El gallinero

El PSOE no roba, y Ábalos y compañía tampoco robaron tanto

Los socios fijaron la línea roja en la financiación irregular del PSOE, pero el partido les dice que no hay nada y prefieren tener fe.

Pedro Sánchez en el Pleno del Congreso
Pedro Sánchez en el Pleno del Congreso. David JarDavid JarFotógrafos

Una de las anécdotas que Macarena Olona dejó para la posteridad, cuando hablaba desde la Tribuna del Congreso y no sólo desde los márgenes de la cordura, fue aquella en la que se puso a repetir, como un salmo pegadizo, algunas nociones básicas de lexicología. Quizás lo recuerden. «El hombre no mata, mata un asesino. El hombre no viola, viola un violador. El hombre no maltrata...», decía, con un largo etcétera que ha sido carne de meme desde entonces. Todo esto viene a cuento porque ahora se podría recuperar la misma fórmula para explicar algo más actual. Diría así: «La UCO no juzga, juzga un juez». Porque la UCO, como mucho, puede hacer como si fuera un psicólogo y darle al juez las herramientas adecuadas para solventar un problema, pero, al final, al que le toca resolver la papeleta es a él. Y, aunque esto parece una obviedad, no cala tanto en la Cámara Baja. Especialmente entre los socios del Gobierno. El Ejecutivo y sus aliados parlamentarios han convertido en los últimos meses el Congreso en un lugar en el que se practica un deporte de nueva invención y que consiste en darle patadas al balón en una sola dirección. Adelante, claro. Ganará, imaginamos, el que más aguante en la cancha. Pasa con todos los temas, pero, especialmente, con la corrupción.

Cuando salió el informe de la UCO de Santos Cerdán, antes de las vacaciones de verano, todos los socios pusieron el grito en el cielo: dijeron que esto no podía ser y pusieron la línea roja en los indicios de financiación irregular del PSOE. Ese era el Rubicón y, si se veía que se cruzaba, dejarían de apoyar al Gobierno. Habría que ver también en qué consiste «lo de dejar de apoyar al Gobierno» porque hay socios que dicen que ya han retirado su apoyo y, votación tras votación, siguen poniendo el cazo. Pero ese es otro asunto.

Con el regreso, tras el verano y los anuncios de la campaña otoño-invierno de El Corte Inglés, tocó otro informe de la UCO, esta vez sobre José Luis Ábalos, y la declaración en el juzgado de este y Koldo García, esta misma semana. Y de estos hitos se pueden extraer numerosas conclusiones. Por ejemplo, que la UCO habla de pagos de ambos que no encuentran ningún tipo de «respaldo documental» en las cuentas oficiales del PSOE. También, que Koldo y su mujer hablan de una contabilidad A y otra contabilidad B.

Sin necesidad de estirar el chicle demasiado, se podría recordar que en el auto en el que el juez envió a prisión a Santos Cerdán, apuntaba a una presunta financiación irregular, al decir que podía haber «más personas, físicas o jurídicas [...] que pudieran haberse lucrado».

Pero ninguno de estos indicios parecen afectar en lo más mínimo a los socios. Se han enfundado en un traje de látex, por cuya piel todo resbala. Creen ahora que los indicios no son tan grandes como habían previsto y el PSOE les está diciendo, además, que no habrá nada de financiación irregular, que confíen en ellos. Curiosamente, en público hacen campaña de decir que no se fían del PSOE y en privado sí se fían. Si no lo hicieran, habría que ir a elecciones y nadie parece tener los deberes hechos.

«La verdad es que esperábamos un informe de la UCO mucho más potente y ha sido un poco bluf», dice en conversación informal un portavoz de un grupo parlamentario de estos socios. «A nosotros, en privado, el PSOE nos está diciendo que no hay nada de financiación ilegal. Nos están diciendo que esto sólo atañe al grupo este en concreto (Ábalos, Cerdán y Koldo). Nosotros, de momento, les creemos», añade. Otras fuentes parlamentarias reconocen con la boca pequeña que, también, fue un alivio para su situación estratégica que el juez Leopoldo Puente no enviara a Ábalos a prisión, porque les habría obligado a presionar más y el resultado final de ese escenario es difícil de prever. «No creemos que vaya a lastrar al PSOE, creemos que se va a quedar ahí. Además, se está viendo un evidente impulso desde el ámbito político y judicial a esta causa...», añade otra fuente parlamentaria.

«Además, es cutre eso de robar tan poco, lo de que haya un descuadre de sólo 500 euros y lo de los sobres con los céntimos», comenta. Es decir, que los socios que ayer ponían el grito en el cielo porque esto no podía ser, ahora creen al PSOE cuando les dice que no roban y que, los que sí robaron, tampoco robaron tanto. Mientras tanto, en la orilla noble de la izquierda, en Moncloa, también respiran tranquilos porque no hace falta montar un gabinete de crisis para recalcular la ruta. Se centran en que «el juez no debería entrar a valorar si Ábalos puede ser diputado o no», dice un miembro del Gobierno.

Denunciar que un juez no respeta la separación de poderes sale a devolver, mejor que justificar que el ratio de socialistas en la cárcel o a punto ya es demasiado elevado para un Gobierno que llegó al poder a lomos de la regeneración. En Moncloa se comportan como si el entero entorno del presidente no estuviera sentado en el banquillo y como si los integrantes del Peugeot, que hicieron posible que el PSOE volviera a sus legítimos dueños, los militantes, no tuvieran nada que ver con el Pedro Sánchez de ahora.

«Que enseñe el PP los tickets», decía ayer una ministra en los pasillos del Congreso. Sánchez ya se dibujó a sí mismo como un capitán y, si el Titanic se hundió porque el oficial al mando no eligió la maniobra adecuada, todo huele a que si el PSOE se acaba por hundir la culpa será de la tripulación.