Caso Mediador

Un investigado señala que el general de la Guardia Civil enviaba al Seprona para amedrentar a empresarios

La jueza mostró ayer una fuerte discrepancia con la Fiscalía por no pedir prisión provisional para el exdiputado del PSOE imputado en el "caso Mediador"

El exdiputado socialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo corrió ayer mejor suerte que el general de la Guardia Civil Francisco Espinosa Navas quien duerme desde la pasada semana en prisión. El juzgado de instrucción número 4 de Santa Cruz de Tenerife tomó declaración a Fuentes Curbelo acusado de ser el presunto cabecilla de una trama de corrupción bautizada como «caso Mediador» que afecta a Canarias. La jueza lo dejó en libertad a pesar de que considera que hay riesgo de destrucción de pruebas, pero la Fiscalía no pidió la prisión provisional y ella no puede acordarla de oficio.

«Sí existe peligro de destrucción de fuentes de prueba, dada su posición en la isla, su vinculación con la política y este entorno desde el año 1994, sus distintos cargos políticos y amplias relaciones, que a juicio de esta titular aconsejaban su ingreso en prisión y no su puesta en libertad», señala el escrito de la magistrada María de los Ángeles Lorenzo-Cáceres sobre el congresista que tuvo que dimitir la pasada semana cuando la Policía detuvo a un total de 12 personas relacionada con esta red de corrupción. En «discrepancia absoluta con lo solicitado por el Ministerio Fiscal» y dado que todavía no hay acusaciones populares personadas que solicitaran la prisión, la jueza tuvo que dejar ir a casa al político.

De todos los implicados, solo Espinosa Navas está entre barrotes. Y eso que fue el que menos tiempo participó de la trama, pero su cargo en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado lo convierten en un acusado delicado. No fue hasta la segunda declaración de Antonio Navarro (otro de los principales acusados y el conocido como «mediador» que da nombre al caso) que introdujo el nombre del general. Lo guardaba en su teléfono como «Papá». El papel del que antaño había sido jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Las Palmas era transmitir a los empresarios las «altas posibilidades de gestión y éxito en sus proyectos».

La red, según consta en el sumario, tenía una pata política (la formada por el exdiputado y el agente del Instituto Armado) y otra empresarial. El objetivo era utilizar las influencias de los primeros para el beneficio de los segundos que pagaban una comisión a cambio. Un clásico esquema de corrupción por el que se enfrentan a delitos de cohecho, grupo criminal, falsedad documental y blanqueo de capitales.

Los empresarios visitaban el Congreso, «línea de partida para ganarse la confianza de ellos», y hacían un ingreso inicial de 5.000 euros a la Asociación Deportiva de la Vega Tetir cuyo presidente era el militante del partido socialista.Luego se iban a almorzar y seguían el resto del día de fiesta que pagaban los empresarios. Una media por noche de unos 3.000 euros.

Cuando se supo que había un general implicado, se procedió a formalizar el equipo policial conjunto de investigación en el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y Crimen Organizado (CITCO) para la investigación que circunscribe a Espinosa Navas. Los agentes, que registraron sus casas la pasada semana, encontraron tres domicilios: uno en la calle Príncipe de Vergara en Madrid, otro en una urbanización de Huelva y un tercero en la Avenida Eduardo Dato de Sevilla.

Consta en las actuaciones que el general también realizó viajes a la capital para asistir a estas caras convenciones. Uno de los empresarios A. Bautista buscaba instalar placas solares en Canarias. Les pagó cenas y los gastos en El Sombras, un club de alterne de Madrid por valor de unos 2.000 euros. «Espinosa es mucho más prudente que Curbelo a la hora de hablar y también a la hora de recibir los regalos o pedirlos», confesó Navarro (el «mediador») a los agentes.

Pudo ser esta discreción la que llevó al general a ocultar una relación fuera del matrimonio durante 20 años. Aunque en su Whastapp el agente se refería a ella como «chocho volador». El Guardia Civil pidió a Navarro que le justificara un viaje a Fuerteventura para verla. A. Bautista cargó con vuelos, comidas, hotel y alquiler de coche. Se hospedaron en el Eurostar Las Salinas. En una cena en La Frasquita, un restaurante canario a los pies de la arena de la playa, Espinosa Navas llegó a pedir al empresario que contratara a su amante por 3.000 euros como comercial, él por su parte le prometió la instalación de placas solares en Mozambique y Cabo Verde por 35 millones de euros de lo que el general se llevaría un 10%. Ninguna de las cosas llegaron a suceder.

De lo declarado por Navarro consta que el general llegó a cobrar presuntamente comisiones de unos 20.000 euros en billetes. Además, relató que para presionar a los ganaderos canarios el Guardia Civil consiguió enviar al Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) a varias empresas. «Se enviaban para crear un problema y solucionarlo después». Según fuentes de su defensa ni el juez ni el fiscal, sin embargo, preguntaron por este asunto durante su interrogatorio.

La trama contaba con un administrador Miguel Ángel Robayna que hacía las facturas falsas para que los empresarios pudieran justificar los pagos, consta en la investigación. «Pedirme justificación del dinero, ¿vais a corromper a gente y me estás pidiendo justificación?» espetó Navarro a dos empresarios canarios que pidió ayuda a la trama criminal para que les ayudase a conseguir licencia para ampliar su granja. Querían que la ganadería, lechería y quesería estuviesen en el mismo enclave y recibir subvenciones públicas. Según el sumario lograron que hasta siete queserías de las islas pagaran sus servicios.