Negociaciones
Sánchez envalentona a un nacionalismo con 715.000 votos menos
PNV, Junts, ERC y Bildu ponen exigencias de máximos al ver que el PSOE accede a abordar la amnistía y el debate sobre el modelo territorial
Pedro Sánchez ganó casi un millón de votos en las elecciones generales del 23 julio, mientras que los partidos nacionalistas e independentistas perdieron 715.000 votos. Sin embargo, parece que sean los socialistas quienes hayan salido más debilitados que los independentistas tras el paso por las urnas, ya que están poniendo encima de la mesa exigencias de máximos mientras el PSOE muestra plena predisposición a aceptarlas.
De los cinco socios que apoyaron al PSOE para lograr la presidencia del Congreso, tan solo dos han ganado votos: Bildu (56.000) y BNG (32.000). A partir de ahí, ERC (412.000), Junts (138.000) y PNV (104.000) han perdido 654.000 votos, que se pueden sumar a los 148.000 que se dejó la CUP (se ha quedado sin representación en el Congreso). La fotografía electoral que dejó el 23J dibujó a un nacionalismo e independentismo mucho más debilitado pese a que no lo aparente porque está aprovechando su rol determinante para la supervivencia de Sánchez para arrancarle compromisos de máximos.
De momento, tan solo se ha sellado el acuerdo para la presidencia del Congreso, que está en camino de su cumplimiento: en la Cámara Baja, por ejemplo, avanza con gran rapidez la reforma del Reglamento para que se puedan usar el resto de lenguas cooficiales y en Europa también se han iniciado ya los trámites para darle oficialidad catalán, euskera o gallego, aunque el proceso va a ser mucho más farragoso y lento.
Si bien, esos acuerdos parecen de mínimos comparado con lo que exigen de cara a la investidura todos los nacionalistas: modelo territorial (derecho a decidir) y amnistía. En este sentido, cuando parecía que el PSOE había allanado el camino para ceder con la amnistía (ERC admite negociaciones en ese sentido, mientras Junts lo enfría) y acercarse a la investidura de Sánchez, ahora ha irrumpido el PNV con una propuesta para reinterpretar la Constitución en el ámbito del modelo territorial que ha dinamitado el escenario político.
Además, esa misma propuesta, hecha por el lendakari Íñigo Urkullu y publicada en «El País», se ha construido en base a un escenario que los datos desmienten: Urkullu habla de que «las elecciones generales del pasado 23 de julio ratificaron la diversidad y pluralidad en el Estado», cuando, precisamente, las opciones nacionalistas perdieron mucho voto. En cualquier caso, la propuesta del lendakari sirve prácticamente de antesala a las exigencias que se prevé que haga Puigdemont el próximo martes en el ámbito territorial (PNV y Junts han mejorado sus relaciones tras unos años marcados por el deterioro).
Se hace muy difícil que el expresident deje a un lado el derecho de autodeterminación de cara a la investidura y el próximo martes verbalizará cuál es su demanda concreta en el ámbito territorial. En este sentido, se antoja que será mucho más ambicioso e irá mucho más allá de lo que ha pedido el PNV, que se ha adelantado a Bildu, ya que la izquierda abertzale también ha venido en las últimas semanas hablando de la necesidad de abrir el debate territorial, aunque sin hacer concreciones.
La amnistía, para el independentismo, parece que cada vez sabe a menos. Más aun teniendo en cuenta que ya hay facciones radicales que están, incluso, poniéndose en contra y van a tratar de usar la manifestación de la Diada del 11 de septiembre como punta de lanza para rechazar la amnistía y exigir única y exclusivamente el referéndum de independencia. «Estos últimos años nos han intentado vencer y desmovilizar. Pactar con quien nos reprime y nos espía no puede ser el camino. No olvidemos nuestro objetivo, la independencia, que ya votamos el primero de octubre», dice el vídeo que ha presentado la ANC para la Diada. Además, en las últimas horas, una corriente de ERC ha hecho público un comunicado en el que rechaza un acuerdo por la amnistía.
Lo cierto es que el PSOE, que trata de reivindicar que es la única formación con posibilidades de formar gobierno, va a tener que lidiar con un contexto muy complicado para lograr revalidar la Moncloa. Los cuatro partidos (Junts, ERC, Bildu y PNV) de los que más depende para la investidura se han echado al monte y están encareciendo mucho sus votos y todo invita a pensar que tampoco se van a conformar con cualquier cosa porque hay elecciones en el País Vasco y Cataluña en los próximos 18 meses y todos están en una carrera por ver quién consigue más.
Si bien, los cuatro partidos también tienen razones para ser optimistas porque han conseguido mover y mucho la posición del PSOE en menos de dos años: los socialistas han pasado del «no» rotundo a la amnistía (vetándola en el Congreso) a negociarla con los independentistas y ahora ya ven con buenos ojos la propuesta de debate territorial enunciada por el PNV, pese a que advierten que no es la suya. Los cambios en la posición de los socialistas anima a los nacionalistas a ir a por más.
El debate territorial (para el PNV es «reinterpretar» la Constitución mientras que para Junts y ERC es es un referéndum) y la amnistía están monopolizando las negociaciones para la investidura, aunque hay partidos como ERC, que también exigen abrir carpetas importantes como el traspaso de Rodalies.
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