Opinión

La política de medio pelo

La nueva política ya da risa. Es una falta de respeto a la política. Por eso es de agradecer escuchar discursos como el del Rey ayer

Los Reyes Felipe VI y Letizia junto con la Infanta Leonor presiden la solemne sesión de apertura de las Cortes Generales de la XV legislatura en el Congreso de los Diputados. / © Alberto R. Roldán 29 11 2023
El Rey Felipe VI da un discurso en la solemne sesión de apertura de las CortesAlberto R. RoldánFotógrafos

Parece que han pasado siglos, y apenas ha transcurrido una década, cuando los políticos hacían y pronunciaban discursos de altura. Eran discursos elaborados y argumentados porque se tenía algo que decir. La política era un arte, doctrina, emoción y, a veces, pasión. Ahora vivimos en la nueva política, una política «performance», de medio pelo.

Tan de medio pelo como que el presidente que va a ser investido se ría a carcajada limpia en la tribuna de oradores. Tan de medio pelo como que la exministra Reyes Maroto se disfrace en varias ocasiones en un pleno del Ayuntamiento. En la próxima sesión llevará un burro de ropa porque un galán de noche se queda corto para tanta camiseta y bandera. Tan de medio pelo como que el portavoz de Vox, Ortega Smith, imite a una gallina cacareando, agitando los brazos como las alas del ave, para llamar cobarde al PP por no defender los altercados de los ultras en las manifestaciones.

Es entendible que debatir con Almeida, a la oposición, se le haga cuesta arriba. Es entendible que cuando no se tienen argumentos, ni doctrina, con tanto vaivén y cambio de opinión, los políticos tengan que recurrir al espectáculo para tapar y disfrazar lo que no se tiene y carece. Es tan de medio pelo la nueva política, que prefieren salir en una imagen cloqueando, con una sudadera reivindicativa que salir con argumentos y hechos.

Es tan de medio pelo que no hace falta ir a un teatro a disfrutar de un monólogo porque la nueva política ya da risa. Es una falta de respeto a la política. Por eso es de agradecer escuchar discursos como el del Rey ayer: «La democracia no es una aspiración, sino una realidad».