelven a marcar el pulso político en una provincia en la que muchos vecinos ensalzan a «Josu Ternera» y se solidarizan con los independentistas catalanes. «Aquí el nacionalismo no morirá nunca», afirman.

Parece que el tiempo se ha parado por las calles de San Sebastián. Y no digamos en Rentería o Hernani. Pancartas desteñidas por el paso de los años exigen el acercamiento de los etarras encarcelados, pintadas de apoyo a la banda terrorista ya disuelta siguen estampadas en callejones de del barrio Antiguo de Donostia y el discurso político de los guipuzcoanos, bastión abertzale por excelencia, continúa siendo el de antaño. Los aberzales siguen marcando el pulso político no sólo de esta provincia vasca, sino de toda la comunidad . «No es que no pase el tiempo, es que aquí no olvidamos. Estamos llenos de víctimas de uno y otro bando. Claro que algunos fueron asesinados, pero otros fueron masacrados y continúan siéndolo por España», apuntala Arantxa a modo de prólogo nada más comenzar a hablar con ella en la popular calle Matià.

Los buenos resultados obtenidos por la derecha y la izquierda abertzale, es decir PNV y EH Bildu, respectivamente, en las generales han devuelto a primera línea a ambas formaciones que han sido siempre (Bildu de es la heredera de la ilegalizada Batasuna) los pilares de la política vasca. Así, el 28-A, el PNV se hizo con 6 de los 18 diputados en disputa para el Congreso y los socialistas vascos consiguieron 4, al igual que Podemos y EH Bildu. El PP quedaba completamente fuera de juego y por primera vez en la historia no conseguía ni un escaño en esta comunidad. Pero, ¿cuál es la lectura que hacen los propios vascos? ¿Por qué Bildu ha duplicado su representación? ¿Estamos ante un nuevo ciclo nacionalista que llega con más ímpetu y beligerancia?

Lo que está claro, según los politólogos, es que el PNV (partido nacionalista conservador) ha sabido capitalizar el descontento regional con los partidos «españoles» conservadores. De ahí, la inexistencia de Cs y Vox, así como la aniquilación del PP. Por otra parte, Bildu ha rentabilizado el desapego de los vascos con Podemos (que fue la fuerza más votada en las generales de 2015 y 2016 en el País Vasco). Tan sólo el PSE ha mantenido el tipo. Además, la formación liderada por Arnaldo Otegi ha conseguido remontar tras perder la alcaldía de San Sebastián hace cuatro años. «En 2011 consiguieron por primera vez la alcaldía después de un siglo de ‘‘odonistas’’, pero tuvieron algunos problemillas», cuenta María Jesús Oriozola en referencia al mítico alcalde socialista de Donosti, Odón Elorza, que ostentó el cargo desde 1991 a 2011. «Yo estoy convencida que este año lo recuperarán. Es verdad que no estuvieron muy acertados con el tema de la gestión de las basuras, pero es que se les echó todo el mundo encima. Bildu lo hizo muy bien, Donosti no es fácil, y ellos se interesan por los problemas sociales», dice Oriozola mientras vigila a su nieta que juega.

De la misma opinión es Arantxa quien nos relata la presión «bestial» a la que el partido de Otegi fue sometido durante su gestión. Sin embargo ella es más realista y ajusta su pronóstico al de las encuestas. «Esta vez volverá a ganar el PNV y la segunda fuerza será Bildu, pero los socialistas apoyaran a los jeltzales», dice. Su marido, Juantxo, lo corrobora: «Y eso que los del PNV han desarrollado proyectos que dejó a medias Bildu, pero claro, ahora son los que se llevan el mérito», matiza. Para el matrimonio, el nuevo auge abertzale, sobre todo en Guipuzcoa, se debe a varios factores. «El primero, porque somos muy euskaldunos; el segundo, porque somos una provincia rural, de campo, obrera, con tradición foralista y por eso somos de izquierda; y tercero, porque nos sentimos muy ofendidos con lo que ha ocurrido con Cataluña. Sabemos lo que están pasando ya que nosotros hemos sufrido la violencia del Estado y la humillación. Por eso, tras lo ocurrido el 1 de octubre y más tarde la aplicación por parte del Estado del Artículo 155, hemos sentido que desde aquí debíamos mostrar nuestra solidaridad con los catalanes». Así resumen la situación. Y rematan: «Ahora lo que faltaba, que detengan a Josu (Ternera). ¿Pero qué se han creído? Es una vergüenza política. Luego vendrá Pedro Sánchez a pedir el apoyo de Bildu... La han fastidiado. Josu fue quien impulsó el proceso de paz, quien hizo los comunicados y ahora lo detienen. ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué no detienen a Galindo, a Tejero, a los torturadores?», reflexiona Juantxo.

Oriozola reconoce que las heridas aún están abiertas «y tardarán en cicatrizar». Por eso «el tema de ETA, las víctimas, los presos, siempre va a estar ahí. Claro que hay otros temas, como el metro o la polémica de la incineradora de basura, pero como lo de la disolución de ETA no se ha hecho bien, es algo que seguirá coleando décadas. Los vascos somos unos luchadores y eso nadie puede negarlo, así que lo conseguiremos», dice. «Aquí el nacionalismo no morirá nunca, pero lo que hemos vivido es difícil de borrar. Mira yo no he podido ni leer el libro de ‘’Patria’’, estamos todos muy tocados y desgarrados por dentro», añade.

Y precisamente esto es lo que se respira en cada paso que se da por la capital vasca. Se siente esa cicatriz que sigue supurando y a la que solo parecen poder hacer seguimiento los partidos nacionalistas, pues cualquier diagnóstico que se atreva a hacer un partido externo es tachado de negligente. Es más, los buenos resultados del PNV es en cierto modo una fuga de votos (tampoco demasiados porque su representación ha sido siempre anecdótica) del PP.

La concejala vasca de la formación Pablo Casado, Aiala Eguiluz, hace autocrítica y no se esconde. «La campaña de las generales se hizo en clave muy ideológica, y en este sentido el PP en el País Vasco no arrastra mucho voto. El escaño de Vitoria que ganó Bildu corresponde al que perdió el PP. Pero es que tanto ellos como el PNV juegan con la ventaja de ser un partido autonómico. El nuestro trabajaba en clave nacional. Además, han visto que con Pedro Sánchez, tanto Bildu como PNV tienen más oportunidad de poder influir y conseguir cosas para el País Vasco. Han sido varios los factores que han impulsado el crecimiento de ambos», asevera esta curtida política, que también denuncia el «clientelismo» de los abertzales. «Se comportan como el PSOE en Andalucía, han hecho de la comunidad su chiringuito», dice.

Una opinión que no comparten Charo y Patxi, dos jubilados que disfrutan del paseo vespertino por Ondarreta. «El PNV sigue sumando apoyos porque lo hace muy bien, son gestores muy eficaces y saben negociar. Aquí el voto conservador es siempre para ellos y no para los faltones del PP o Cs. Si fuera por ellos nos suspendían la autonomía y nuestros derechos, con todo lo que hemos conseguido. Hemos visto lo que han hecho con Cataluña, no queremos que hagan lo mismo con nosotros, por eso seguiremos votando a PNV».

Miren, de una generación más joven que Charo y Patxi, comparte los motivos que éstos esgrimen para justificar el éxito incombustible del PNV: «Estos años ha demostrado que son buenos negociadores y, ahora más que nunca, suponen la llave para conseguir la gobernabilidad del resto del país. Quienes no han querido votar al POSE por aquello del voto útil contra el PP han optado por los nacionalistas. Así consiguen un doble objetivo: no gana el PP y, además, el País Vasco obtiene rédito político en el asunto», dice. Para ella, además, la disolución de ETA el año pasado «ha provocado en la sociedad vasca que a Bildu no se le vea de forma tan extremista y radical, así que aquellos que no son conservadores y se identifican con las políticas de izquierdas ya no les da reparo votar a Bildu y decirlo públicamente».

Además, «el tirón de Otegi sigue siendo fuerte». Así nos lo hace saber Vanesa, que precisamente es del pueblo del dirigente de Bildu. «Yo nací en Elgóibar, y allí es muy respetado, claro que es una persona que sigue arrancando muchos seguidores entre los abertzales. Es un hombre con carisma, pocos políticos hay como él. Es moderado y sensato», asevera. Carlos, que nos atiende en el barrio de Benta Berri, define a Otegi como «lobo manso, pero lobo». «Los que vienen de donde vienen, siguen siendo una especie de secta, y más aún en los pueblos. Ese voto heredado de los partidarios de ETA sigue vivo ahora ha querido hacerse un lavado de imagen y parece que les funciona, pero aquí, el problema es que no se enseña Historia y eso puede llevarnos a sitios que ya hemos conocido y no queremos volver», lamenta. La campaña sigue, los carteles ondean frente al paseo de la Concha aunque todos parecen saber ya cuál será el resultado. La vida sigue igual.